Aceptar que los comunistas desempeñaron un papel importante en la consecución de la reforma social de los años 40 será siempre controversial, no porque falten pruebas documentales ni testimonios orales debidamente recogidos, sino porque causa resquemores y perjudica intereses.
Ciertos católicos consideran ignominioso para la memoria de Víctor Sanabria, arzobispo de San José, que llegase a un acuerdo con Manuel Mora, el líder comunista y que se hicieran amigos. De lado calderonista (y de sus sucesores político-electorales), cualquier asociación con el mencionado líder trae inconvenientes pues en Costa Rica se han arruinado candidaturas electorales tildando al adversario de “comunista” (o “chavista”).
Los dirigentes calderonistas quieren mandar al fondo del olvido aquello del “caldero-comunismo”; por el contrario, los comunistas exageran la influencia de los suyos.
Sin embargo, la historia ha de escribirse con la mayor objetividad posible y nunca para favorecer una u otra parcialidad. Cuando escribí Secretos de un acuerdo. Monseñor Sanabria y Manuel Mora, junio de 1943, sabía que tropezaría con intereses y prejuicios.
Como el asunto aún despierta polémica, es mejor aclarar el panorama, aunque sea a grandes rasgos, antes de opinar sobre el artículo del doctor David Díaz Arias, ¿Hubo riesgo de golpe? (Áncora, 16/11/2014). Lo primero es recordar lo que demostró el doctor Gustavo A. Soto en La Iglesia costarricense y la cuestión social : la reforma tuvo como fuente la doctrina social de la Iglesia.
Lo segundo es anotar que lo doctrinal y lo político son realidades de órdenes distintos. Una cosa es tener unos ideales elevados, y otra, conseguir insertarlos en la Constitución y las leyes.
La realización de la reforma fue tripartita, lo que no contradice lo que demostró el doctor Soto sobre la contribución doctrinal católica. En orden de importancia, los actores principales fueron el propio Calderón Guardia, monseñor Sanabria y Manuel Mora, cada uno respaldado por sus respectivas instituciones.
En tercer lugar, debe indicarse que el gobierno del Calderón Guardia no podía sostenerse en el poder, ni llevar a cabo la reforma social, apoyándose en dos instituciones de suyo enemigas en lo doctrinal y lo político: la Iglesia y el Partido Comunista.
De allí surgió la necesidad del Acuerdo de junio de 1943, según el cual dicho partido cambia de nombre, pasa a denominarse Vanguardia Popular y acepta el programa social de Calderón Guardia, basado en las encíclicas papales. En contraparte, la Iglesia permitirá que sus fieles ingresen en Vanguardia Popular y sus sindicatos (si lo desean) y fundará un sindicato de orientación católica.
El complot . Algunos historiadores han afirmado que esa transacción se debió a una trampa que Mora le tendió a Sanabria, quien, engañado, debió aceptarla. La documentación que yo publico en Secretos de un acuerdo refuta de modo incontrovertible tan falaz supuesto.
Tampoco han faltado estudiosos que nieguen la veracidad de lo dicho por Manuel Mora en una entrevista que concedió al doctor Óscar Aguilar Bulgarelli, en la cual sostiene que un grupo de capitalistas lo invitó a participar en un complot para derrocar a Calderón Guardia. En lugar de secundar a los golpistas, Mora ofreció a Calderón la contribución de su partido a cambio de impulsar las Garantías Sociales y el Código de Trabajo.
Según se acepte o se rechace como verdadero lo afirmado por Mora, cambia necesariamente la interpretación histórica.
La credibilidad que puede otorgarse a Mora no radica solo en su propio testimonio. ¡Hay otro testigo! El recordado Guillermo Villegas entrevistó a la señora Ivonne Clays, primera esposa de Calderón Guardia y primera dama durante su gobierno. La entrevista se publicó bajo el título de El otro Calderón Guardia (1985).
Clays era políglota, persona de exquisita cultura y sensibilidad social, y colaboró en las tareas gubernamentales. Conviene recordar que don Guillermo entrevistó a numerosos protagonistas del decenio de los años 40, en especial a combatientes de los dos bandos de la guerra civil, dejando un legado invaluable.
