La tradición dice que junto a la tumba de Academo, héroe legendario de la mitología griega, había un bosque sagrado, donde Platón (ca. 388 a. C.) fundó la Academia, una institución educativa de la Atenas clásica. Se ubicaba fuera de los muros, a un kilómetro de ciudad. Las discusiones e instituciones científicas iniciadas por Platón continuaron en la antigua Alejandría (museo y biblioteca), así como en las reuniones intelectuales en la antigua Roma.
Sin embargo, la academia platónica y las demás instituciones culturales subsistieron hasta el 529 d. C., cuando el emperador bizantino Justiniano ordenó su cierre por ser consideradas focos del paganismo. En la Edad Media, la palabra “academia” pasó a designar al cuerpo de profesores que se reunían con sus estudiantes en un lugar determinado.
Fue en la Europa del siglo XVI cuando comenzaron a proliferar las universidades, que, más que centros del saber, eran centros de enseñanza. Entonces, se necesitaba otro tipo de entidad para que la literatura y la ciencia se pudiera desarrollar verdaderamente; por ello, nacieron las academias y las sociedades. Las primeras academias formales fueron creadas en 1440 en Italia, 1666 en Francia y 1700 en Alemania, como un vehículo de promoción de la nueva ciencia experimental.
Se difundió la idea de la academia como una institución cultural y científica, donde, fuera del ámbito de la universidad que había quedado anquilosada en la escolástica, se posibilitara el intercambio de ideas entre la multiplicidad de disciplinas intelectuales.
Su carácter abierto favoreció el desarrollo de las ciencias, que pasaron de amateur a profesionales. Estas instituciones reunían investigadores eminentes, desarrollando sesiones regulares en donde los trabajos eran presentados oralmente en un espacio libre de los conflictos religiosos y políticos y, luego, eran publicados en revistas. La primera revista científica se publicó en 1665.
El establecimiento de sistemas postales representó una ayuda considerable, ya que el intercambio epistolar entre profesionales constituyó un medio de comunicación muy importante. Las academias fueron esenciales para el inicio de la modernidad, que llevó a la revolución científica y a los apreciables avances de las ciencias y la tecnología que hoy día disfrutamos.
Las academias. Identifica a las instituciones educativas y culturales que engloban a sus componentes (los académicos) y con el edificio que los aloja.
En la actualidad, son instituciones o sociedades donde un grupo de profesionales exponen críticas y debates sobre sus investigaciones. Su rol es el de promover la investigación y con regularidad organizan encuentros entre expertos y público en general para intercambiar ideas y debatir.
Todo miembro empieza como un académico de número, que es la primera categoría con la cual se inicia, posteriormente existen otras distinciones que varían de nombre y grado en función de cada academia, como por ejemplo, miembros correspondientes, de silla, y honorarios. Actualmente existen instituciones de esta clase en el mundo y Costa Rica no es la excepción, por lo que se detallarán los quehaceres de algunas de ellas, entre otras de prestigio en el país.
Academia de Geografía e Historia de Costa Rica : Creada el 10 de julio de 1940. Su objetivo es realizar investigaciones y velar por la conservación de monumentos históricos del país. Desde su fundación, ha realizado conferencias, atendido a personalidades distinguidas, se ha pronunciado acerca de cuestiones históricas, donado placas conmemorativas y formado parte de comisiones nacionales. Participa en celebraciones de fechas patrias nacionales, regionales y locales, en foros y conferencias, y en conmemoraciones y aniversarios importantes del país. Se ha pronunciado acerca de asuntos de carácter histórico o geográfico por solicitud de diversas instituciones. Además, es miembro de la Asociación Iberoamericana de Academias de la Historia. Entre sus actividades más sobresalientes está la entrega anual del Premio Cleto González Víquez a una obra de carácter histórico. Su sede se encuentra en el edificio de Patrimonio Nacional, antiguo Banco Anglo, en la avenida central en San José. El Estado le otorga una subvención por medio del Ministerio de Cultura y Juventud. Cuenta con 40 miembros (25 % son mujeres).
Academia Costarricense de Ciencias Genealógicas: Su creación fue impulsada por don Ernesto Quirós Aguilar (8 de agosto de 1952). Tiene como fin el estudio de las ciencias genealógicas y heráldicas en la sociedad costarricense. Ello lo realiza mediante la investigación, la divulgación y la capacitación acerca de la antropología de los pueblos, la cultura costarricense y el reafirmar la continuidad espiritual de nuestros orígenes, desde la conquista hasta la actualidad. Para ello procura vincular a las personas que se dedican a estas investigaciones y difundir estos conocimientos por medio de conferencias y publicaciones.
Fue pionera en incorporar en la primera junta directiva (1952 - 1953) a la profesora María Molina como primera vicepresidenta; se dio gracias a que en Costa Rica las mujeres habían ganado la totalidad de sus derechos ciudadanos en 1949. Esto es importante de destacar debido a que en muchos países desarrollados las mujeres pudieron ingresar a las academias hasta muy avanzado el siglo XX. Posee una revista electrónica donde se vierten los resultados de las investigaciones. Su sede está en barrio González Lahmann.
Academia Nacional de Ciencias: Es una institución de derecho público no estatal, que promueve la investigación científica y el desarrollo tecnológico de Costa Rica desde el año 1992. Su labor responde al noble deseo de sus miembros de servir al país y de contribuir al progreso global de la ciencia y la tecnología.
Es un foro permanente de discusión y análisis científico, con el deber constante de generar una cultura científica y progreso, por medio de la investigación y las relaciones científicas entre sus miembros y otras agrupaciones científicas, mediante la colaboración con organismos nacionales e internacionales.
Está comprometida con brindar una ética científica a la nación, y ser promotora del desarrollo científico, con el apoyo del Gobierno, para el logro de sus objetivos. Recibe y analiza los planteamientos y las propuestas relacionadas con el quehacer científico nacional y con la problemática tecnológica, además de brindar asesoramiento a los tres poderes del Estado. Asimismo, participa en comisiones gubernamentales de carácter científico-tecnológico. Cuenta con 43 miembros (23 % son mujeres) y su edificio se encuentra cerca del ICE de San Pedro.
Este año, formó parte de la organización del Congreso Sismológico Latinoamericano y del Caribe , que se efectuó en San José del 20 al 22 de junio, con la participación de 230 profesionales de 37 países de cuatro continentes. Su éxito trascendió las fronteras en áreas de mitigar los efectos de las sacudidas sísmicas y mejoras en los códigos sísmicos de Latinoamérica y el Caribe.
Finalidad. El rol de estas y otras organizaciones sin fines de lucro, en el medio social, cultural, educativo, científico y tecnológico, debe promulgarse y fortalecerse, donde el Gobierno y otras entidades puedan hacer consultas de interés nacional y ético.
Sus logros, a lo largo de varias décadas, están reflejados en foros, simposios, congresos y en publicar sus memorias. Sin embargo, todavía se puede tratar de que las Academias estén más cerca de los costarricenses, en particular de las generaciones que tendrán en sus manos el devenir del país, por lo cual se debe fomentar y establecer nexos más fuertes con el gobierno y la sociedad con un fin único: Costa Rica.
El autor es doctor en Geología y miembro de las academias citadas.