En la industria cinematográfica tenemos quienes hacen una y otra vez la misma película y de ahí el juego de nunca acabar. También lo hacen los grandes directores del llamado cine-arte, quienes emplean toda su vida con una sola obsesión visual y semejante afán de conceptos.
Ahora llega Star Wars 7: El despertar de la fuerza (2015) y está claro que es jugadita comercial; sin embargo, también deviene entretenimiento bastante aceptable, con más méritos que deficiencias y que es tan solo un buen “rejuntadito” de lo visto en anteriores filmes de dicha saga.
No es el filme extraordinario que sus devotos desean ver y terminan por ver. Para nada.
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Pero, sin darle vuelta, lo mejor que tiene está en el buen trabajo del director J.J.Abrams, quien también ha tenido buenos resultados con algunas películas de la saga de Viaje a las estrellas (2009 y 2013).
Abrams comprende bien que esta nueva guerra galáctica, si bien es película del género fantástico (ciencia-ficción), es también filme cuya raíz se nutre de las viejas historias de samuráis propias del cine japonés e –igual– de las de caballerías, al estilo de las del ciclo artúrico.
Dicho director filmó esta película de un futuro improbable con el tratamiento de relato medieval. De paso, se permitió, con Lawrence Kasdan y Michael Arndt (coguionistas los tres), limar las tantas vicisitudes místicas muy al estilo de Tolkien que tenían los filmes anteriores.
De esa manera, Star War 7: El despertar de la fuerza apuesta más a la aventura y, ante todo, a la lucha por el poder (con aristas políticas más del presente). Así será mientras no aparezca Yoda: al menos, es de suponerlo.
Lo cierto es que El despertar de la fuerza es como esas fiestas de graduados de un colegio que se ven años después: hay mucho que recordar y hasta lo deficiente parece bueno, donde se habla de manera fragmentaria de lo mismo, pero narrado como historia pasada por el tiempo.
Aquí ya nadie se acuerda hasta de lo aburrida que es El retorno del Jedi (1983), menos de lo valiosa que es El imperio contraataca (1980) ni de lo iniciático presente en La guerra de las galaxias (1977). Ahora se trata de ver cuánto de aquellas hay en el 2015 para descubrir una bien manejada narración, asentada otra vez sobre acciones paralelas, por supuesto.
Hasta la música de John Williams se permite recordarnos el tema principal de la saga a cada momento, con el defecto de que su música es un cansado concierto de excesos sinfónicos: Williams se cree ser la película o lo más importante de ella.
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Las actuaciones son del todo irregulares: solo Daisy Ridley y Oscar Isaac se han tomado en serio sus personajes. Harrison Ford se preocupa más por el cheque que le darán antes que morirse o no en la aventura.
El diseño de arte sí es más de lo mismo, como si no hubiese corrido el tiempo, mientras la fotografía se cuida de estar en esas mismas tonalidades. Con todo, lo bueno del filme es cómo procura evadir la monotonía y hasta los robots son graciosos, ahora en trío: C3PO, R2D2 y BB8.
El trucaje se ve siempre minucioso, pero menos imponente como gran juguetería. Lo mejor no está en el final de la película (como dicen algunos), sino en su recorrido. Se puede recomendar este “despertar”, sirve para imaginar con imágenes.
Ficha técnica
Título original: Star Wars: The Force Awakens
País: Estados Unidos, 2015
Género: Fantástico
Dirección: J.J. Abrams
Elenco: Daisy Ridley, Harrison Ford, Oscar Isaac, John Boyega
Duración: 135 minutos
Cines: Cinépolis, CCM, Cinemark, Citi, Nova, Studio, Magaly
Calificación: Tres estrellas ( * * * ) de cinco posibles