La obra Como gustéis de William Shakespeare es, como dice su título, para el gusto de todos. Basada en una antigua comedia pastoral llamada Rosalyn de Thomas Lodge, el Bardo de Avon, con su genio, la toma y la reescribe titulándola As you Like it ( Como gustéis ). Título muy apropiado porque esta pieza puede ser interpretada de diferente manera, según el gusto o la sensibilidad de cada quien; algunos la disfrutarán más que otros, pero, por lo general, es del agrado de todos. Pensamos que Shakespeare desearía que viviéramos todos en armonía, con una buena disposición ante la vida, con mucha alegría, sentido común y, desde luego, una buena dosis de amor.
Las personas que han visto o leído esta obra, la recordarán como una comedia agradable romántica, poética. Tiene música, lindas canciones y cuenta con los ingredientes usuales de las comedias pastorales del Renacimiento, en la tradición bucólica de Petrarca. Su tema es la vida en el campo, en contraste con la de la ciudad, donde la acción siempre ocurre en una Arcadia romántica en la que florece el amor, el romance y todo termina felizmente, como ha de suceder en este tipo de comedia.
Otra lectura
Sin embargo, un estudioso de Shakespeare, sin duda, va a encontrar un cúmulo de significados y conocimientos sobre las relaciones interpersonales que va más allá de una lectura convencional, porque el tema es el amor y el Bardo, bien sabemos, es gran conocedor.
Ha de admirarse, entonces , como suele suceder, de la profundidad y sabiduría que este autor tiene de la psiquis humana y podrá entonces confirmar, una vez más, lo que con tanta frecuencia se dice: “Antes de Freud, estaba Shakespeare”.
Por otra parte, habrá de impresionarle también lo contemporánea que es, sobre todo en lo referente a problemas de género e identidad sexual que, como sabemos, están a la orden del día.
¿Qué cuenta?
Este es su argumento: El duque Federico ha desterrado de sus dominios a su hermano mayor y lo ha despojado de sus bienes, obligándolo a buscar refugio en el bosque de Arden, pero ha permitido que Rosalinda, su bella sobrina, permanezca en el palacio para que le sirva de compañera a su hija Celia.
Rolando de Bois, quien ha heredado, por mayorazgo, la hacienda de su familia siente una fuerte envidia hacia su hermano Orlando, a quien trata como un peón y lo hace objeto de todo tipo de vejaciones. Este último decide sublevarse y le reclama a su hermano el derecho que tiene de ser educado y tratado de acuerdo con su alcurnia, ya que ambos son hijos del mismo padre.
Orlando, joven inteligente, apuesto y vigoroso, está dispuesto a medir sus fuerzas en un combate con Carlos, luchador al servicio del duque Federico, que tiene fama de invencible. La contienda tiene lugar en uno de los jardines del palacio. Orlando derrota al luchador. En esta oportunidad, el joven conoce a Rosalinda; se enamora ardorosamente de ella y es correspondido de igual manera. De regreso en su casa, Orlando se entera, por medio de su fiel y anciano criado, Adán, de que la envidia y el rencor de su hermano han crecido al conocer la victoria lograda y que este tiene la intención de acabar con su vida. Aconsejado por Adán, Orlando huye en su compañía y se refugia en el bosque de Arden.
El duque usurpador, celoso del cariño que el pueblo le tiene a la dulce y bondadosa Rosalinda, ordena a su sobrina abandonar de inmediato sus dominios, so pena de muerte. Al saberlo, su prima Celia, que la adora y no quiere separarse de ella, decide acompañarla en el destierro y juntas van en busca del padre de Rosalinda.
Para mayor protección, Rosalinda se disfraza como hombre con el nombre de Ganímedes, y Celia, de pastora, con el de Aliena; juntas parten al bosque de Arden, acompañadas por el bufón de la corte Touchstone (piedras de toque).
