En una sala del Museo de Arte Costarricense (MAC), conviven la síntesis de un monumento nazi, un paisaje natural raptado de su contexto y un lienzo de gran formato que retrata a una huelga nacional.
La muestra del Salón Nacional de Artes Visuales 2017 reúne a 38 obras de 27 artistas costarricenses, de distintas edades y especialidades técnicas como pintura, escultura, fotografía, dibujo, instalación, ensamblaje, performance, acumulaciones, collage digital y otros mixtos.
"Este Salón quiere reflejar de alguna manera la producción actual", explicó la curadora del MAC, María José Chavarría. "Desde la última vez que se hizo un Salón en 1993 y ahora, 2017, hay nuevos lenguajes, propuestas y artistas. Este es un Salón que está mostrando tanto lenguajes modernos como contemporáneos. Es un vínculo que hay que hacer desde el arte costarricense."
La selección de las obras exhibidas fue realizada por un jurado internacional que, además, premió a tres trabajos en la categoría bidimensional (Trópico para llevar, Sara Mata), tridimensional (The American Home, Luciano Goizueta) y otros medios (Águila, Javier Calvo); y entregó una mención de honor para las esculturas de José Sancho (Tecolote blanco y Sotemeyes).
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El recorrido tiene tres espacios que estarán abiertos hasta junio en las instalaciones del MAC en La Sabana. El horario de visita es de martes a domingo en horario de 9 a. m. a 4 p. m.
Paisaje natural
Los contrastes en las obras del Salón Nacional son explícitos: los artistas exploran temas sobre identidad, individual y social; cuestionan la plástica del paisaje natural y proponen experiencias sensoriales.
La naturaleza exuberante aparece diseccionada o intervenida en la mayoría de propuestas.
En la pintura Paisaje costarricense de Fabrizio Arrieta expone, debajo de una capa arbitraria de color, la silueta monocromática de una playa nacional. Cerca de esa obra, Río Tibás de Alessandro Valerio Zamora describe al paisaje natural del río homónimo con las texturas de la arena del río –creada usando el relieve de técnicas como la colografía y el frottage– y piedras.
La instalación fotográfica ¿Y si nunca fuimos parte de ese lugar? de David Garrigues expone una serie de fotografías de pájaros muertos sobre un fondo blanco y que están colgadas en compañía de agujas de taxidermia.
Otras piezas también abstraen el paisaje natural y lo contrastan con un contexto aséptico.
Las fotografías ganadoras de Sara Mata Trópico para llevar 1 y 2 contienen plantas verdes y vibrantes acomodadas de tal forma que parecen objetos plásticos. En otra obra de Mata, Haciendo un paisaje, el contexto de los árboles fotografiados es el de una grilla de un programa de edición de fotografía.
El abordaje natural en Narciso contemporáneo (estudio de revés III) de Cinthya Soto literalmente coloca al espectador entre el cielo y la tierra: una pared simula nubes con iluminación y tela, mientras otro espacio describe un suelo con zacate y plantas. El visitante debe colocarse en medio y puede verse a sí mismo en una pequeña pantalla de video.
Por otro lado, Turista en San José de Victoria Cabezas expone un espacio con deshechos –plásticos y de aluminio– con un par de zapatos. El paisaje, en este caso, cuestiona asimismo la identidad de la ciudad que lo contiene.
Mundo interior
El contraste más amplio de la muestra del MAC es el de los espacios: mientras que unas obras sintetizan el paisaje exterior, otras describen la identidad del artista.
El caso más claro es el de los dos trabajos de acumulación de objetos Roberto Lizano. El artista propone dos Autorretratos: en el primero, un mueble de baño exhibe los implementos de su higiene; en el segundo, un mueble de cocina funciona como un bodegón tridimensional para sus especias.
En una segunda obra de dibujo, el ganador de la categoría tridimensional Luciano Goizueta presenta viñetas de su vida cotidiana, bosquejadas con tinta entre setiembre y diciembre del 2016 y titulada 11:11 (los dibujos están fechados con esa hora).
Los dibujos reúnen paisajes, retratos de amigos y compañeros de un viaje de avión y hasta el retrato de un selfie en un baño.
La identidad individual también se convierte en una inquietud social en otras obras.
Pura vida de Guillermo Porras es una pintura con figuras congeladas durante una huelga nacional. Alrededor de ellas, el artista ha escrito conceptos de lucha social: igualdad de derechos, justicia fiscal y preocupaciones de salud pública.
Las obras de collage Control de plagas = mito moderno: una mancha atemática y ¿Arte indígena?: ¡qué prosiga la empresa del tropicalismo multinacional! de Pablo Romero contrasta símbolos comerciales y publicitarios con imágenes de naturaleza o símbolos aborígenes.
Con el mismo sentido de afrenta, Roberto Guerrero aborda el tema de la identidad homosexual con una frase estilizada en vinil metálico: "No compro arte gay porque todos pensarán que soy gay", comienza el texto.
Sensaciones
El video Cambio radical de Ariane Garnier, es una reproducción continúa en la que dos manos viejas rompen sonoramente varios metros de tela.
Otros trabajos también utilizan la provocación sensorial para experimentar con temas más abstractos o retomar al paisaje –natural o interior– desde otra perspectiva.
En un estudio del vacío, la artista Doreen Bákit exhibe dos instalaciones de libro arte tituladas 23 años en blanco #1 y #2: libros blancos desdoblados con páginas unidas con cordel, en distinas posiciones.
En un abordaje distinto del autorretrato, la obra de Luis Tenorio –Autorretrato #1– provoca que el espectador se compare con su propia silueta pintada con acrílico sobre un espejo.
La variedad de esas posibilidades de observación de las obras, más o menos participativas, es emblemática de la variedad artística de la exposición del Salón Nacional.
"Se van a encontrar desde escultura muy tradicional, lenguajes más asociados a una exploración formal, hasta obras más conceptuales", sostiene la curadora del MAC, María José Chavarría.