El mundo está tan de ponerse a sudar caimitos, tanto, que ya no alcanza con tener un superhéroe para resolver aprietos y ahogos. Por eso, como el cine es una estructura de lenguaje imaginario, con su propia coherencia, nos receta distintos filmes de héroes para que vengan a poner orden.
Cada vez son más. Mientras las religiones caminan del politeísmo al monoteísmo, el género fantástico, en cambio, pletórico de aventuras, nos llena de más y más personajes con superpoderes de disímiles condiciones.
Dentro de ese henchido universo de superhéroes que nos da el cine, de nuevo tenemos el regreso del conocido Capitán América, figura creada en 1941 y propiedad de Marvel Comics, quien nació como signo de Estados Unidos contra el nazismo.
La película viene con el largo título de Capitán América y el Soldado del Invierno (2014), dirigida a cuatro manos por los hermanos Russo: Anthony y Joe.
Para sorpresa inmediata, vemos cómo este personaje no deviene, para nada, en fetiche de las rutinas militares que rondan por Estados Unidos. Todo lo contrario.
Los líos del Capitán América se inician cuando se opone a las guerras preventivas, tanto como héroe privilegiado como su álter ego Steve Rogers. Este semidiós moderno no está de acuerdo con la idea malthusiana de algunos en la agencia S.H.I.E.L.D., quienes afirman que con 20 millones de muertos pueden ser salvados siete mil millones de habitantes y, así, proteger la democracia occidental.
Lo que nuestro héroe descubre, porque se lo sopla el gran Nick Furia, es que tal agencia ha sido penetrada por sus enemigos, quienes se agrupan en Hydra. Es por aquí donde se arma la acción febril: todo se torna yesca y pedernal, para bien y para mal, entre el fuego y las brasas.
El filme hace un magnífico uso de la retrospección ( flash-back ), lo que permite que la trama no sea majadero rompecabezas. Se le agradece. La verdad es que el filme está bien narrado: estructura muy bien los acontecimientos y, si se cae un tanto, es por el débil diseño que se hace del “malo” del caso (el Soldado del Invierno).
Para mayor gozo de la aventura y de sus complejidades, tenemos la presencia generosa de la Viuda Negra y de otro héroe: Halcón. Son personajes llevados con claridad, tanto por separado como juntos. Cada uno con su propio volumen.
Hay que destacar las actuaciones de cada quien. Convincentes, excepto Sebastian Stan como el Soldado del Invierno, e incluida la muy grata sorpresa de ver a Robert Redford, gran actor a quien solo le basta con estar ahí.
Además del buen papel de la música y fotografía, hay que señalar el esmerado montaje (edición), porque establece de manera clara el encendido de las distintas secuencias y el firme compás narrativo. Así, la fuerza de lo visual aumenta con creces.
Hay secuencias inolvidables (por ejemplo: el temple actoral de Samuel L. Jackson en una febril persecución) y aquellas en que los héroes muestran perplejidad porque el enemigo no viene de fuera, esta vez no. Por ello, permanezcan en la sala hasta lo último de los créditos finales: hay secuencias de futuras películas. Filme recomendado.