Han transcurrido 12 años desde que la rubia más torpe del cine por fin puso punto final a su sempiterno triángulo amoroso y aceptó marchar al altar con Mark Darcy.
Pero aquel recordado final de Bridget Jones: Al borde de la razón no marcaría el “y vivieron felices para siempre” que la soltera inglesa más famosa tanto anheló.
Ahora, Jones reaparece ante las cámaras con un nuevo look que se aleja de aquella cara redonda, anchas caderas y voluptuosisímos senos con una vida mucho más cercana a lo que dicta el adultocentrismo.
Sin embargo, nada librará a Bridget de aumentar de nuevo varios números sobre la báscula y de pasar de la sección de talla grande a la de maternal.
Sí, Bridget espera un bebé en este 2016 y el título de la tercera entrega de la saga no se reserva esa sorpresa.
Pero, como en la vida de Bridget la única constante es la del caos, hay un gran signo de pregunta sobre el nombre del padre de esa pequeña criatura. Solo que, en esta oportunidad, Daniel Cleaver (Hugh Grant) ya no está dentro de la ecuación.
La última vez que vimos a Jones –enfundada en un estrecho vestido de flores, empapada de pies a cabeza y de intrusa en el despacho legal de Mark–, parecía demasiado segura de querer pasar el resto de sus días con aquel hombre al que una vez llegó a considerar “maleducado, apático y aburrido”.
Pero el nombre de Bridget no es precisamente un sinónimo de estabilidad; todo lo contrario. En la tercera entrega de la saga, Jones seguiré esforzándose por hallar el verdadero amor.
Hace ya cuatro años que terminó con Mark (Colin Firth) y ahora lleva una vida bastante más solitaria que la que tenía en sus dos primeras cintas, la cual sobrelleva con lo atareada que se ha tornado su vida como productora de un noticiero.
Presionada por la presentadora del noticiero, Bridget decide darse una oportunidad con Jack Quant (Patrick Dempsey), un sexi y bien dotado pretendiente.
Sin embargo, la vida no se la pondrá tan fácil a la rubia y la hará reencontrarse con su gran amor del pasado y vivir en carne propia, una vez más, la peor de las confusiones sentimentales.
Regresar con el abogado ya no es una opción para ella, pues tiene claro que no puede volver atrás a cometer los mismos errores, ¡pero vaya que puede cometer nuevos!
Cuando la prueba de embarazo marque “positivo”, no será precisamente la felicidad lo que embargue a Jones. Entonces, no quedará más remedio para la adulta y madura Bridget: deberá ser honesta con Mark y con Jack; o quizá no tanto…
Larga espera. En el 2009, cinco años después de la segunda cinta de Bridget Jones ( Al borde de la razón ), la revista Variety anunció que la productora Working Title Films trabajaba en una tercera entrega de esta franquicia.
En sus inicios, el proyecto contemplaba el regreso de todo el reparto original, bajo la dirección de Paul Feig (quien estuvo a cargo del reboot de Cazafantasmas ).
Sin embargo, este tercer filme no se basaría en la novela de Helen Fielding, sino en las columnas que la escritora había publicado en el diario inglés The Independent.
Llevar a Bridget de nuevo a la gran pantalla fue un proceso que terminó por complicarse más de la cuenta, pues este nuevo guion generó tales diferencias de criterio entre la producción y el elenco, que dio pie a la renuncia de Hugh Grant y Paul Feig.
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Finalmente, Sharon Maguire, la directora de la primera película ( El diario de Bridget Jones ) aceptó liderar de nuevo el proyecto al que ella misma había catapultado al éxito en el 2001.
Parece ser que la inclusión de Maguire trajo buenos aires a la secuela, pues medios como la revista Empire destacaron el matiz que le dio a la cinta.
“Aunque la historia ocasionalmente deja de lejos la credibilidad, la calidez y el ingenio de la original, El diario de Bridget Jones , te llevan a través de la trama, siendo en parte gracias al regreso de una mujer: la directora Sharon Maguire. Podés sentir sus soeces y divertidas huellas digitales plasmadas en casi cada escena”, señaló el crítico Terri White.
Una nueva figura. Cuando Renée Zellweger se preparó para dar vida por primera vez al personaje de Helen Fielding, debió subir 15 kilogramos para convertirse en aquella treintañera que luchaba por alcanzar su peso ideal, pero que al mismo tiempo no podía controlar nada de lo que comía y bebía.
Las mejillas rosadas y pronunciadas de la cinta del 2009 quizá sean lo último que recordamos de Zellweger, quien se dio una prolongada pausa en su carera filmográfica desde entonces.
No obstante, en el 2014 la actriz reapareció en la alfombra roja del evento Mujeres de Hollywood, organizado por la revista Elle , con un aspecto renovado que impactó a toda la prensa rosa y que dio lugar a los rumores sobre varias posibles cirugías plásticas, algo que Zellweger ha negado hasta el cansancio.
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Más allá de las implicaciones personales de esa transformación, surgieron las interrogantes sobre cómo luciría Bridget en esta secuela: ¿algo pasada de peso o más bien esbelta?
Según confesó la actriz a la revista Vogue , ella estaba dispuesta a volver a aumentar de talla para la cinta, pero Maguire la convenció de que no sería necesario.
“Sharon quería que mostráramos que Bridget había logrado alcanzar su peso ideal y, al mismo tiempo, que eso no había conseguido que su vida fuera perfecta. Yo no estaba muy segura sobre eso, porque todos tenemos cosas que creemos que están mal, que necesitamos arreglar, y que en nuestras mentes representan el ideal de lo que debemos alcanzar. Y me gusta la idea de que esa sensación nos acompaña durante toda nuestra vida”, afirmó.
“Gané solo unos pocos kilos. También me puse pechos y una barriga de embarazada falsa. Bridget tiene un peso perfectamente normal y nunca he comprendido por qué importa tanto lo que pase. Ningún actor masculino tendría que soportar tanto escrutinio si hiciera lo mismo para un papel”, agregó.