La agrupación La Santa Chochera, dirigida por la bailarina y coreógrafa Erika Mata, hizo una segunda entrega del trabajo titulado Intravenusa . Este montaje fue escenificado en El Espacio, una sala de un apartamento ubicado en barrio Escalante, donde, solamente, pueden presenciarlo 26 personas –por noche o función– en un ambiente de intimidad y cercanía.
La concepción y dirección coreográfica del proyecto es de Mata, quien, además, se hace acompañar por las bailarinas Ana Paula Rivera, Sofía Benavides, Cristina Rojas y Laura Chaves.
Con estas creadoras e intérpretes abordó la temática del comportamiento de las mujeres en diferentes momentos de sus vidas en una sociedad patriarcal, que las presiona para competir entre sí.
Para esta propuesta, la cual incita a la reflexión sobre la falta de solidaridad y los patrones sociales preestablecidos, el quinteto se apoyó en varios textos, entre ellos poemas de Jaime Sabines, Osvaldo Sauma, E.L. James y Cristina Rojas, así como de una carta anónima.
Con esas imágenes se dibujaron aspectos fundamentales del universo femenino y, a la vez, hicieron una crítica aguda al sistema dominante.
El Espacio se prestó para que en la composición coreográfica se generaran escenas de una gran sencillez, algunas salpicadas de humor y muy sugerentes.
La coreógrafa y sus compañeras supieron aprovechar cada uno de los rincones y los detalles arquitectónicos del lugar, para causar en los presentes fuertes emociones, tanto en las secciones de conjunto como en los dúos o solos. Esto permitió darle buen ritmo a la pieza.
Intravenusa posee una duración de casi una hora y estuvo enmarcada por una rica banda sonora, con música original de Carlos Pipo Chaves y con un popurrí de Juan Gabriel, interpretado por las chicas de Pandora.
Un colorido diseño de vestuario se usó de modo sugerente y contribuyó a caracterizar a los personajes. Así mismo, la iluminación fue resuelta de manera eficaz, con recursos de utilería que permitieron complementar el discurso estético.
En este proceso de búsqueda, todavía se deben afinar algunos aspectos como el manejo de la voz, sobre todo si quieren realizar propuestas con textos en vivo.
También me pareció que la escena grupal de los cuchillos, en la que el elemento percusivo es el protagonista, debe pulirse más y presentar nudos dramáticos más desafiantes.
Interpretativamente, al elenco se le nota que ha crecido y mantiene una línea ascendente y nivel de proyección.
No obstante, se puede destacar la participación de Erika Mata por la sutil utilización de la energía y precisión del movimiento.
Aunque los costos de producción hacen mermar los trabajos de los grupos independientes, es importante destacar que las integrantes de La Santa Chochera ofrecen una alternativa escénica de calidad, como es el presente trabajo que está en construcción, y que también se le ve buen potencial artístico.