He aquí un filme que se excede en violencia de manera innecesaria: es su piedra en el zapato. Sin embargo, por lo demás, es envidiable ejercicio narrativo (filme de acción), con suspenso sostenido y elegantes fórmulas visuales.
Se trata de la película Una noche para sobrevivir (2015), dirigida con esmero y buen ojo por el director español Jaume Collet-Serra, catalán, para ser más exactos.
Con una historia de mafias y pistoleros, este filme muestra una imagen nada idílica de Estados Unidos.
Fuerte. Aquí no hay paisajismo turístico: lo que importa es el rigor dramático para una trama dura y compleja, capaz de mostrar acontecimientos brutales y de indagar, a la vez, en el estado emocional de cada personaje.
Es cine bastante pesimista. La realidad mostrada es una especie de lodazal, porque la corrupción no solo está en las pandillas mafiosas, sino también en la propia policía. No hay en quien confiar.
Las conductas paranoicas y los códigos violentos son constantes en Brooklyn. Esta película describe esa realidad de manera coherente y muestra la voracidad criminal presente en círculos delictivos cargados de poder.
De ahí su arquitectura cinematográfica, que siempre privilegia la autenticidad formal para darle cuerpo a un paradigma violento. El crimen absorbe a los personajes como una selva se traga a los exploradores sin brújula.
Trama. Con personajes bien definidos y con dirección cabal de actores, la trama narra lo que sucede cuando un pistolero, por defender a su hijo, mata al renuevo del jefe mafioso.
Este solo piensa en la venganza al costo que sea.
Como paradoja, el pistolero y el jefe han sido compinches desde jóvenes y ahora se encuentran castigados o perseguidos por sus recuerdos, llenos de brutalidad.
Así, el pistolero, asesino por oficio, debe decidir entre la lealtad al grupo mafioso o el velar por su familia, lo que nunca ha cumplido bien.
Con lograda unidad de tiempo, los acontecimientos se dan en una sola noche, no hay más allá para la tragedia.
En dichas circunstancias, lo trágico es lo único posible y los sujetos están condenados por el determinismo histórico.
A la unidad de tiempo le corresponde la unidad de acción. Es como si las subtramas no existieran, aunque sí se expresan con ciertos personajes secundarios (el hijo del mafioso, por ejemplo).
La trama resulta bien estructurada. Con su fuerza, Una noche para sobrevivir es capaz de capturar al espectador y, con su admirable composición visual, la cámara comunica sensaciones, además de dar información.
El elenco se luce por su solidez, incluso lo logra Nick Nolte con su breve presencia en un momento dado.
Por su parte, Liam Neeson y Ed Harris son un solo paquete con sus actuaciones tan bien logradas (encarnan a dos amigos que las circunstancias los convierten en enemigos).
A la convincente gramática narrativa lograda por el director, cercana al manierismo visual, se le añade la música para acentuar la babilónica espiral de crímenes que le da sustento a la trama.
Una noche para sobrevivir es película intensa, sobre todo para quienes gustan de la acción dura y del arte narrativo que, desde lo previsible, es capaz de generar distintas sorpresas.