El 25 de julio se conmemora la anexión del partido de Nicoya a Costa Rica, hace 199 años. La frase “De la patria por nuestra voluntad” invita a entender la anexión como un proceso de “cabildo abierto”, tal y como lo expresa el acta del 25 de julio de 1824.
No obstante, una particularidad es que, de los 25 firmantes del acta de anexión, 10 pertenecían a un mismo linaje: el Briceño Viales.
Por consiguiente, interesa saber quiénes eran ellos y en cuáles ámbitos se desarrolló esta prosapia nicoyana, que le permitió representar un 40% de los firmantes del acta de anexión.
La unión de los linajes Briceño y Viales se produjo a partir de los matrimonios de los hermanos Luis y Manuel Briceño con las hermanas Mauricia y María del Carmen Viales. El desarrollo de las redes familiares y de solidaridad les permitió también emparentarse con otras familias en la región, como los Ramos, los Rivera y los Moraga.
Así lograron afianzar su prestigio y su dominio en la región, y se destacaron en los aspectos social, económico, religioso, militar y político en Nicoya. Recordemos que esta región era el centro político del partido.
La institución familiar. Como “institución”, aquella familia cumpliría un papel significativo debido a que es probable que legitimase el acceso al poder de los individuos, por lo que sus carreras políticas pudieron depender en gran medida de la aceptación y el aval de las élites gobernantes.
Por consiguiente, como bien lo señala el historiador Eduardo Madrigal en su tesis doctoral, en la colonia, los hilos del poder eran hilos de familia. Así, las uniones familiares se realizaban por conveniencia, buscando acrecentar el poderío económico y el prestigio social, y procurando una vía directa para ocupar los mayores puestos políticos (en el caso de los varones).
Así, ese mecanismo se usaba a fin de conseguir el apoyo de suegros poderosos para que los yernos pudieran acceder a puestos de poder político. Por tanto, la familia se había convertido en una estrategia de ascenso y éxito sociales.
Lo económico. Un aspecto vital para comprender la hegemonía de los Briceño Viales es la tenencia de la tierra ya que esta les permitió obtener beneficios económicos por medio de la principal actividad lucrativa de la época: la ganadería.
Aquella familia obtuvo una cantidad importante de terrenos, unas veces como caballerías, hatos y sitios, otras veces como haciendas.
En suma, en 50 años, los Briceño Viales obtuvieron más de 10.000 hectáreas representadas en caballerías, cifra que podría quedarse muy corta ya que el tamaño de las haciendas no aparece registrado en los documentos coloniales previos a 1850, y de las cuales, en promedio, la familia Briceño Viales poseyó 16.
La ganadería era la base de un desarrollo económico importante; es probable que permitiera acceder a la política, así como también facilitase el desarrollo de vínculos con otras élites regionales de Centroamérica, especialmente con las de Guatemala –el destino principal de la comercialización ganadera–, y con la misma Costa Rica.
Las milicias. A mediados del siglo XVIII, la Corona española inició un acercamiento a las élites locales al dotarlas de rangos militares. Así, por ejemplo, la Audiencia de Guatemala buscó ganar su lealtad y permitirles la creación de una vía directa para lograr la obtención de los principales puestos políticos a través del prestigio de las milicias.
Los rangos militares fueron una constante en la familia Briceño Viales. En ella hubo desde cabos hasta coroneles. Incluso, no es de extrañar que, de los 25 firmantes del acta de anexión, 9 tuvieran rango militar. Esto confirma que las milicias dejaron de ser defensivas para convertirse en una vía de prestigio y legitimación de las élites locales. Así lo asegura el historiador Juan Marchena Fernández en su libro Ejército y milicias en el mundo colonial americano.
Un ejemplo de lo anterior se evidenció cuando, en el acta de anexión, Nicoya solicitó a las autoridades de Costa Rica que la defendiese ante una eventual invasión de Nicaragua pues Nicoya solo tenía 26 fusiles inútiles. Por consiguiente, en 1824, las milicias no estaban para resguardar el territorio, sino para dar prestigio a las élites locales.
Al mismo tiempo, es posible que la familia Briceño Viales aprovechase su prestigio social para asumir los principales puestos políticos del cabildo de Nicoya.
Lo religioso. Las cofradías también fueron instituciones utilizadas por la prosapia Briceño Viales ya que, además de la vinculación religiosa, las cofradías les permitieron interactuar con otros grupos.
El vínculo religioso facilitó, a los Briceño Viales, el obtener beneficios económicos pues aprovecharon los censos y los arrendamientos; además, ocuparon puestos privilegiados, como el de mayordomo de cofradías. Obtuvieron así réditos importantes pues la administración de los bienes incluía hatos, caballerías y ganado, entre otros tipos de riquezas.
Las capellanías pudieron cumplir un papel relevante porque su creación obedecía principalmente al propósito de salvar las almas por medio de la celebración de un número determinado de misas a nombre del fundador de la capellanía. Esta también financiaba los estudios de sacerdocio de algún miembro familiar o allegado.
Los fundadores de las capellanías debían pertenecer a grupos socioeconómicos pudientes.
Esas personas incluían la fundación de capellanías en sus testamentos, tal y como lo señala la historiadora Elizabeth Fonseca en su libro Centroamérica: su historia. Los Briceño Viales fundaron varias capellanías.
Lo político. La injerencia de la familia Briceño Viales se reflejó en los mayores puestos políticos del ayuntamiento de Nicoya. Según las actas municipales de 1813, y las de 1820 a 1824, en promedio representaron el 60% de los miembros electos del cabildo.
Debemos recordar que, de 1814 a agosto de 1820, no hubo actas municipales pues la vuelta del rey español Fernando VII al poder dejó sin efecto las Constitución de Cádiz, que había legitimado la elección de los cabildos. Entre 1825 y 1848, los Briceño Viales ocuparon el 74% de los puestos de la alta jerarquía municipal.
Así pues, la anexión del partido de Nicoya fue una decisión que probablemente recayó en una familia influyente, con un prestigio significativo. Sus integrantes monopolizaron amplia parte del poder de 1813 a 1824.
Además, Santa Cruz apoyó la decisión de Nicoya de aceptar la invitación a anexarse a Costa Rica, posiblemente gracias a la creación del ayuntamiento santacruceño en abril de 1824.
Villa Guanacaste solamente aceptó la anexión diez años después, aunque ese vínculo ya era inevitable pues el número de los habitantes de Nicoya y Santa Cruz llegaban, juntos, al 77% de la población total del partido de Nicoya.
En resumen, el proceso de anexión fue un acontecimiento que marcó la historia de Costa Rica y también la del territorio del partido de Nicoya porque allí se manifestó la injerencia de una red de poder representada por una familia en especial: la Briceño Viales. Su poderío económico y principalmente político le permitió ser la élite local gobernante.
En Nicoya se configuró una élite de poder local claramente definida ya que numerosos puestos del ayuntamiento de Nicoya fueron ejercidos por la familia Briceño Viales. Ellos fueron electores o elegidos de 1813 a 1848.
De ese modo se creó un vínculo inquebrantable con el ayuntamiento pues, de 1813 a 1824, como electores del cabildo, los Briceño Viales representaron un 48%; y, como elegidos (miembros propiamente), el 60%. Entonces, ¿fue realmente la anexión a Costa Rica el acuerdo de un cabildo abierto o una decisión familiar?
Nota del editor: Este artículo se publicó originalmente en La Nación el 21 de julio del 2013. Se editaron, ahora, datos como los 199 años que se conmemoran este 2023 de la Anexión del Partido de Nicoya.