Son dos artistas muy distintos, pero el Museo de Arte y Diseño Contemporáneo los ha hecho coincidir en un cuestionador encuentro. Karlo Andrei Ibarra y Norman Morales hacen su obra basados en preguntas que el visitante hallará en las salas del Museo hasta febrero.
En la Sala 1.1, el guatemalteco Norman Morales muestra su proyecto La ruina como motor , una instalación que traslada el estudio del artista y arquitecto al pequeño espacio, y que subraya el paso del tiempo.
“Es una reflexión introspectiva. Creo que una de las maneras de percibir mejor la vida es estar consciente de su propia fragilidad y finitud. A partir de esa conciencia, se puede percibir de otra manera la vida”, explica Morales. Sus figuras hablan de crear y destruir: han sido hechas con paciencia, pero solo se expresan cuando se convierten en ruinas. “Es una analogía de la arquitectura como un espacio habitable, y del cuerpo como un espacio habitado”, describe Morales, cuyo trabajo suele echar mano de la instalación como plataforma de interrogantes.
La arquitectura tiene inscrita en sí el tiempo; para Morales, esa cualidad la convierte en la forma de reflexionar sobre lo efímero y frágil de la existencia. “Me interesan el diálogo con lo cotidiano y la transformación inmediata de lo que está al alcance de uno”, explica.
Proceso histórico. En la Sala 1 del MADC, el puertorriqueño Karlo Andrei Ibarra une a Puerto Rico y a Centroamérica en un feliz reencuentro, sembrado de dudas. En Sincretistmos reúne videos e instalaciones que reflexionan sobre la historia de su isla y su asociación con Estados Unidos, algo que, en su opinión, la ha apartado de Latinoamérica. Entre las instalaciones, se encuentran una pala inútil con un agujero en forma de mapa centroamericano, un ancla unida a Las venas abiertas de América Latina y un adoquín centenario. Son objetos que interpelan con energía.
La exposición toca el tema de la herencia colonial de los países de la región y “las políticas poscoloniales” que Centroamérica y el Caribe sufren en términos sociales, políticos y económicos”, como describe Ibarra. “Aunque todos conocen el limbo de Puerto Rico, también es cierto que los países de Centroamérica viven como en limbo, en términos políticos y económicos, como es el caso de Costa Rica cuando firmó el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos”, dice Ibarra.
El juego entre sincretismo religioso y mezcla cultural se evidencia en instalaciones como la que coloca las constituciones centroamericanas bajo persistentes gotas de agua de sal. “Es una metáfora de hacer la historia pulpa, como la reconfiguración de los procesos históricos y sociales”, explica.