En 1895, el embajador de los Estados Unidos, Lewis Baker, se encontraba de visita en la tranquila Costa Rica. Aunque sus oficinas se encontraban en Managua, Baker era también embajador ante Costa Rica y El Salvador, y se trasladaba al bucólico San José sólo cuando lo ameritaba.
Al amanecer del primer día de mayo, el diplomático fue despertado abruptamente por el estruendo de cañones y por el sonido de música militar proveniente de las calles. Su desconcierto se alivió solo cuando abrió el periódico de ese día. Así descubrió que el escandaloso despertar se debía a la celebración del trigésimo octavo aniversario de la rendición del filibustero William Walker.
Para los costarricenses del siglo XXI, eso puede ser una sorpresa ya que el día señalado actualmente para conmemorar la guerra contra los filibusteros es el 11 de abril. Sin embargo, durante el siglo XIX y principios del siglo XX, Costa Rica celebró la victoria sobre los filibusteros el 1.° de mayo.
La rendición del filibustero. La celebración se debe a la rendición de Walker ante el general de las fuerzas aliadas centroamericanas, el costarricense José Joaquín Mora Porras, el 1.° de mayo de 1857 en Rivas. En ese mismo año, el Congreso aprobó varias medidas para conmemorar la victoria. Una de ellas fue el decreto 18 del 26 de octubre de 1857, que estableció el 1.° de mayo como feriado nacional.
De este modo se le dio oficialidad a lo exclamado por Juan Rafael Mora en mayo de 1857: “¡El 1.° de mayo será, de hoy más, el día memorable de la Patria!”.
El derrocamiento de Juan Rafael Mora en 1859 promovió un cambio político en Costa Rica y el establecimiento de un régimen de marcada antipatía por el expresidente Mora. Debido a la fuerte conexión que había entre Mora y las glorias adquiridas durante la guerra contra los filibusteros, toda referencia a la rendición de Walker se eliminó del discurso oficial durante más de una década.
Poder y reconsideraciones. La llegada al poder de Tomás Guardia, el 27 de abril de 1870, estableció un nuevo régimen: el “Alajuelato”. Guardia creó una élite política basada en fuertes conexiones familiares, con una clara ideología liberal positivista.
Las presidencias de Tomás Guardia, Próspero Fernández y Bernardo Soto, entre 1870 y 1889, marcaron la consolidación del Estado Nacional y el restablecimiento de la memoria de la guerra filibustera como símbolo de soberanía y del nacionalismo costarricense.
Durante el régimen de Tomás Guardia se reinstauró el 1.° de mayo como el feriado que celebraba la guerra contra los filibusteros. Uno de los motivos de tal decisión residió en que Tomás Guardia había sido oficial durante la guerra y era considerado uno de los héroes de la batalla de San Jorge.
Así, para Tomás Guardia, recuperar la guerra filibustera era una forma de agrandar su imagen personal y, a la vez, de legitimar su gobierno. Al mismo tiempo, Guardia estableció el 27 de abril como feriado nacional para celebrar su propio arribo al poder. De esta forma, ambas fechas se reforzaban mutuamente en beneficio del presidente.
Precisamente durante las celebraciones del 27 de abril, en 1873, la idea de recuperar la guerra filibustera se puso de manifiesto.
Durante el banquete en honor a Guardia, uno de los invitados decidió brindar por la salud del gobernante; también recordó a los héroes de la Independencia y a los esfuerzos de Braulio Carrillo en la construcción del Estado costarricense.
El brindis fue inmediatamente respondido por el secretario de Relaciones Exteriores, Lorenzo Montúfar, quien aseguró que los eventos de 1821 solo tenían importancia a la luz de las victorias costarricenses sobre los filibusteros en 1856 y 1857. Los nombres de Mora y Cañas se celebraron por primera vez en 14 años.
21 cañonazos de salva. En cuanto a las celebraciones, el 1.° de mayo recobró importancia paulatinamente. En 1877, el gobierno ordenó izar el pabellón nacional en todos los edificios públicos, pero, aparte de eso, fue un día normal de labores.
En 1883 se recuperó el uso de 21 cañonazos de salva para conmemorar el amanecer de este día feriado, siguiendo las pautas establecidas en el decreto de 1857.
A partir de ese año, como lo comprobó el embajador Lewis, las salvas se convirtieron en tradición. Para 1886, los cañonazos precedieron un desfile de bandas militares en la ciudad de San José.
Durante las últimas décadas del siglo XIX, la importancia del 1.° de mayo llegó a opacar las celebraciones del 15 de septiembre. En 1889, los periódicos de la época clamaban que “el día vendrá cuando el verdadero aniversario de nuestra independencia sea el 1.° de mayo”.
Para 1890, el 1.° de mayo se consideraba el día en que la independencia de Costa Rica fue sellada. En 1895, un periódico comentaba que “para los costarricenses es más importante el 1.° de mayo de 1857 que el 15 de septiembre de 1821”.
En 1896, por primera vez se confirmó la importancia del 1.° de mayo como feriado obligatorio, y los negocios privados cerraron en conmemoración del aniversario de la derrota de Walker.
En 1897, las celebraciones llegaron a su clímax: misas, banquetes, 21 cañonazos al amanecer, dianas recorriendo las calles tocando música militar y conmemorativa, y la bandera de Costa Rica izada en todos los edificios públicos. El fervor llegó a tanto que incluso las embajadas extranjeras debieron colocar símbolos nacionales costarricenses en sus fachadas para celebrar la rendición de los filibusteros.
Un día con muchos motivos. El siglo XX introdujo variables que afectaron la continuidad de la celebración de la guerra filibustera el 1.° de mayo. La introducción del Día del Trabajador y del Día del Árbol, también celebrados el 1.° de mayo, creó confusión en el significado de la fecha.
La guerra filibustera y las exigencias por reformas sociales compartían ideas relacionadas con el antiimperialismo y la defensa de la soberanía contra intereses extranjeros. Además, ambas celebraciones competían por un espacio en la esfera pública. La aparición del 11 de abril como un nuevo feriado oficial en 1915 sirvió como aliciente para separar la memoria de la guerra filibustera del tradicional 1.° de mayo.
En 1920, la novela de Carlos Gagini La caída del águila , de fuerte tendencia antiimperialista, todavía usaba el 1.° de mayo como el día en el que, en una realidad alternativa, las fuerzas costarricenses y sus aliados derrotaban al expansionismo estadounidense del siglo XX.
Para esa época, sin embargo, el 1.° de mayo ya había perdido su batalla para mantenerse como estandarte de la memoria de la guerra filibustera.
En 1925, la Escuela Juan Rudín fue la única en hacerse presente frente al Monumento Nacional, el tradicional centro de las celebraciones donde antes miles de estudiantes, militares y público general se congregaban desde 1895. Seguramente, 1916 fue el último año en el que 21 salvas se usaron para conmemorar este feriado.
En 1921, uno de los periódicos de circulación nacional mencionaba con nostalgia: “Hay algunos que quieren revivir la antigua costumbre de celebrar las fiestas cívicas de mayo, pero la idea no ha encontrado suficiente eco”.
El autor es Doctor en Historia por la Arizona State University