La ciudad es una y es tantas. La de las vistas míticas y postalitas de colección, la de los contrastes enormes, la que criticamos y denunciamos, la caótica y violenta, la que valoramos por sus bellos rincones, edificios y espacios, la estigmatizada y que estigmatiza, la del turismo, la de las posibilidades, la de nosotros y de los otros...
Todas esas miradas son convocadas en la exposición La ciudad de los otros: deseos, fantasía y miedos desde la urbe , que se exhibe en los Museos del Banco Central (bajos de la plaza de la Cultura).
Esta es una de las tres muestras que reflexionan sobre la ciudad y sus utopías dentro del Paseo de los Museos, un recorrido desde la época prehispánica hasta la actualidad, que sirve para mostrar nuestro patrimonio y promover San José como un destino cultural y turístico.
La ciudad de los otros es una invitación a recorrer e interpretar la urbe desde las miradas ajenas.
Ofrece los puntos de vista que dejaron más de 25 artistas en 31 obras, las cuales fueron seleccionados en la investigación de la curadora María José Monge. “(...) el paisaje urbano es, además, el fruto de una mirada distinta: originalmente seducida por la fugacidad y lo vertiginoso de la ciudad, para rápidamente reparar en todo lo que en ella hay de humano, des del el espacio construido, pasando por los hábitos y las costumbres que en pel acontecen, hasta sus problemáticas más ostensibles”, detalla ella en el catálogo de la exposición.
Monge nos propone un zoom , un acercamiento, que comienza en la tradicional representación panorámica y llega a la gente que la habita, con sus conflictos y formas de vivir lo urbano.
Quienes la pueblan proyectan sobre la urbe deseos, fantasías y miedos; es un espacio simbólico y, de allí, la coexistencia de ciudades en una misma.
Esta propuesta está construido con pinturas, grabados, fotografía, objetos, ensambles, juguetes y un video, ordenados en tres apartados La ciudad panorámica , La ciudad próxima y La ciudad de... ¿quién?
Visión y discusión
Para dejar claro de qué trata el primer eje, un cuadro de casi un metro atrae hacia él: Paisaje de San José (1891), de G. Langenberg. Es de una declaración: estamos frente a la mirada panorámica, la representación más común cuando hablamos de paisaje.
Esta mirada panóptica establece una distancia y desde allí controla, ordena e instaura una visión; un detalle importante: prácticamente, no tiene gente.
Este tipo de imágenes fueron muy utilizadas a finales del siglo XIX e inicios del siglo XX porque permitían vender una imagen de progreso y de ciudad que promovía el Estado Liberal. Dicha visión se desarrolla por completo en la exhibición que ofrece actualmente el Museo Nacional.
Cerca de ese paisaje, una obra de José Pablo Ureña le plantea al espectador el tema de la precariedad de la percepción al utilizar una panorámica en que la urbe emerge y se pierde entre luces y sombras. La acuarela se titula Extensión del panorama urbano. La supremacía del gris (2015).
Creaciones de Manuel de la Cruz González ( Abstracción , 1964), Carolina Guillermet ( Legitimidad cromática. El color leído como espacio , 2016) usan juegos de formas y colores para presentarnos lo urbano. Son una alerta, además, sobre el poder de la percepción para cambiar la realidad. “Aunque a primera vista sus trabajos parecen tener una orientación eminentemente lúdica y estética, hay en ellos una aguda reflexión sobre el poder de la percepción como un dispositivo que moldea nuestro sentido de la realidad y, consecuentemente, es también moldeable”, se agrega en el catálogo.
No falta el aporte de Rafael Ángel Felo García en el apartado de La ciudad panorámica , quien con sus trabajos acerca de los tugurios desarrolló un “lenguaje sin parangón” acerca de la viviendas en condiciones socioeconómicas precarias. Se muestra Tugurios bajo el puente (1975).
Juguetonas y poéticas son las Ciudades contenidas (2008), de Rolando Garita, ensambles que exploran la vista “desde arriba”, lo geométrico y lo matérico.
Más cercana
En La ciudad próxima hallamos imágenes más cercanas, en que se expone a la urbe como un espacio construido socialmente, que existe a partir de los valores que se le dan y las dinámicas que se establecen.