Resulta chocante que Iván Molina trate de descalificar a Guillermo Villegas asegurando que, en la entrevista a Clays, acomodó las preguntas para favorecer respuestas de su conveniencia.
Ivonne Clays. En dos ocasiones, doña Ivonne se refiere a la mencionada conversación entre Calderón y Mora. Para que cada cual se forme su propio juicio, las reproduzco con su contexto.
Villegas : –Don Jorge [Hine] fue designado en la Presidencia con el Doctor (hoy se diría vicepresidente) y más tarde rompió con él. Incluso según unas declaraciones que en una oportunidad dio don Manuel Mora, don Jorge fue una de las personas que estuvo tratando de fomentar un golpe de Estado en contra del doctor.
Doña Ivonne : –Cómo no, pero don Jorge Hine era una bella persona, no se puede negar. Era un caballero, pero era un poquito superficial. Era un señor de sociedad, del Club Unión, de todas esas cosas superficiales de la sociedad que nosotros conocemos, que en todas partes del mundo son iguales. [...] Cuando el gran capital se le tiró encima a Rafael Ángel, Jorge Hine no tuvo la estabilidad ni la madurez para darle el apoyo que tanto necesitaba, sino que se le hizo a un lado, a pesar de ser el designado a la Presidencia [pp. 34-35].
En la página 40 se lee:
Villegas : –En ese tiempo, durante la tramitación de las garantías sociales, don Teodoro Picado aparece como el candidato a la Presidencia y comienzan las relaciones con el partido comunista.
Doña Ivonne: –Exacto.
Villegas: –Es cuando Manuel Mora le ofrece su apoyo al doctor para que no lo quiten.
Doña Ivonne : –Así es. Yo tengo que reiterar que se prefirió a don Teodoro Picado porque estaba más preparado para luchar contra León Cortés, porque Rafael Ángel estaba convencidísimo de que, si volvía al poder, León Cortés derogaría sus leyes sociales”.
No encuentro en Villegas ningún afán alevoso de inducir respuestas mediante preguntas tendenciosas. Los señores David Díaz e Iván Molina tendrían que hacer un análisis convincente para demostrar que Villegas actuó de modo anticientífico. Ese análisis no existe.
Aunque Díaz no las toma en cuenta, pero debería, en fechas recientes han aparecido dos publicaciones que tratan del asunto. La primera, de mi autoría, Veracidad de Manuel Mora sobre intento de golpe de estado a Calderón Guardia ( Diario Extra , 14/10/2014). La segunda es de don Óscar Aguilar Bulgarelli, Mi entrevista con don Manuel Mora Valverde ( Extra , 28/10/ 2014). A ellas remito para más información.
No dispongo de espacio para aclarar otras confusiones de Díaz. Sin embargo, no quiero dejar pasar la siguiente. Afirma Díaz:
“Lo que dicho acuerdo venía a sellar era la posibilidad de una unidad electoral entre el PVP [Vanguardia Popular] y el PRN [Partido Republicano Nacional, calderonista] (¡algo que nunca menciona Picado!)”. Sin embargo, Díaz no leyó bien pues escribí en la página 156 de Secretos de un acuerdo :
“Se fortalece, también, el criterio de quienes, como Eugenio Rodríguez Vega, observan que monseñor Sanabria dio un apoyo indirecto al calderonismo (y por ende a las aspiraciones presidenciales de Teodoro Picado) y al recién creado Vanguardia Popular, con lo cual incursionó en un campo minado, todo con la finalidad ya atestiguada de conseguir la aprobación de las leyes sociales”.
En síntesis, un testigo, y muy calificado, Ivonne Clayss, avala lo dicho por Manuel Mora en la entrevista más discutida de la historiografía nacional. Quizá haya una nueva oportunidad para rebatir otras afirmaciones de David Díaz.
El autor es teólogo y director del Instituto Arquidiocesano de Investigaciones Históricas.