Ornitorrenco sufrió un accidente hace muchos años y perdió su pata izquierda. Las vueltas de la vida lo llevaron a conocer a Koala y Canguro, dos personajes que influyen en las decisiones de Orni (como le dicen cariñosamente sus artífices).
Las consecuencias de sus juicios lo llevan a desenlaces trágicos, que sus creadores aprovechan para hacer sátira del incesto, la pedofilia, el satanismo, el cristianismo y otros temas sensibles en la serie de historietas Ornitorrenco y lo empujan .
“El proyecto surgió por la famosa frase de ‘renco y lo empujan’. Se nos ocurrió que sería gracioso cerrar el juego de palabras con una figura tierna y con un alma pura como lo es el ornitorrinco”, dice Andrés Aguilar, escritor de JAMA, colectivo a cargo del cómic.
JAMA está compuesto por Josué Garro, Arturo Alvarado, Manrique Alvarado y Andrés (el nombre del grupo es la unión de las iniciales de cada uno de sus nombres) .
“Al principio pensamos en un personaje infantil con moralejas, que tuviese un amigo que lo influenciara para cosas malas y él dijera que no, pero hicimos lo opuesto. Se descarriló”, explica entre risas Manrique, diseñador gráfico y director de arte.
El proyecto surgió en febrero de este año y, según sus creadores, ha tenido un éxito inesperado. “Nosotros esperábamos un público más pequeño. Pensamos que la gente se iba a ofender y nos llevamos la sorpresa de que no. A la gente le gusta. Rara vez se quejan”, confiesa Arturo, quien estudió dirección de cine.
“La gente que lo ve sabe a lo que va”, agrega Manrique, primo de Arturo.
El humor de la vida. Ornitorrenco y lo empujan es una historia gráfica que depende únicamente de tres cuadros para lograr su objetivo.
“Nos pusimos como meta no censurarnos entre nosotros mismos. Sentimos que cuando uno se encuentra con algo que le incomoda es ahí donde uno puede empezar a cuestionarse por qué le incomoda y poco a poco va encontrando razones detrás de eso. ¿Me molestará por una cuestión personal, social o moral?”.
“Nosotros no decidimos (usar) el humor negro. Nos salió espontáneamente”, asegura Josué, encargado de las ilustraciones.
“De hecho yo prefiero hablar de un ‘humor de la vida’. Esta es una oportunidad de preguntarse a uno mismo dónde está el límite de lo que lo hace a uno reír. En el mundo real, uno puede reírse de todo. Juzgar bajo el filtro del humor es una manera justa de encarar las tragedias”, dice Andrés.
Arturo, por su parte, cree que la sociedad se encuentra con ganas de juzgar todo lo que sucede. “Están buscando que alguien se equivoque o diga algo feo para caerle encima. Eso no tiene por qué ser así. La comedia es, justamente, quien provoca que las cosas feas se hagan risibles”.
“Y para lograr eso nosotros queremos que la gente apalabre lo que no se quiere apalabrar. Dejar lo políticamente correcto a un lado y reírnos de todo”, dice Manrique. “La manera de ganarle a lo políticamente correcto es irnos al extremo: burlarnos de absolutamente todo”.
Los cuatro creadores consideran al cómic como un experimento social, bajo el lema “¿cuánta gente se puede reír de un chiste del cual no se debería reír?”.
“Uno no sabe si la gente cree que uno se burla de las víctimas de la pedofilia o lo que sea, pues incluso nosotros hablamos de cosas que nos han pasado”, confiesa Arturo, “pero con el hecho de que se cuestionen cosas, creemos que ya se da un aporte a la sociedad”.
“La vida es una tragicomedia y esto es una plataforma donde nos reímos de todo por igual. De lo que nos pasa a nosotros y a los demás. La idea es formar una comunidad” asegura Andrés.
Durante estos ocho meses, no han recibido muchas críticas fuertes por el abordaje de temas polémicos en la tira cómica.
“Lo más cercano a eso ha sido alguna desaprobación de un amigo o familiar”, dice Josué.
“Yo creo que eso debe a que la gente logra entender el sarcasmo. Si partimos de que la vida es una mierda, el toque es tratar de agarrarle gusto. Con mucha miel tal vez sepa rico. Tratemos de reírnos de eso ya que es terrible” dice Arturo con seguridad.
Pero, ¿qué sucede con las personas susceptibles a esos temas? “Si yo puedo reírme del sida y alguien más no, pues que no vea el cómic0”, afirma Manrique.
“Nunca nos vamos a echar para atrás ni a retractarnos, porque todo es risible. Cuando uno se cuida de burlarse de algo es un proceso de segregar gente, y cuando uno se ríe de todo, invita a los demás. Hundámonos en el barco de que todo es trágico. Está bien así, pero riámonos”, finaliza.