Cristopher Nolan decidió no contar el origen del Guasón en El caballero de la noche (2008), porque su loca perversidad no necesitaba explicación.
Steven Spielberg también decidió no contar por qué el enorme tiburón blanco de Tiburón (1975) tenía esa enorme necesidad de sangre.
En ambos casos, el misterio acerca de los orígenes abonó al impacto de los personajes.
Darth Vader –a quien no sería exagerado nombrar como el villano del cine más grande de todos los tiempos– tampoco necesitaba mayores explicaciones; sin embargo, George Lucas, decidió que el Señor Oscuro del Sith sí la necesitaba.
En La amenaza fantasma, Jack Lloyd le dio vida a Vader cuando se llamaba Anakin Skywalker y era apenas un niño.
Por su parte, Hayden Christensen fue el encargado de su representación como caballero jedi y, más importante aún, de su camino hacia el lado oscuro de la Fuerza, fundamental para la trama.
Fallo. Sin embargo, Christensen entregó una actuación dudosa en unas películas que se preocuparon más por la parafernalia tecnológica y que tuvieron libretos flojos (sin mencionar las evidentes y groseras contradicciones con la trilogía original).
Para decirlo de la forma más sencilla, el Vader de Christensen terminó más como un muchacho malcriado de una boy band que como el tenebroso tipo que hacía estallar planetas como táctica de intimidación.
No le pasó la de Jar Jar Binks, pero sí fue bastante despreciado por los amantes del saga. De hecho, su mejor momento, fue cuando apareció cubierto con la armadura de Darth Vader (con voz de James Earl Jones, por supuesto).
Aunque su carrera sufrió un frenazo, sigue en el cine.
Diez años después de ser vencido en las faldas del volcán Mustafar, al cierre de la trilogía, el muchacho, ahora de 34 años, trabaja en el filme 90 minutos en el cielo , acerca de un adolescente que da fe que la eternidad existe.
A estas alturas, Christensen dice estar agradecido con su paso por Star Wars. Afirma que, si pudiera o tuviera que volver atrás y hacerlo todo de nuevo, no cambiaría nada.