Signos positivos. La valoración del año teatral 2015 es alentadora en muchos sentidos. El debut de grupos promisorios (Crono, Los de Pluma y Teatro del Público) coincidió con una repentina eclosión del teatro musical. Además, la amplitud de la oferta escénica de calidad y la búsqueda consistente de nuevos lenguajes refuerzan mi percepción de un medio en crecimiento.
Sin embargo, antes de lanzar las campanas al vuelo, es necesario reconocer los límites de este artículo en un sano ejercicio autocrítico. Este resumen fue elaborado sobre la base de 41 reseñas. La cifra incluye proyectos de los sectores independiente, académico y estatal. No se contemplaron espectáculos de teatro comercial ni de grupos comunitarios.
Lo anterior –además de inaugurar una deuda– hace que el énfasis recaiga en obras presentadas en salas capitalinas. Por lo tanto, no pretendo hacer valoraciones sobre la globalidad del fenómeno teatral costarricense. A lo sumo, sintetizo mis anotaciones realizadas a lo largo de este periodo frente a 41 experiencias únicas.
Dramaturgia en deuda. La oferta escénica analizada se caracteriza por la primacía de la dramaturgia extranjera sobre la nacional. Los libretos foráneos doblaron en cantidad a los locales. El problema se profundiza si tomamos en cuenta que algunos de los textos nacionales fueron cuestionados por su escasa vigencia ( Las fisgonas de Paso Ancho ) o sus contradicciones ideológicas ( 20 millones ).
Es cierto que la dramaturgia –en su expresión más cercana a la literatura– sigue en el centro de un debate que la descarta como fundamento de la puesta en escena. El cuerpo del actor, el espacio y la capacidad evocativa de los objetos reclaman ese lugar y empujan el quehacer escénico hacia otros ámbitos.
Sin embargo, esta tendencia no es excusa para soslayar la urgencia de incrementar el apoyo (formación, sustento económico y divulgación) a los autores ticos. No podemos enfrentar los retos vitales de la inmediatez o construir un pensamiento original a fuerza de repetir voces ajenas.
Sueño de unos reyes y Naturaleza humana fueron notables ejemplos de un teatro performático, caracterizado por la indagación de las tensiones generadas por la relación del público con los intérpretes. En ambos casos fue significativo el diálogo entre la ficción (espectáculo) y la realidad (espectadores).
Viola 1234 y Gregoria sin actos destacaron como experiencias felizmente incómodas por la alta exigencia física y mental de sus elencos. Exhibidas en viejas casas, lograron comunicar con eficacia la aspereza de sus temáticas. Me resuenan aún las dolorosas imágenes sintetizadas en estos montajes.
Las producciones concertadas –independientes en alianza con la Compañía Nacional de Teatro (CNT)– tuvieron críticas favorables. Penúltima comedia inglesa brilló por la potencia de su dramaturgia. Hollywood abominables criaturas fue elogiada gracias a su refinada plástica. Finalmente, Algo de Ricardo fue el punto más alto de las concertadas por la contundencia de su actuación.
Notas altas. Por su parte, el sector académico mostró rigurosidad formal y aciertos en sus búsquedas creativas. El Teatro Universitario (TU) auspició la duodécima temporada de Jóvenes directoras con dos obras sugerentes. Los sólidos trabajos actorales fueron el punto en común de Háblame como la lluvia y Cuando a UNO le hicieron SQÜISHHH .
En Esta historia continuará… –del TU– el crédito se lo llevó el diseño del espacio. Una estructura que mimetizaba las viñetas de un cómic logró una eficaz vinculación de forma y fondo. También sobresalió Ñaque o de piojos y actores que supuso el debut del colectivo Teatro del Público.
La celebración del 65 aniversario del Teatro Universitario justificó el ambicioso montaje de El proceso , basada en la novela homónima de Franz Kafka. La coproducción del TU y la CNT fue exitosa –en sus resultados y recepción– al tiempo que abrió una posibilidad para futuras colaboraciones intersectoriales.
Certámenes y homenajes. En el ámbito estatal, el Concurso de dramaturgia inédita del Teatro Nacional (TN) fue ganado por El silencioso vuelo del búho de Sergio Masís. Este libreto evidenció inteligencia y madurez autoral aunque, en algunos pasajes, la densidad de información aletargó su progresión dramática.
El Concurso de Puesta en Escena de la CNT se falló a favor de Gabrio Zappelli con su proyecto Calígula . En esta obra subrayé el parsimonioso traslado del dispositivo escenográfico y la saturación de signos tendientes a actualizar la trama. La irregularidad de las actuaciones no potenció un texto profundo en su reflexión sobre el poder.
La Segua (CNT), Las fisgonas de Paso Ancho (TN) e Historias para ser contadas (CNT) celebraron el legado de los fallecidos Alberto Cañas, Samuel Rovinski y Alfredo Catania, respectivamente. La última obra destacó por articular –en un montaje entrañable– las dimensiones cómicas y reflexivas hilvanadas en el libreto original. Las otras dos anduvieron lejos de ese nivel.
Apuntes para cerrar el telón. Para nuestro gremio teatral es viable y necesario mejorar en muchas direcciones. Al respecto, las reseñas críticas dejan en al descubierto la necesidad de:• Fortalecer a la CNT en su papel de instancia rectora del teatro estatal. La óptima selección de las producciones concertadas certificó el interés de la CNT por amarrar una programación de calidad.
• Impulsar nuevas alianzas entre los sectores estatal y académico. El éxito de El proceso se sustentó precisamente en esta modalidad de gestión.
• Invertir recursos en la construcción de nuevos públicos y en el posicionamiento de la enseñanza del teatro en los programas escolares y colegiales.
• Instaurar –desde todos los sectores y para todas las especialidades escénicas– una cultura de capacitación permanente. La acción y la reflexión deberían constituir los ejes de la excelencia profesional en estos campos.
Actuaciones destacadas del año
Andrea Catania (Historias para ser contadas)
Lulú Garita, Milena Picado, Yael Salazar y Ana Lucía Rodríguez (Viola 1234)
Karla Barquero (Las fisgonas de Paso Ancho)
Fabián Sales (Algo de Ricardo)
Carlitos Miranda y Melvin Jiménez (Ñaque o de piojos y actores)
Óscar Castillo y Rodrigo Durán (Esperando a Godot)
Hitos del 2015
- Se reactivó la sala Oscar Fessler del Taller Nacional de Teatro con el seminario de proyectos teatrales. De las dos obras presentadas, Rompe-Cabeza fue valorado como un montaje bien defendido por un elenco generoso en su entrega.
- El Teatro Nacional anunció su compromiso de producir y programar de manera sistemática– espectáculos teatrales. Las fisgonas de Paso Ancho y Esperando a Godot fueron claras muestras de la seriedad de tal anuncio.
- Desde el exterior, los mimos Bodecker y Neander trajeron Déjà-vu y el Circo del Sol presentó el excepcional Corteo. Con Instrucciones para abrazar el aire, Malayerba brindó una clase magistral de teatro político y poético.
- El teatro musical irrumpió con fuerza. West Side Story, The Fantasticks y Las Leandras movilizaron a los amantes de un género que –hasta ahora– estaba reservado para quienes tuvieran la oportunidad de apreciarlo en el extranjero.