Rosalinda y Celia se instalan en una modesta cabaña en el bosque. Pronto, Rosalinda, disfrazada de Ganímedes, se encuentra con Orlando que, como ya sabemos, sufre mal de amores a causa de su encuentro con ella en la contienda.
Ganímedes le dice a Orlando que lo curará de su mal si él acepta un juego que consiste en tratarlo como si él fuera la propia Rosalinda, para aleccionarlo en el juego del amor. Así empiezan las lecciones de amor que Ganímedes-Rosalinda le imparte a Orlando. El bosque, como hemos dicho, está lleno de melodías con el canto de los pájaros, de la fragancia de las flores. Todo un ambiente bucólico que invita al amor.
Nos divierten las situaciones cómicas que se dan, como consecuencia del atractivo homoerotico que Orlando siente por Ganimedes, ya que este le recuerda a la mujer que ama o la pasión que Ganímedes despierta en Febe, una pastora que se ha enamorado locamente del doncel, creyendo que es un hombre o quizás atraída por sus rasgos femeninos –de alguna manera, el supuesto joven no los ha podido ocultar–.
Lo andrógino
De todos estos enredos podemos observar que, en esta comedia, todo versa alrededor del tema del amor y sus variantes. Sin embargo, llama la atención, primordialmente, que en el juego amoroso lo andrógeno es lo que predomina y es la dinámica de la acción porque contempla, a la vez, la parte, femenina y masculina del ser humano.
Nos dice Harold Bloom, el gran especialista de Shakespeare, que Como gustéis no es una obra sobre homosexualismo, sino que contempla las estrechas fronteras entre lo masculino y femenino.
Shakespeare nos introduce a un mundo donde hombres y mujeres se sienten libres de explorar las características del sexo opuesto, consecuentemente en un mundo donde el concepto “sexo opuesto” carecería de sentido.
Al comenzar la obra, vemos a Rosalinda, la protagonista, vestida con los atuendos que corresponden a su sexo y a Orlando vestido como les corresponde a los de un varón. Rosalinda es tratada como un objeto pasivo y actúa de esa manera.
Por otra parte, Orlando asume el rol del hombre fuerte que, físicamente, responde al tipo masculino y lo ha demostrado al vencer a Carlos el luchador de la corte. Ellos asumen sus roles sociales. Rosalinda representa lo femenino y Orlando, de igual manera, personifica las características masculinas.
Sin embargo, una vez que entran al bosque de Arden estos roles cambian dramáticamente. Rosalinda viste como un varón y asume la personalidad masculina, como Ganímedes. Por otra parte, Orlando se afemina y pierde un poco el contorno que define su masculinidad; se vuelve romántico y escribe poesía.
Bien podría decirse que Arden representa idealmente la búsqueda de la libertad, ya que Shakespeare utiliza el bosque y la ciudad como símbolos. En la ciudad todos somos como se supone que debemos ser: las mujeres son mujeres y los hombres son hombres, de acuerdo con los patrones convencionales. Cada uno sabe su lugar y de esa manera se enfrentan con sus condiciones individuales. Una vez que salen de la ciudad, los problemas cambian; todo cambia en el bosque. Los hombres pueden ser románticos en el amor y no les importa ser objetos pasivos de la relación con la mujer, mientras que ella puede ser fuerte y ejercer el control de la situación, como lo hace Rosalinda en bosque de Arden, ya que es ella quien resuelve todo lo que acontece a su alrededor.
Si lo andrógino no hubiese sido un elemento definitivo, Rosalinda no se hubiese vestido de hombre y actuado como tal; habría mantenido las características sociales femeninas convencionales y no habría ejercido ningún control sobre su vida, como ser independiente, mientras que Orlando, encarnando el papel del hombre fuerte, habría entonces salvado a una desvalida Rosalinda, de los peligros del bosque, como lo habría hecho un caballero andante. Tampoco habría sido necesario establecer los espacios de la bosque y la ciudad.
