A fines del siglo XIX, un viento extraño llevó a Paul Gauguin a Tahití. El sensible francés se deslumbró con la exuberancia y el color de la isla tropical. Podríamos decir que aprendió a ver el mundo nuevamente. También podríamos decir que a eso aspira la exposición Herencia del arte , en la Galería Nacional.
En el Museo de los Niños, se reúnen más de 150 piezas de los más diversos artistas del mundo y se mostrarán durante dos meses, a partir de hoy. Esta selección de arte de los cinco continentes arribó a la galería con motivo del 20.° aniversario del museo. Es la colección Bimelo , propiedad de un galerista francés que reside en Costa Rica.
Allí están Gauguin con sus estampas de las Islas Marquesas, sensuales líneas de las mujeres de Picasso, la explosiva belleza de la Marilyn Monroe de Andy Warhol y un recio Busto de Madame Renoir , mujer de Pierre-Auguste.
A los maestros de antaño se unen algunos de los artistas contemporáneos más importantes de las últimas décadas, como Louise Bourgeois, Anish Kapoor, Damien Hirst – el artista más rico del mundo– y Gerhard Richter –el pintor vivo más cotizado de la actualidad –.
La exhibición estará abierta hasta el 28 de junio y la entrada es gratuita. Además, ofrece la posibilidad de recorrerla en visitas guiadas que enriquecerán el conocimiento de las piezas para el visitante.
Formas de ver. Uno mira fijamente el enérgico minotauro de Picasso que se abalanza sobre la amazona. Baja la mirada y se encuentra con el fiero combate entre Teseo y el Minotauro de Jacques Lipchitz, en puro bronce...
Al lado, Olga Picasso –en un dibujo– contempla la batalla y su vecina inesperada es una máscara de la tribu dogón de Mali. ¿Qué las hizo compartir la sala? ¿Qué las une?
Una de las cualidades de la colección Bimelo es su diversidad: reúne las grandes firmas del arte junto a misteriosas obras anónimas. Un conjunto de máscaras de África y Asia es el vínculo del arte antiguo con el contemporáneo. Es una forma de decir que, en el fondo, siempre hemos estado comunicándonos lo mismo con nuestro arte.
La más antigua de las máscaras fue hallada por accidente contiguo al río Níger, en África occidental. Es una cara de terracota de la tribu nok, de más de 2.000 años.
Es la madre antigua de esa fascinación que nos producen los rostros, como el que la fotógrafa estadounidense Cindy Sherman halló en el suyo. A lo largo de los años, se ha autorretratado con distintos disfraces, y aquí hallamos uno.
El arte fotográfico se luce en otras sobrecogedoras imágenes, como el retrato de un miembro actual del Ku Klux Klan y la Madonna Negra del polémico fotógrafo Andrés Serrano.
Herencia del arte permite conocer las obras por sí mismas: uno debe acercarse, mantener la mente abierta y establecer las relaciones que desee entre las piezas. A veces, son claras: el arte pop europeo de Erró se emparenta con el de Warhol y Jasper Johns.
En otras, las salas son invitaciones a imaginar, como las conexiones intangibles entre las máscaras rituales del Tíbet, una instalación sonora de Anish Kapoor y una pintura abstracta llena de movimiento de Gerhard Richter.
Alma y cuerpo. El recorrido está lleno de sugerentes hallazgos. En una sala vemos a una muñeca rosada, cruzada por cicatrices y sin brazos. Su grito ahogado por una caja de vidrio resuena con el dolor y la fuerza de su creadora, Louise Bourgeois, una de las grandes artistas del siglo XX.
La suya, como otras piezas, subraya lo cercanas que pueden ser nuestras preocupaciones, así como las maneras tan distintas en las que podemos expresarlas –tanto en técnicas como en conceptos –.
“Los temas son universales. Casi siempre hablamos de lo mismo, nada más que con diferentes herramientas y posibilidades”, dice el director de la Galería Nacional, Sebastián Mello.
¿Qué aleja los estudios de la emoción de Jean-Michel Basquiat de las máscaras rituales de Mali? ¿Son tan distintas las fotos jóvenes desahuciados de Larry Clark de las esculturas de esclavas desposeídas, cargadas de abalorios, de Vanessa German?
Una de las ventanas de Herencia del arte permite dar un vistazo al otro lado del Pacífico. Un hombre lame el suelo y toca con la punta de la lengua un billete: busca una conexión con lo que define su identidad en la nueva China. Es la obra Communication , de Cang Xin, uno de los destacados artistas contemporáneos del país asiático.
Así como la economía, el arte chino ha vivido un auge en los años de transformación que vive el país, entre la tradición y el mercado en ebullición (como los escolares con paisajes tradicionales pintados en el rostro de Huang Yan ).
El montaje da a cada obra espacio para apreciarla, y las cédulas aportan datos para poner en contexto el origen de varias de las piezas.
La forma de recorrer esta exposición es jugando y perdiéndose. No hay líneas directas que conecten una pieza con otra; no hay senderos establecidos. Esta es la humanidad: esta es la expresión del mundo que vivimos, destilada en obras que pasean por el mundo en unos cuantos pasos.
En compañía. Si usted desea profundizar en la historia y los significados de las obras, puede tomar una de las visitas guiadas que ofrecerá la Galería Nacional. Puede reservarlas para grupos de un mínimo de siete personas a partir de este lunes. Llame al 2258-4929, extensión 146 o escriba al correo galerianacional@museocr.org para elegir fecha y hora del recorrido. Las visitas guiadas tienen un valor de ¢1.000 para nacionales y $10 para extranjeros. La entrada regular a la exposición es gratuita. El horario de la Galería Nacional es de lunes a viernes, de 8 a. m. a 4:30 p. m. Los fines de semana, es de 9:30 a. m. a 5 p. m.