La intolerancia humana llega a niveles aniquiladores. La raza humana no acepta a nadie diferente, por lo menos en las élites gobernantes. El equilibrio dialéctico entre humanos y mutantes (“los otros”) ha de romperse por el instinto destructor humano (su tánatos).
Como gran metáfora o parábola, como fábula con moraleja incluida, así discurre la muy buena película X-Men: Días del futuro pasado (2014), dirigida con arte solvente por Bryan Singer, realizador probado con sus distintos filmes, sea con mutantes o no, sea con sus excelentes sospechosos habituales, de 1995, o no.
La cinta nos presenta un futuro apocalíptico. La raza humana ha creado sus propios “ángeles destructores”, llamados Centinelas. Estos robots están hechos a partir de genes mutantes. La mejor manera de evitar el caos final es viajar al pasado y cambiar el futuro. Alguien debe hacerlo.
Esta lucha –esta película– reúne a los personajes del comienzo de la serie (año 2000) con los de la generación del 2011. El resultado es mejor que espectacular, porque gracias a Singer y a su ambicioso elenco, sobre todo, tenemos un filme digno en lo narrativo y en lo visual.
Así es, en X-Men: Días del futuro pasado hay cine de gran impacto visual, sin llegar a esa neurosis por la imagen que es parte de la medianía fílmica y que es, también, signo de la desaparición del genio o talento.
Singer, como director, logra hacer creíbles los personajes, propios de un mundo digno del género fantástico (donde lo irreal se codea con lo real). Todavía más: Singer nos da una importante lección de cómo componer un plano, montar una secuencia y crear la justa atmósfera exigida por la trama.
Con la importante ayuda del director de montaje, John Ottman, Singer y sus asistentes han sabido dotar de ritmo tenso e intenso al filme en su estructuración visual del relato y a la trama en su esencia.
Este filme dice más que la mente de Kitty Pride cuando lleva al pasado a uno de sus compañeros (Logan - Wolverine). Si no se llega a niveles de excelencia es porque la película peca de reiterativa con su constante idea de “un nuevo comienzo” que, total, si se alcanza es transitorio. Eso en lo narrativo.
Igual, ya parece lastre dramático la constante y no siempre necesaria mostración de demonios interiores de héroes especiales, aquí los hombres y las mujeres X. En lo visual, es mejor aceptar que no siempre es imprescindible la espectacularidad. Aparte de esos puntos, todo lo demás es miel sobre hojuelas.
La música y la fotografía acuden con talentos puntuales. La dirección histriónica es de la mejor calidad; por ello, es injusto señalar a un actor sobre otro. Es probable que quienes lo hagan más bien se motivarán por sus preferencias hacia los personajes. Es entendible.
En todo caso, es de recordar el gran trabajo del actor Peter Dinklage, quien hace el papel de Tyrion Lannister en Juego de tronos . En esta película, hace del doctor Bolívar Trask, especie de enano fascista quien odia a los mutantes. Interesante el personaje e interesante y gustoso el filme todo. No se lo pierdan. Ah, y esperen hasta después de los créditos finales: no salgan antes de la sala. Ahí verán.