“Un negro es un 'negro hijueputa' en los estadios del Valle Central y no cuando mete goles en el Mundial. En ese momento sí es orgullo tico, sí es digna representación nacional, es el negrito más feliz de Costa Rica”. La curadora Lina Castañeda describe así una obra que se repite indefinidamente en un muro de la Fundación Teorética: una pantalla muestra los goles que anotó Joel Campbell en el Mundial del Brasil, pero el audio que los acompaña pertenece a un reportaje donde se relatan los insultos racistas que soportan los jugadores negros en las canchas ticas. En Costa Rica, esas son las dos caras del héroe deportista que tiene la piel negra.
El video es parte de ¿Y qué fue de Cocorí? , muestra audiovisual de Marton Robinson seleccionada a inicios de octubre por la Fundación Teorética para su sala poligráfica. Con los objetos expuestos, el artista pretende evidenciar la segregación, el prejuicio y la injuria racial que todavía brotan en la sociedad costarricense, aún cuando muchos niegan su existencia.
Lina Castañeda explica que la mayoría del trabajo de Robinson se ha enfocado en el rol de la persona negra en la cultura. Ella explica que Marton llegó a Teorética con una serie de trabajos incompletos, pero estos se concretaron allí como una crítica a las representaciones típicas y cajoneras de ser una persona negra en la historia, la cultura y la economía.
Línea de tiempo. La muestra contiene una vasta colección de imágenes que retratan a la persona negra desde hace varios siglos en Estados Unidos y América Latina. Aunque la familia de Robinson proviene de Jamaica y Norteamérica, él no perdió de vista el enfoque costarricense pues, para él, la portada de “Viernes Negro”, que publicó La Teja durante la visita de Barack Obama en Costa Rica, tiene pocas diferencias con la antigua publicidad gringa, donde los negros siempre eran objetos de chistes.
Robinson explica que los costarricenses se apropian de ciertos lenguajes para referirse a las personas negras, sin conocimiento sobre su historia y, por tanto, sobre cómo ese lenguaje cala en ellos.
Según el artista, hay vicios en nuestra historia que impiden a muchos costarricenses reconocer que una parte de sí mismos viene del Caribe. Durante muchos años, en Costa Rica se negó la inclusión afrocaribeña en la cultura costarricense, hasta el punto de crear barreras físicas, como la trazada por la United Fruit Company en Turrialba a principios del siglo XX, la que prohibía el paso de sus trabajadores de piel negra hacia el Valle Central.
“La exposición también ilustra un choque étnico causado por esos prejuicios”, comenta Castañeda. Para la curadora, lo negritico y lo tico son identidades separadas pues al costarricense se lo define como descendiente de europeos y poco mezclado con otras razas.
Ese distanciamiento se ilustra en una pieza de la serie Money Talk (2014), intervención en el billete de 5 colones, o “el billete más hermoso del mundo”. En este aparece el gran mural del italiano Aleardo Villa, Alegoría al café y al banano, homenaje a las principales actividades agrícolas de finales del siglo XIX en Costa Rica.
La escena se sitúa en el Atlántico, en el puerto de Limón; sin embargo, en el mural no aparecen personas negras, aun cuando gran parte de quienes trabajaban en las plantaciones eran de origen africano. De manera postiza, Robinson agregó a esos ignorados personajes: ahora se parece un poco más al puerto limonense, a pesar de que uno de los peones todavía sostiene irremediablemente mal un racimo de bananos.
Confesiones de estadio. Castañeda aclara que sería inexacto afirmar que los negros están totalmente excluidos de la identidad costarricense actual.
Su espacio se recalca en Poner el nombre de Costa Rica en alto (2014), secuencia de video donde Robinson ubica al deporte como ese espacio que los costarricenses asocian al éxito y las habilidades de las personas negras. El artista recuerda que, desafortunadamente, el calor del juego puede ventear nuestras verdaderas ideas.
Una caminata por la ciudad nocturna de San José también puede revelar esos juicios. Robinson rememora que, en su caso, él es más propenso a ser registrado por la policía, y la gente desconfía si lo ve en la misma acera que ellos. “Muchas veces dejás pasar esas situaciones”, dice el artista, que elaboró su muestra para evaluar el peso de esos hechos, que se ignoran por parecer aislados.
Sangre y semen. Prácticas de la pseudociencia, como la frenología, se emplearon hace más de un siglo para racionalizar los prejuicios. Según muchos, la sangre de la raza negra era una amenaza; tal es el caso de Clodomiro Picado, quien advirtió, con profusos textos en la prensa, sobre los riesgos sanitarios y culturales que implicaba la mezcla con la herencia africana.
Otra creencia pseudocientífica apuntaba al mejoramiento que podía alcanzar la raza negra al mezclarse con la blanca. Una familia negra se transformaba al reproducirse con personas blancas durante cuatro generaciones. Por ello, en la sala cuelgan cuatro serigrafías consecutivas de papel algodonado.
La imagen plasmada en la serie es idéntica: Robinson posa como los esclavos que los hacendados del sur de los Estados Unidos registraban en inventarios de daguerrotipos. Aquella serie es El blanqueamiento de la sangre , descripción de una propiedad que sigue el anhelo de no ser negra.
Robinson empleó una mezcla de sangre y semen a modo de tinta para las serigrafías, que comienzan con un tono oscuro y continúan en degradación hasta casi ser imperceptible en el papel.
El artista indica que, irónicamente, aquella intención terminará en vano pues los hongos invadirán el compuesto biológico de las piezas y convertirán su tonalidad a negro.
Responder qué fue de Cocorí dejaría sin trabajo a Robinson, dice él. Su obra más reciente es apenas una breve ojeada, muy personal, sobre la identidad del negro costarricense. Faltan más ojos y testimonios que el artista buscará para trabajos posteriores.
“Si cree que el racismo es un problema superado en Costa Rica, sea bienvenido a esta sala”, dice Lina Castañeda. No hay remedio más que retirarse sin saber dónde está Cocorí; sin embargo, es seguro que, si viese la exposición, aquel personaje perdería su inocencia.
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La exposición estará abierta hasta el 22 de febrero del 2015 en la Fundación Teorética. Tel. 2233.4881.