Un cambio
Tradicionalmente, la masculinidad y la feminidad han sido considerados como polos opuestos. Dentro de esta dicotomía se podían tener rasgos masculinos o femeninos en mayor o menor grado, pero nunca ser ambas cosas a la vez. Consecuentemente, los roles de género estaban rígidamente ligados al sexo. El ser masculino o femenino dependía básicamente de ser hombre o mujer. Se pensaba que la personalidad masculina se caracterizaba por una serie de cualidades indiscutibles, entre otras, la fortaleza basada en la fuerza física, una inteligencia superior, una visión analítica de la realidad, por lo que solo a él le era permitido resolver los grandes problemas, como son los del manejo del Estado, la política, la economía, etc. Además, en ese marco de autoridad, se destacaba también el hecho de ser dueño de una sexualidad, activa y dominante.
Según esa visión convencional, a la mujer, en cambio, por no ser poseedora de un tipo de inteligencia semejante a la del hombre, no se le permitía resolver problemas fundamentales porque se suponía que la emoción, una de “las características femeninas”, le impide razonar con objetividad. Su expresividad estaba adecuada a los valores estéticos y religiosos; su personalidad era determinada por la afectividad y, en cuanto a lo sexual, a la mujer se le atribuía un papel pasivo y restringido.
Esta categorización ha sido cuestionada, desde las últimas décadas del siglo pasado por la psicología social, que ya no considera la masculinidad y la feminidad como dicotómicas. Acepta el hecho de que las personas exterioricen los rasgos o atributos que antes eran exclusivamente asignados en cada género. Desde esta perspectiva, la androginia cobra una especial importancia en los comportamientos sociales. A los hombres no les importa llevar el pelo largo o usar aretes o la mujer pantalones o indumentaria masculina.
Lo extraordinario es que Shakespeare ya en su tiempo observó la contradicción y, por eso, nos invita al bosque de Arden donde los personajes, alejados de la rigidez de las normas sociales, pueden sentirse libres de expresar los dictados de sus propias naturalezas y trascender sus roles de género.
Homoerotismo
El siguiente aspecto que explora el Bardo en Como gustéis es el homoerotismo como elemento importante de las situaciones del amor y afecto que se dan entre personas del mismo sexo. Este es el caso de Celia y Rosalinda, quienes son amigas íntimas –casi hermanas– y la cercanía de su relación, a veces, parece más intensa que la de una amistad corriente. “ Adondequiera que íbamos, cual cisnes de Juno íbamos juntas y unidas ”.
No obstante, en este aspecto debe distinguirse también la diferencia que existe entre el homoerotismo y el homosexualismo, ya que, al final, en esta comedia, son las parejas de hombre y mujer, sin duda alguna, las que se juntan para ser felices.
También es digno de notar que la relación homoerótica la encontramos con frecuencia en Shakespeare, como puede advertirse en el amor o afecto que siente Mercucio por Romeo, Emilia por Desdémona, Antonio por Bassanio y aun, por qué no, Horacio por Hamlet.
Quizá, Shakespeare explora el elemento afectuoso entre personas del mismo sexo para decirnos que es cosa corriente y no una razón para sentirse avergonzado.
Simpático bufón
El Bardo tampoco deja por fuera el amor carnal, que protagoniza Touchstone, el más ocurrente y simpático bufón de la obra shakespeareana. Touchtone que siempre ha declarado sus gustos por la vida cortesana, en Arden, cae doblegado por el amor lujurioso que le despierta Audry, una pastora ordinaria, que no es bella, ni graciosa ni culta, pero que el bufón declara ser como muy eficiente en la cama.
Por último, encontramos a Jacobo, que representa al hombre solitario y nostálgico, quizá por un amor no hallado, perdido o rechazado, o porque intuye que el amor podría ser tan solo una ilusión. Este es, para mí, uno de los personajes secundarios más hermosos en Shakespeare cuyo soliloquio dice en primeras líneas : El mundo es un gran teatro,y los hombres y mujeres son actores.Todos hacen sus entradas y sus mutisy diversos papeles en sus vidas.