Cine

Crítica de cine: ‘Una segunda madre’

Con punzante ironía y cierto drama, llega un filme brasileño que con sutileza se adentra en el arte social

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Quienes hablan de la desaparición de las ideologías, le llaman “diferencias sociales”; pero quienes debaten dentro de las ciencias sociales o cerca de ellas, prefieren hablar de “lucha de clases”. Bien, por ahí va el tono de una buena película brasileña: Una segunda madre (2015).

Dicho filme camina de la comedia al drama y del drama a la comedia, no siempre tan bien conjugados entre sí, pero con claridad narrativa (lo que se le agradece). En general, tiene buena dirección por parte de la realizadora Anna Muylaert. Este es su primer largometraje.

Otra madre. | LA GRAN ACTUACIÓN DE REGINA CASÉ LE DA SUSTANCIA A BUENA PELÍCULA BRASILEÑA. ROMALY PARA LN

Si el manejo de los géneros no está tan bien definido, lo que sí marca bien la directora es el equilibrio entre forma y contenido. Entonces podemos hablar de una realización más bien sencilla, sin mucho aspaviento, pero en la que la cámara siempre encuentra el acomodo para ser expresiva.

Al acierto de la fotografía se le unen el buen subrayado de la música y, sobre todo, las magníficas actuaciones, donde se luce Regina Casé, como Val, la empleada doméstica de una familia adinerada y burguesa. Dicha actriz aporta la mirada sulfurosa que busca la realizadora Muylaert.

Así, Regina Casé es punto medular para entender que Una segunda madre es película que plantea la lucha de clases o las diferencias sociales (como le quieran ustedes llamar, que la esencia no cambia).

La trama de esta película recuerda mucho la de un buen filme panameño que por aquí se exhibió. Se trata de la comedia El chance (2009), dirigida por Abner Benaim. Ambos filmes plantean el conflicto desde un mundo pequeño y cerrado, el que hay entre una familia burguesa y su respectiva servidumbre, especie de metáfora social.

Una segunda madre se trata de Val, empleada doméstica de una familia rica de Sao Paulo. Como suele suceder, Val se ha convertido en la segunda madre del hijo de la familia, aunque más bien parece la primera. Un día, ella necesita que en dicha casa alojen a su hija, quien viene de zona rural.

La hija se llama Jéssica, joven, con chispa y bonita. La presencia de ella va a alterar la vida cotidiana de la familia, pero no solo eso: va a sacudir el balance de poder que existe en esa casa.

En la Berlinale, la cinta recibió el premio del público de la sección ‘Panorama’. Archivo

Jéssica no acepta una estructura donde su madre es vista como objeto de segunda clase y no como sujeto.

De alguna manera, Jéssica le exige a su madre una rebelión frente a sus patronos y la cuestiona sobre el tema de la lealtad. Ojo, que la película dice más de lo que aparenta. El problema es que, por secuencias, la trama se acerca más al discurso social, lo que la afecta en su desarrollo dramático o en la oportunidad de comedia.

Igual, es filme que merece ser visto, que entretiene bien mientras nos dice sus cuatro verdades sobre el trato a quienes nuestro Joaquín García Monge llamó, en su novela, “las hijas del campo”.

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