Después de una “cirugía” reconstructiva que duró seis meses, la histórica casona de Santa Rosa, en Guanacaste volverá a recibir visitantes a partir del domingo 24 de marzo. Este edificio patrimonial –ubicado dentro del Parque Naciona l Santa Rosa– tiene importancia histórica por haber sido escenario de la batalla en la que los soldados costarricenses expulsaron a los filibusteros, el 20 de marzo de 1856.
A pesar del significado que tiene en la historia de Costa Rica, de aquella entrañable casona sobreviven solamente dos bodegas de madera y un muro de piedra pues el edificio original fue demolido en 1894 para construir otro que, a su vez, fue destruido casi en su totalidad por un incendio en el año 2001.
Según explicó el arquitecto Adrián Vindas, director interino del Centro de Patrimonio, las obras recién concluidas corresponden a un segundo proceso de reconstrucción de este edificio para recuperar los elementos que se habían dañado por acción del clima y por falta de mantenimiento.
“El incendio del 2001 destruyó alrededor del 80% de la estructura pero, lamentablemente, en la reconstrucción que se concluyó en el 2002 se utilizaron materiales inadecuados y técnicas deficientes, por lo que a la fecha presentaba muchos daños”, dijo el funcionario.
De acuerdo con Vindas, el Centro de Patrimonio invirtió cerca de ¢300 millones en la reconstrucción de este inmueble.
El principal objetivo, dijo Vindas, fue recuperar al máximo el diseño original de un edificio representativo de la arquitectura de las haciendas ganaderas que aparecieron en Guanacaste a partir del siglo XVIII. “Su sistema constructivo consiste en paredes de bajareque; columnas, pisos, puertas, ventanas y soporte de cubierta en madera, muros de piedra y techo de teja”.
Fue necesario reemplazar un gran porcentaje de las piezas y elementos de madera, pues estaban en muy malas condiciones.
“Durante la primera reconstrucción se utilizó madera tipo guanacaste, pero ahora se sustituyó por gavilán y se le aplicó una sustancia llamada impregnante que protege las maderas que estarán expuestas a la intemperie”, dijo.
Una de las intervenciones más importantes fue la sustitución total del sistema eléctrico, desde detalles mínimos como colocar tomacorrientes “ocultos” hasta instalación de detectores de humos y alarmas contra incendios.
El experto Vindas destacó que actualmente el edificio en el cual funciona un museo, cumple con todas las condiciones de accesibilidad y seguridad que exige la Ley N.° 7600, entre ellas, rampas y barandas.