Pidiéndole a la Fuerza que los de la confitería cumplieran la promesa de llevar la comida hasta sus asientos, a las 12:03 minutos de la mañana algunos fans de Star Wars dejaron botados su orden de nuggets de pollo, sus papas fritas y su Coca-Cola.
Hubieran preferido cargar con su comida ya pagada; pero, el sonido de la marcha imperial saliendo seductoramente de las salas de cine, los obligó a tomar medidas drásticas y no esperar más por sus atrasados combos.
Lo primero es lo primero.
Para los fans de la saga galáctica, por encima del hambre y todo lo que hubiera podido suceder en la madrugada del pasado jueves, estaba El despertar de la Fuerza, la nueva cinta dirigida por J.J. Abrams.
En Studio Cinemas, las nuevas salas de la cadena Citi Cinemas, en Lindora (Santa An), se reunieron quizá los seguidores más duros de la exitosa saga, estrenada en 1977, con George Lucas como director.
Por ejemplo, allí estaba presente la Legión 501, cuyos miembros lucieron sus trajes cosplay desde tempranas horas de la noche: C-3P0, Chewbacca, R2-D2 , la princesa Leia, Obi–Wan Kenobi y hasta el malvado Darth Vader se adueñaron de los cines, mientras los stormtroopers parecían marchar vigilando cada movimiento en los pasillos.
Desde las 9 p. m., los de la Legión 501 se abrazaban y se felicitaban como una familia que está apunto de recibir un hermoso regalo. Sonreían como nunca, mientras contaban cada minuto para ver un filme que, desde hacía meses, tenía a muchos desvelados por la ansiedad.
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“Ojalá esa vara que suena sea un tráiler (la marcha imperial), porque si no ya nos estamos perdiendo todo. No puede ser, ¿porqué duran tanto preparando los combos? Me voy a volver loco”, se quejaba un hombre vestido de jedi, atascado angustiosamente en la filas de confitería.
Como debía ser, el “aprendiz de Jedi” prefirió no esperar , dejó las provisiones y se fue derecho a la sala. Se unió así a la masa de personas que llenaron las cuatro salas de Studio Cinemas, que simultáneamente proyectaron de El despertar de la Fuerza en su estreno de medianoche.
La mala noticia para el jedi es que no eran tráilers: las clásicas letras amarillas que introducen al espectador a la trama de cada película de Star Wars ya adornaban las pantallas de Studio Cinemas y provocado los primeros gritos de júbilo entre los fanáticos.
Entonces, le dijo a su acompañante que le resumiera el texto, se olvidó de los nuggets de pollo y se consumió en la pantalla.
¡La Fuerza estaba de vuelta! Más que eso, nada importaba.
Hipnotizados. Absortos por los primeros minutos de la trama, la sala 3 de Studio Cinemas guardó de pronto un respetuoso silencio. Había que tratar de dilucidar quien era Rey (Daisy Ridley) –la nueva heroína de la saga– comprender porqué Finn (John Boyega) sonaba tan agitado en los tráilers y de todas maneras comenzar a amar a BB-8.
Todo iba de película, hasta que a los 35 minutos de metraje sucedió lo que para mucho podía considerarse un desastre: primero; la película dejó de tener sonido; luego, se fue la imagen.
No se hicieron esperar los chiflidos, los reclamos airados y las bromas de todo tipo para hacer llevadero el amargo trance.
Ante la ausencia de sonido, en voz alta y en tono de broma, un fan comenzó a, diz que, doblar los diálogos que mantenían en la pantalla Rey, Finn y BB-8.
Ya cuando las imágenes se habían ido y la oscuridad de la pantalla aumentaba la zozobra del público, un lloriqueo al estilo Chewbacca salió de las butacas e hizo explotar al público de risa.
Otro más atrevido aprovechó su sable de luz para iluminar la pantalla grande y hacer sombras chinas en el lienzo blanco. La ocurrencia, ya de por sí graciosa, lo fue más cuando con su dedo hizo un gesto obsceno en claro reclamo por la interrupción de la película.
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A la 1 a. m., un funcionario de Studio Cinemas entró a la sala, ofreció disculpas y dijo que en cinco minutos se resolvería el problema eléctrico. Todo bien..., hasta que mencionó que la cinta comenzaría desde el inicio.
“No; desde el inicio, no: yo tengo que trabajar temprano”, grito un espectador desde la butaca.
Por ese mismo motivo muchos decidieron irse para la casa, pero en su mayoría el público se mantuvo en su asiento.
“Yo entro a trabajar las 6 a. m., pero no me voy a ir. Los que se van es que no son verdaderos fans”, aseveró Alberto Arias, mientras iba al baño para aprovechar la pausa forzada.
Media hora después todos regresaron a abrazarse con la Fuerza. Estaban contentos y hasta celebraron con gritos al ver que la cinta “no se pegó” en la escena donde se había detenido antes.
Así, poco a poco, se consumó la continuación de una historia que hace hace 32 años había quedado en pausa con El retorno del Jedi (1983) y que como estaba contemplado sacó las lágrimas de muchos de sus seguidores.
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Mezcla de emociones fuertes y nostalgia por volver a viejos conocidos fueron letales en el corazón de los fans. Al final, al iniciar los créditos, hubo aplausos y una clara satisfacción general.
“Nadie se esperaba esto, fue lo mejor, tengo las emociones a full . Esta es la Navidad para los fans de Star Wars y abrimos el regalo de la mejor manera” dijo Charlie Morales, con los ojos aguados.