Para Aimee Joaristi, cada uno de sus cuadros es una página que narra un fragmento de la gran crónica de su vida. La historia de Aimee está lejos de concluir, pero esta pintora nos brinda una primera entrega con la exposición Mirada fractal, que puede apreciarse en la galería Des Pacio.
La muestra consta de 16 piezas de gran formato en las que Joaristi utiliza la técnica del collage para entretejer partes de fotografías, réplicas de obras clásicas del arte y pinturas propias en complejas imágenes que nos encantan con su intrincada geometría.
Aimee se inspira en los “ fractales” para elaborar sus cuadros. Ese término fue acuñado por el matemático Benoît Mandelbrot en 1975 y se refiere a objetos o formas geométricas cuya estructura básica –fragmentada o irregular– se repite en diferentes escalas.
“Tomé el concepto de lo fractal porque su complejidad es una forma adecuada de representar la psicología de los seres humanos”, explica la pintora.
Una ejemplar ejecución de esta idea es Autorretrato del rey y la reina . Por medio de esta obra, Joaristi reflexiona sobre su juventud durante la década de 1980. La pieza incorpora una ampliación de uno de sus dibujos realizados con carboncillo en 1986 y una fotografía de ella de la misma época.
“Esta pintura parte de una imagen muy surrealista que elaboré cuando solo dibujaba en blanco y negro. Quise representar los procesos que viví durante aquellos años y mis intereses artísticos”, afirma Aimee, quien se declara seguidora del trabajo de Salvador Dalí.
Autobiografía. Los motivos de las pinturas de Aimee Joaristi son diversos, pero todos nos remiten al entramado de ideas y sentimientos que constituyen la identidad de la artista.
Un claro ejemplo es Walkyria , una pintura elaborada con acrílico y cruzada por fragmentos de una copia de un óleo que representa la llegada de Lohengrin a Antwerp (Amberes), pintado por August von Heckel en el siglo XIX.
“Esta obra está basada en las óperas de Wagner. Lo obvio sería poner a las valquirias, pero decidí poner a Lohengrin para expresar la dualidad entre hombre y mujer. Esta pintura me retrata porque siento que soy una guerrera: siempre mantengo la convicción a pesar de ir contracorriente”, señala Joaristi, quien también resalta la musicalidad expresada en el cuadro:
“La fuerza de los brochazos se asemeja al ímpetu de la obra de Wagner. Escuché las óperas del autor un día antes de pintar este cuadro para evocar la vehemencia de las melodías en mis trazos”.
Asimismo, en Dios confluyen dos grandes aspectos de la vida de Aimee: la espiritualidad y la ironía. El cuadro reúne la solemnidad de La creación de Adán , pintada por Miguel Ángel, con un simplista cuadro de unos delfines que juegan. “Yo soy creyente, pero quería representar a Dios de una manera liviana e irónica”, comenta la pintora.
El tono desenfadado de muchas de las pinturas de Aimee tiene el propósito de quebrar con la institucionalidad del arte.
“Le tengo mucho amor a la vida y me da tristeza ver tanta complicación, política e hipocresía en el ámbito artístico”, afirma Joaristi y concluye: “Cuando pinto, siento que estoy jugando”.
Una artista nata. Aimee bromea con que nació con un lápiz en la mano. El dibujo y el arte siempre han estado en su vida. “Desde niña asistía a galerías de arte. Mis papás eran coleccionistas. Era una niña muy inquieta y creativa”, asegura.
Las vueltas de la vida y su naturaleza activa la han convertido en una persona cosmopolita: nació en Cuba y vivió un corto tiempo en Costa Rica, pero su juventud transcurrió en España, lugar donde residió hasta los 21 años y se empapó del ambiente artístico madrileño.
Después de la incertidumbre política causada por la muerte de Francisco Franco, en 1975, sus padres y ella decidieron volver a Costa Rica. Además, ha vivido por cortos lapsos en Nueva York e Italia.
La vida la llevó por muchos lados, pero nunca pasó por una academia de arte. Joaristi estudió interiorismo y arquitectura y ha tenido una exitosa carrera con la firma Joaristi & Barascout.
Así, el arte siempre ha estado en la vida de Aimee, pero nunca como oficio formal. Esto cambió ocho meses atrás, cuando decidió alquilar un estudio, comprar unos cuantos lienzos y empezar a pintar intensamente. Desde entonces, lo hace todos los días.
Arte instintivo. Nada es más emocionante para Aimee Joaristi que un lienzo en blanco. Su proceso creativo es pasional. “Soy muy eufórica cuando estoy pintando. Siempre quiero terminar rápido porque, si no, empiezo a ensuciar el cuadro. Muchas veces trabajo en más de una obra a la vez”, señala la artista.
Al iniciar una pieza, Aimee Joaristi no tiene idea del resultado final. Deja que su intuición guíe, sobre la marcha, los colores, los trazos y los recortes.
“Soy completamente libre, y esto se refleja en el uso de los colores: no planeo qué tonos voy a usar en el cuadro ni tengo una paleta definida; más bien, los elijo espontáneamente”, explica la pintora.
Si bien no hay preferencia cromática, Joaristi siente una fuerte afinidad por el acrílico ya que seca rápidamente.
Sus pinturas se construyen por medio de múltiples capas que involucran diversos materiales y técnicas. “Empiezo con una o dos capas de pintura; luego defino el tema y elaboro los fractales quebrando las imágenes que voy a utilizar”, dice Aimee. La artista imprime en lienzo los cuadros y las fotografías que utiliza para intervenir sus obras.
Aimee asegura que su IPad es un implemento vital en la elaboración de sus obras. Lo utiliza para fotografiar el cuadro que desarrolla en ese momento y notar cuáles elementos faltan. “Es ver mi obra desde otra perspectiva”, dice Joaristi.
Miradas íntimas. Para el director de Des Pacio, Federico Herrero, los ojos y las miradas son el elemento unificador de las pinturas de Aimee. “Sus pinturas están hechas para verse y para que correspondan a la mirada. Entablan un diálogo horizontal con el espectador. Esto rompe con la noción de que los cuadros solo existen para ser contemplados”, señala Herrero.
Se cierra el telón es la expresión más representativa de este intercambio visual. La obra nos muestra una fotografía de su recién fallecido padre y de la hija de Aimee, la artista Allegra Pacheco. La triste mirada de la hija contrasta con la expresión sonriente del padre y nos revela un momento íntimo y emocional.
La imagen fue intervenida con fragmentos de obras que dilucidan representaciones del paraíso y el inframundo pintadas por uno de los artistas predilectos de Aimee: el Bosco.
“Este cuadro es el contraste que hay entre muchas cosas: la vejez y la juventud, la belleza y la fealdad, y la vida y la muerte. Incluí un telón porque, para mí, la vida es una obra de teatro”, dice Joaristi con cierta añoranza.
El collage Se cierra el telón da clausura a este capítulo de la vida de Aimee Joaristi. Por el momento, se gesta una nueva etapa de experimentación artística y exposiciones en galerías europeas: más fragmentos de un libro de vida escrito con geometría y color.
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Visite la exposición. Mirada fractal estará abierta hasta el viernes 20 de septiembre en la galería Des Pacio (avenida 7 y calle 15, San José). El horario es de martes a sábado de 12 m. a 6 p. m. Teléfono: 8548-4809.
En noviembre, Des Pacio se trasladará a un edificio ubicado entre la avenida Central y la calle 11.