La noche en Miami está desierta. Diminutas ventanas emiten destellos de luz amarilla que revisten un imponente edificio de apartamentos. En una de ellas se observa a una figura humana; parece ser un hombre. “Él está solo en el vacío de la ciudad”, dice el creador de la obra, Luciano Goizueta Fevrier, un costarricense de ascendencia argentina con gruesa barba y flaco cuerpo quien, con 32 años, ha probado ser un maestro de la pintura. La imagen urbana trae recuerdos a Goizueta:
–Tenía diez años cuando viajé a Buenos Aires por primera vez. Iba junto con mi madre a conocer a mi familia. Me maravilló ver los grandes edificios con ventanitas. Cada una parecía un pequeño universo. Creo que esa visita a Sudamérica influyó mucho en mi arte. Desde entonces me fascina pintar ciudades.
Luciano comprueba su interés por el paisaje citadino en Ausencia, una exhibición de 13 acrílicos de gran formato que nos invita a recorrer las calles de diversas partes del mundo, como Zürich (Suiza), Nueva York y Buenos Aires. La muestra puede apreciarse en el espacio cultural Equilátero.
Para Goizueta, el ambiente urbano es solo un escenario a fin de explorar lo tangible del vacío, la materialidad de la ausencia. Así, una rara soledad invade las ciudades usualmente concurridas, un negro profundo sustituye a los objetos en contextos cotidianos, y un agua quieta y celeste –de apariencia casi sólida– inunda las calles.
“La muestra está conformada en su mayoría por tres series que he desarrollado durante este año: Ausencia , Nocturno y Vacío . Solo hay dos cuadros anteriores”, dice Luciano.
Las obras de Nocturno surgen de la representación del paisaje urbano a partir de la luz. En ellas, el color negro domina el lienzo, y los edificios y las calles parecen surgir de las fuentes luminosas.
“Los espacios negros que podrían entenderse como el vacío, terminan siendo objetos: allí siempre hay algo, lo que evidencia que el vacío es tangible”, explica el pintor y agrega: “En la realidad, el vacío es un sentimiento muy fuerte: muchas veces, la ausencia de algo o alguien se siente más que su presencia”.
A su vez, la serie Vacío juega con las ilusiones. Los objetos son aparentes, surgen por la luz y las texturas que los rodean: vemos su ausencia. “El objeto se revela, se descubre ante los ojos. Los cuadros comentan nuestra ingenuidad al creer que las cosas que utilizamos a diario son permanentes; en realidad son efímeras, volátiles”, dice Luciano.
El celeste inunda los cuadros que conforman la serie Ausencia. “Es el mismo tono de celeste que usaba en trabajos anteriores para representar un cielo innatural. Es un color plano en el cual no se ve el trazo de la brocha; esto permite que resalten los otros elementos de la imagen. Es como si se hubiese anulado una parte de la composición: da la sensación de vacío”, comenta el artista.
“En mis pinturas, las inundaciones son distintas de las reales: ocurren en lugares en los que normalmente no se producirían; además, el agua es de color celeste muy claro y puro, contrario al color del agua turbia y negruzca de un aluvión. Son inundaciones bonitas y agradables”, añade.
También son inundaciones extrañas: los pocos humanos que se presentan en los cuadros no están conscientes del agua; están inmersos en su cotidianidad.
Realidades de acrílico. Luciano Goizueta es un pintor viajero que recorre el mundo con una cámara en las manos. Así capta los objetos, los edificios y las calles que luego transforma en acrílicos deslumbrantes.
“Modifico las fotografías por medio de programas informáticos. Elimino cosas que no me interesan o acentúo otras que me llaman la atención. Luego dibujo –con lápiz blanco en papel negro– la fotografía intervenida. Generalmente hago varias ilustraciones para una sola obra. Por último traslado los dibujos al lienzo”, explica Luciano.
Goizueta afirma que plasmar sus ilustraciones hechas con lápiz en acrílico es un proceso de síntesis y de reinterpretación: omite elementos y cambia colores para lograr que las imágenes expresen las sensaciones que él desea.
Luciano es fiel al acrílico. “Pinto con ese material porque yo no me formé en pintura, sino que estudié diseño gráfico en la Universidad de Costa Rica. El óleo, por ejemplo, requiere una preparación técnica más elevada para lograr buenos resultados. Sé que pinto bien con acrílico; por esto lo utilizo”, comenta el artista.
Los años de formación como diseñador gráfico fueron vitales para Goizueta. “Los cursos de la Escuela de Artes Plásticas me ayudaron a entender las formas geométricas y volumétricas. Son aspectos que tengo en mente cuando pinto. Además, allí me eduqué en fotografía, muy importante para mí”, declara el artista.
Entre sus influencias, Luciano menciona artistas diversos, como el fotógrafo francés Henri Cartier-Bresson, el holandés Jeroen van Aeken (El Bosco) y el estadounidense Edward Hopper.
“Edward Hopper es mi mayor referente en pintura; lo admiro desde niño. Al ver de lejos un cuadro de él parece una fotografía, pero, si se observa atentamente, se aprecian los colores vivos y la omisión de elementos en la escena. Son imágenes muy apegadas a la realidad, pero los pequeños detalles revelan su imposibilidad”, opina el pintor.
“Al igual que Hopper, no me interesa llegar al punto en que mis obras se confundan con fotografías. Solo quiero emular la luz, que se aprecie como es en la vida real”, agrega el pintor.
Desde el 2004, Luciano Goizueta ha expuesto, de maneras individual y colectiva, en Costa Rica, México, República Dominicana, Suiza, Argentina, Estados Unidos, Panamá, China y Canadá. En el 2008 ganó el primer premio de Valoarte.
Luciano Goizueta siempre ha vivido en la imagen: “Desde los ocho años, pintar ha sido mi principal interés”. Bromea con que casi reprueba el primer grado de la primaria debido a que lo único que deseaba era pintar y dibujar. El resultado de su dedicación obsesiva se muestra impactante en los vacíos de sus ciudades de acrílico.
...
El vacío urbano. Ausencias, de Luciano Goizueta Fevrier, se ofrecerá hasta el 8 de junio en el espacio cultural Equilátero (centro comercial Vita, contiguo al plantel de la CNFL de San Rafael de Escazú, San José). Horario: de martes a sábado de 1 p. m. a 6 p. m. La entrada es gratuita. Para más información llámese al teléfono 8855-478.