El ser humano crece hasta donde las barreras sociales, políticas, ideológicas, territoriales, culturales, emocionales y físicas se lo permitan. Esa es la realidad que la artista costarricense Sila Chanto ha desafiado y criticado severamente desde sus obras durante más de 20 años de trayectoria.
La exposición Bitácora de los oficios se exhibe en el Museo de Arte y Diseño Contemporáneo (MADC) y reúne 26 obras representativas de su producción artística.
“¿Es posible traspasar los bordes, desafiar las fronteras, alterarlas, perturbarlas'?” .
Esas son las interrogantes que plantea la curadora de la muestra, María José Chavarría, y que el espectador debe intentar descubrir entre las obras de Chanto.
“El gran tema que cobija la producción de esta artista es la imposición de límites en diferentes ámbitos de la vida”, explicó Chavarría. Por medio de sus obras, Chanto se rebela ante este sistema represor.
Más allá del límite. Según la curadora, ya desde la técnica misma, Chanto propone romper barreras.
“Su formación académica es un bachillerato en Artes Plásticas con énfasis en Grabado; sin embargo, ella trasciende los lineamientos de esa técnica y se atreve a crear obras únicas, tridimensionales, de gran formato y en soportes diversos”, destacó Chavarría.
Por ejemplo, Muro (2000) es una instalación modular que mide 80 metros de largo y 2,35 metros de alto, organizada a modo de laberinto. Está compuesta de varias láminas de tela de gasa impresas por ambos lados . Cada lámina es una xilografía; es decir, un grabado en madera. “Este muro no es una estructura rígida e impenetrable. Es transparente y se puede traspasar fácilmente. En vez de figuras completas, aparecen siluetas, apenas delineadas, que inspiran una idea de anonimato”, dijo la curadora.
Su serie Acróbatas fustiga a los oportunistas que se aprovechan de los demás en beneficio propio y son capaces de cualquier “acrobacia” con tal de escalar posiciones.
Otro de los ejes en la obra de Chanto es la crítica al sistema político. En su serie Inversión histórica (2009) la artista imprimió, sobre tela de algodón, los textos de varias placas conmemorativas de las que se exhiben en sitios públicos, como parques y plazas, pero las letras aparecen al revés en la impresión. Luego convirtió las impresiones en almohadones blandos y fueron atornilladas en muros y otros espacios como si fueran placas reales.
Como artista, Chanto también cuestiona las disposiciones para exhibir, interpretar y comercializar el arte. Su proyecto Kiloarte (2007) invitó a la gente a comprar arte por kilos (como si se tratara de una tienda de telas) y llevárselo a casa para disponer de él a su gusto.
Otras obras son, más bien, un acercamiento a espacios más íntimos, en los cuales se libran pequeñas luchas cotidianas.
Poema épico (2002) representa un ring de acero inoxidable que encierra una lona sobre la cual pelean varias siluetas. “La lucha tampoco es libre, también tiene sus reglas”, destacó Chavarría.
Camino al cielo y El poder de la palabra florecer son introspectivas y sugieren una visión esperanzadora de la vida.
La muestra se exhibe hasta el 7 de julio. El MADC se ubica en la antigua Fanal.