María Nela Salazar Álvarez no recibe un salario cada quincena ni tampoco un aguinaldo en diciembre, pero este día también la celebra a ella.
Esta mujer, de 43 años, sabe muy bien lo que es trabajar duro, lo hace por partida triple
Todos los días, se pone en pie a las 3:30 a. m para alistar desayunos y almuerzos. A las 7 a. m. cuando su esposo parte al taller de soldadura y sus hijos a la escuela, ella se va al campo.
En una ladera, detrás de su casa, en barrio San Vicente de Tablazo de Acosta, arbolitos de Navidad en ciernes y otros árboles frutales esperan cuidados. A esta actividad, heredada por casualidad cuando murió el abuelo de su esposo, se ha dedicado por diez años. “Asumí la responsabilidad porque mi esposo no podía”, dijo.
Desde entonces vela por ese terreno y otro que pertenece a su padre, con perfecto control sobre malas hierbas, abonos y podas.
Cerca del mediodía, se devuelve al trabajo de la casa, para luego dedicarse a las costuras que le siguen encargando, gracias a estudios en el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA), y a su experiencia en una maquila.