Con El renacido (2015), película por encargo, el buen director mexicano Alejandro G. Iñárritu (antes se firmaba González Iñárritu) cumple la difícil tarea de hacer cine comercial, al mejor gusto del Hollywood boletero, sin perder su habilidad y tradición como realizador y autor fílmico.
En apretado resumen, El renacido (The Revenant) es la historia de una venganza, pero no como represalia mecánica, sino como algo nacido desde los propios sentimientos del sujeto vengador.
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Ese desquite tiene un sustrato amoroso (en este caso, el del padre por su hijo asesinado). Por eso, Iñárritu deja la valoración ética del tema en manos del espectador. Ahí nos toca asumir una responsabilidad más allá del final abierto de la película.
Así, la trama resulta un viaje hacia el logro de la venganza, tema harto recurrente en las películas del género del Oeste.
Sin duda, El renacido es cine que mira a las películas de vaqueros; pero aquí con tramperos fronterizos como personajes. Desde ahí, evoluciona hacia un drama tan épico como emocional.
Eso es lo bueno del filme. Eso es lo que mejor logra Iñárritu. Lo obtiene con tres importantes ayudas. En primer lugar, la de ese gran maestro del ojo fotográfico, amo y señor de la paleta de colores, de sombras y luces, que es el mexicano Emmanuel Lubezki.
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En segundo lugar, está la magnífica puntuación de la música de Ryuichi Sakamoto y Alva Noto, quienes logran darle tensión a la trama, fuerza a las imágenes y pasión a los momentos claves de la historia.
Por último, está el importante trabajo de montaje al mando de Stephen Mirrione, quien da el estudiado cálculo de tiempos entre secuencias de acción y la morosidad urgente, sobre todo cuando está en juego la relación de tramperos e indígenas con el ambiente natural apabullante
Servido de esos tres platos, Iñárritu toma el argumento y lo ofrece con tonos épicos, ideas panteístas, intimismo de los personajes, lo atractivo de los paisajes vastos (tan agrestes como bellos) y la acción tan violenta como vital propia de la época. Ahí está la singularidad valiosa de este filme: en la suma orgánica de sus partes.
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Las actuaciones debieran estar a ese nivel, pero no exactamente lo logran sus histriones. El filme está dominado por las sobreactuaciones, esfuerzo innecesario para que nos percatemos (sí porque sí) dónde están los buenos y dónde los malos. En ello, se muestra peor Tom Hardy que Leonardo DiCaprio.
Para quienes gustan de aspectos formales, ojo a los planos-secuencia: son estupendos por inteligentes (son una toma durante cierto tiempo, cámara en movimiento, sin cortes que la interrumpan). Para los sociologistas, vean cómo Iñárritu se permite la defensa de los indígenas: "los blancos nos lo han robado todo".
Como diría el crítico de cine italiano Oreste de Fornari, Iñárritu tiene "el valor de tomar posiciones, de ensuciarse las manos", aunque por secuencias pierda densidad narrativa, culpa del sibilino deseo de hacer de El renacido una opción al Óscar y darle un resorte mediático nada académico. Igual, vaya una entusiasmada recomendación.
El renacido
Título original: The Revenant
Estados Unidos, 2015
Género: Drama
Dirección: Alejandro G. Iñárritu
Elenco: Leonardo DiCaprio, Tom Hardy
Duración: 156 minutos
Cines: Cinépolis, CCM, Citi, Nova, Cinemark, Magaly
Calificación: Cuatro estrellas de cinco