Por ejemplo, Botica Solera (2007), de José Miguel Rojas, ofrece una versión de ese edificio emblemático, en que se evidencia la historia de deterioro y resistencia que ha marcado a muchos barrios, y La moneda (2007), de Cinthya Soto, fotografía de una verdulería de las que aún sobrevive.
El grabado en metal 100 varas al sur (1977), de Rudy Espinoza, sobresale no solo por “la dirección a la tica”, sino también por referirse de los barrios del sur, la proliferación de vivienda de interés social y los estigmas ligados al “sur”.
Adolfo Siliézar nos dice, con Crónica urbana (2013), que la ciudad se comporta como un libro, cargado de historias, gentes, ficciones y sentido, explica Monge.
Cuestionamientos
La última parte es, quizá, la más humana y combativa: La ciudad de... ¿quién? pone su énfasis en la gente y hace una serie de preguntas acerca del espacio urbano y las dinámicas de poder a su alrededor. Sí, es la sección que, sin cesar, lanza ganchos al hígado.
Son muchos documentos sociales. En Inversión histórica (2009) y Proyecto urbanístico de arquitectura blanda (2001), Sila Chanto se aprovechó de la institucionalidad –las placas metálicas oficiales– y de la organización que propone el urbanismo para problematizar la memoria política y las consecuencias del control social y los vecindarios homogéneos, respectivamente.
Mientras, Siempre en tu lugar (2013-2015), de Christian Salablanca, aborda el tema de la violencia urbana y los estigmas profundos, que marcan los huesos, ligados a los lugares.
El comercio sexual, la prostitución, la indigencia, el alcoholismo y otras realidades citadinas son sometidas a revisión y críticas por el grabado Consejos turísticos para un extranjero desolado (1999), de Édgar León; las marionetas de ¿Te divierto? (2016), de Susana Sánchez Carballo, o la producción Los inadaptados (2011), de Jurgen Ureña.
Son las otras caras de San José. Incluso, dos fotografías de la serie Vanguardia popular (2012), de José Díaz y María Montero, se preguntan qué miramos cuando decimos “pueblo”. Sin el rostro completo, los personajes retratados existen con su propia historia y eso los salva de ser invisibles.
“La ciudad, al igual que el paisaje, nunca es neutral y siempre es diferente, Su fisonomía depende desde donde, cuándo, y como se mire”, recalca el catálogo.
La ciudad de los otros no permite permanecer neutral y su curadora siembra pertinentes preguntas: ¿Por qué hablamos de repoblamiento o reactivación de la ciudad si la ciudad es un ente vivo y lleno de seres humanos? ¿Cuál es nuestra relación con los diferentes usos de los espacios urbanos? ¿Cuáles urbes vemos y cuáles preferimos invisibilizar?
Otra muestra sobre la ciudad en el Museo de Jade
Como parte del Paseo de los Museos y bajo la temática de Ciudad y utopías , el Museo de Jade y la Cultura Precolombina pone a disposición su exhibición permanente La génesis de la ocupación del espacio habitable: Desafíos, cosmogonía y realidad . Según detalla un brochure informativo, se da a conocer la forma en la que los grupos sociales resuelven sus necesidades al diseñar el espacio urbano, lo cual está regido por un sistema de creencias. Es un “proceso en que la ciudad –con sus propuestas arquitectónicas– está siempre en construcción y en contraste”, detalla.
Tres museos en ruta
El Museo Nacional de Costa Rica está frente a la plaza de la Democracia en San José. Abre de martes a sábado, de 8:30 a. m. a 4:30 p. m., y los domingos, de 9 a. m. a 4:30 p. m. Teléfono: 2243-4202.
El Museo de Jade está ubicado al costado oeste de la plaza de la Democracia (avenida central entre calle 13 y 13 bis). Abre de lunes a domingo de 10 a. m. a 5 p. m. Teléfono: 2521-6610.
Los Museos del Banco Central se encuentran en los bajos de la plaza de la Cultura (avenida 2 y 0, calle 5), en San José. Abren de lunes a domingo, de 9:15 a. m. a 5 p. m. Teléfono: 2243-4202.