Resulta curioso que sea necesario sumergirse en la penumbra para apreciar una muestra de arte lumínico. Sin embargo, dos pesadas cortinas negras impiden la entrada de la luz natural a las tres salas de la Galería Nacional en las que se exhibe la Tercera Edición de Arte Lumínico , una muestra que reúne creaciones de 20 artistas.
En la exposición, la oscuridad se torna artificiosa cuando las 23 obras relucen con diversos colores y formas. Cada una de las piezas sumerge al espectador en una atmósfera lúdica: para observarlas en detalle es necesario acercarse, rodearlas e interactuar con ellas.
“El espectador debe venir preparado para la sorpresa y entrar en un mundo de juego porque la luz inspira la magia”, comenta la artista Celita Ulate .
“La exposición pone al público a pensar porque las obras son diferentes a lo que están acostumbrados a percibir como arte”, agrega Luis Chacón , el curador de la muestra, que se titula Objetos de arte, objetos de luz. Arte lumínico en Costa Rica.
Luz en boga. La luz ha sido un elemento constante en el arte, debido el papel que juega en la representación de la realidad. En la pintura, permite que las imágenes sean más realistas; en la escultura, juega con el volumen de formas para crear efectos a los ojos del espectador.
No obstante, el uso de efectos lumínicos aparece como elemento central en obras de arte hasta finales del siglo XIX, gracias a la aparición de la electrificación.
El arte lumínico fue llamado light art (arte de luz) y uno de los “padres” de esta corriente fue László Moholy-Nagy , fotógrafo y pintor húngaro perteneciente a la escuela alemana de la Bauhaus .
Moholy-Nagy incursionó en el uso de luces en la escultura y los móviles. Un ejemplo es la obra tridimensional Light-Space Modulator ( 1930), pieza representativa del arte cinético y una de las primeras en utilizar luz artificial propia.
Otros pioneros del light art fueron los estadounidenses Dan Flavin y James Turrell, quienes trabajaron con luces de neón.
En la actualidad, el arte lumínico es conocido y usado por muchos creadores en el extranjero:
“Ahora, usted va a cualquier museo y casi siempre encontrará a un grupo de artistas que hacen arte lumínico. Sin embargo, ese arte lumínico es muy minimalista, comparado con el arte que hacemos aquí”, explica Chacón, mostrando la detallada obra Sandía de Xinia Matamoros.
Multiplicidades. El uso de la luz en el arte costarricense es novedoso: destacó hace cuatro años con la Primera Edición de Arte Lumínico, que también se realizó en la Galería Nacional.
En el arte lumínico los temas son tan variados como los artistas que realizaron las obras. Probablemente se deba a que se les otorgó libertad total para crear: no había un tema, un tamaño o una técnica. El único requisito era el uso de luz artificial.
“Aquí encontramos muchas piezas narrativas que cuentan una historia. Otras son tan abstractas que solo hablan de luz y sensaciones de color. Muchos artistas han encontrado sus raíces latinoamericanas y otros se inspiraron en la historia del arte universal”, asegura Chacón.
Un ejemplo de las piezas minimalistas es la obra Témpano, de Dunia Molina, compuesta de dos cubos que se asemejan a bloques de hielo, los cuales contrastan con las ramas secas que los rodean.
Por su parte, Sin nombre, con luz de Loida Pretiz, es una instalación con pocos elementos que hace eco de las obras del arte lumínico tradicional.
Luis Chacón creó Cascada , que fue resultado de la experimentación con materiales: “Para hacerla reciclé elementos de mi taller y me sentí contento con lo que salió, porque he pintado cascadas toda mi vida”, relata.
Cascada utiliza láminas de papel japonés y telas donde la luz se presenta atenuada pero adquiere tenues matices y texturas. Otros ejemplos de obras donde el papel es la materia prima es Descanso y luz , de Herberth Bolaños, un objeto tridimensional que representa un sillón iluminado en su interior.
Luz y refracción. Parece que el vidrio y la luz han tejido una estrecha amistad: la luz entra por los fragmentos y láminas de vidrio refractándose y jugando con el color.
“El vidrio siempre se ha puesto en la dirección de la luz pero, a diferencia de un vitral, con el arte lumínico siempre hay que contemplar cómo y desde dónde se va a iluminar”, se pregunta la artista Celita Ulate.
El juego de la luz con el carácter etéreo y frágil del vidrio se muestra en varias de las piezas, realizadas con la técnica de la vitrofusión, como el trabajo de Ulate, Al rato todo se desluce . La obra se compone de numerosas piezas de vidrio con diferentes tonos de rojo. Atrae la disposición de la obra en la galería: el vitral está en el suelo, justo en el centro de una de las salas.
“Esto compagina con el concepto de la obra: la alfombra roja. Es una crítica al glamour , lo superficial y al poder del dinero en la actualidad. La alfombra, en otros ámbitos, ha sido un elemento para acoger y abrigar”, explica Celita.
Con estás técnicas, los artistas dan continuidad a sus motivos. “Para mí esta muestra es un reto, uno se acostumbra a ciertos soportes y ciertos materiales, pero es muy grato traducir la propuesta a un código lumínico”, explica el pintor y escultor Adrián Gómez , quien expone la escultura Niño, luna y gato , una adaptación del grabado Conflicto entre niño y gato (1969) de Francisco Amighetti.
Niño, luna y gato presenta las temáticas de Gómez: la niñez, la fantasía y el calor del Caribe. “Yo ligo todas las cosas que hago a la figuración caribeña que he realizado en los últimos años”, explica Gómez.
Otra de las posibilidades exploradas es el uso de tecnología más reciente, como la inserción de luz en la fotografía, acompañada de la animación digital y la programación informática. Dos muestras del uso de la tecnología son las obras Fulguris Vallem y Phos-grafo de Rodrigo Rubí .
“La fotografía Fulguris Vallem es una imagen captada al final de un lluvioso día de setiembre. La inquietud de cómo emular los continuos destellos de los relámpagos, capturados en la imagen nos llevó a investigar sobre las posibilidades de ‘animación’ que ofrece la tecnología para aplicarla a una tradicional caja de luz”.
La animación digital logra un efecto realista en la fotografía: las luces se encienden de manera intermitente como si se estuviese ante una tormenta eléctrica. Rubí, explica como logró este acabado: “Utilizando diodos luminiscentes y un secuenciador inteligente se logró un mágico efecto que se refiere al momento captado”.
En los 23 trabajos de la muestra, las afinidades y gustos de los espectadores pueden hallarse representados. “La exhibición es muy rica en propuestas, no hay cosas que se liguen con otras, y el solo hecho de que el espectador esté en un espacio oscuro le da un valor agregado”, concluye Adrián Gómez.
Los pasillos ensombrecidos de Objetos de arte, objetos de luz. Arte lumínico en Costa Rica no son lúgubres, ni generan temor: están plagados de exuberantes luces que guían las miradas al asombro y la belleza.