Uno no conoce barrio Amón hasta que se extravía en sus calles. Me ha ocurrido dos veces: una vez, al atardecer, tratando de encontrar un café que ya no existe (aunque hay más de otra docena en la zona); la segunda, dentro de una casa, en la que cada puerta parecía llevar a un laberinto (de cierto modo, todas conforman una cálida colmena).
Pero la costumbre no borra la sorpresa: este vecindario josefino, nacido a fines del siglo XIX, es una las zonas de la capital más intensas en cuanto a actividad cultural y artística, y foco de algunas de sus iniciativas más emocionantes. Aquí vemos el San José que fue y también el que será –o podría ser–.
En su tercera edición, el festival Amón Cultural se propone regalarle a sus visitantes una extensa muestra de lo que ofrecen sus vecinos. Participan instituciones y negocios como Teorética, Amón Solar, Galería Talentum y Libros Duluoz, entre otros, así como restaurantes (como Il Gattopardo, Alma de Amón y Susbida). Esta edición se dedicará a la Alianza Francesa, que cumple 70 años de trabajo en el país y que ocupa una casa de 120 años en el barrio.
Más de 70 actividades gratuitas, de 10 a. m. en adelante, reunirán conciertos ticos e internacionales, pintura al aire libre, exposiciones artísticas, teatro, danza, intervenciones urbanas y videomapping en una celebración de la comunidad.
Otro Amón. Uno puede vivir toda su vida ignorando a los vecinos, pero con el tiempo, las memorias de todos se entrelazan y se refuerzan. Amón Cultural es un festival de verano que, consciente de las redes de las que depende, se ha extendido más allá del primer fin de semana de marzo.
“El festival propone que vengan a disfrutar arte al aire libre y conocer barrio Amón. Esa misma propuesta nos la hacemos hacia adentro: también los que vivimos aquí o tenemos nuestros negocios aquí, nos conocemos mejor, aprendemos a trabajar juntos, a ayudarnos, a apoyarnos”, dice Alexandra de Simone, coordinadora general del proyecto (desde la Unidad de Cultura del Tecnológico de Costa Rica en San José, TEC).
Como explica la gestora cultural, el festival procura diferenciarse de propuestas urbanas similares hacendo que el protagonista sea el barrio, no una persona ni una institución, además de que no se trata de un evento comercial. “Lo principal es mostrar la capacidad cultura instalada en Amón y su belleza escénica, mostrar que es posible convivir de manera segura por medio de arte”.
En el 2014, el grupo de trabajo del TEC realizó un censo de 278 inmuebles. “Salieron cosas interesantísimas, algunas tristes y otras alentadores”, dice Mariela Hernandez, de gestión cultural del TEC. De los 278 inmuebles, 68% se dedicaba a actividad comercial, y solo 32% era de uso residencial.
Dentro de esa actividad comercial, resaltaron dos cosas: primero, que había ya 24 parqueos, en una zona que alberga un rico patrimonio arquitectónico; por otro lado, que algunos, con distintos grados de legalidad, eran núcleos de trabajo sexual (algunos negocios han sido allanados recientemente).
“Desde el 2009 se detectó un proceso muy grande de despoblamiento; lo que trae a menudo es la gentrificación ‘mala’, como los hoteles ‘feos’”, dice De Simone. “Había una amenaza vivida por los vecinos con mucho dolor y mucho miedo de que un hermoso barrio donde habita no solo su memoria íntima y familiar, que no está solo en edificios, sino en sus mentes, se estaba degradando”.
No obstante, también detectaron el valor de la cultura en la zona: podía ser la primera vía para la recuperación. Si uno recorre barrio Amón cualquier día del año, encuentra una agenda cultural tan activa quepocas zonas de San José son comparables.
En su apretada docena de cuadras, Amón concentra más de 25 instituciones culturales, muy relevantes para San José, como galerías y organizaciones de arte, salas de teatro y conciertos, talleres de artistas, tiendas de diseño, espacios gastronómicos diversos...
“Todas esas nuevas iniciativas representan resistencia del barrio ante ese proceso de degradación. Hemos notado que ha atraído a este tipo de artistas y emprendimientos orientados a la cultural, al diseño y al arte. De eso queremos agarrarnos nosotros”, dice Hernández.
Incluso, desde su escuela de Administración, el TEC ha propuesta asesorías para las empresas culturales del barrio, que se desempeñan en un ámbito particularmente sensible a las carencias en la parte administrativa (escasos recursos financieros y humanos, necesidad de convocar públicos y clientes...).
Desde la concurrida segunda edición, realizada en el 2016, la Casa Cultural Amón del TEC ha albergado una decena de reuniones con vecinos, en las cuales recuperaron recuerdos y memorias, opinaron sobre el futuro que pueden construir para su barrio, y las iniciativas que desean potenciar allí.
“Hemos tratado de consolidar este tejido social que tenemos con los vecinos”, dice Juan Pablo Campos, productor general de Amón Cultural, enfatizando el valor de sesiones de planeamiento, información y evaluación hechas con vecinos.
Es revelador que, para Amón Cultural, “vecino” no significa solo “residente”, sino también los negocios activos durante el día y la noche, estudiantes de las distintas instituciones educativas e, incluso, aquellos que ya se mudaron a otra parte pero guardan cariño por el barrio.
A la hora de organizar el evento masivo, esas observaciones son fundamentales: “Hay que cuidar los flujos de público y la organización de seguridad y limpieza. Nuestra responsabilidad es con los vecinos. No podemos permitir que los vecinos no la pasen bien ni sean protagonistas”, dice De Simone.
‘Nos parece importante que toda la gente del barrio siga viviendo el festival como algo propio, algo bueno, algo que les permite ayudar a poner en valor el barrio’, opina. ‘Nosotros no sabemos muy bien qué es un festival urbano, lo estamos construyendo, pero sí sabemos qué no queremos que sea; deseamos mantenerlo como algo participativo e inclusivo’. El proyecto también ha coordinado reuniones con las autoridades y oficinas correspondientes de la Municipalidad de San José.
Extraviarse en barrio Amón para descubrir estos tesoros vivos se podría hacer cualquier día, pero la ventaja del festival de verano es que todo se tirará a la calle para lucirse. Es recomendable que asista desde la mañana, para que pueda conversar con calma con los distintos gestores y participantes. Al almuerzo, lo espera una docena de restaurantes. Por la tarde, la agenda de eventos se acelera, e incluirá talleres de teatro y arte para niños, presentaciones en vivo y visitas de puertas abiertas de algunas casas históricas e instituciones locales.
Como todo San José, a barrio Amón lo amenaza el olvido. A modo de resistencia, Amón Cultural recuerda lo antiguo y celebra lo actual.
Programación completa del Festival Amón Cultural