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En un día como este, hace 22 años, Costa Rica amaneció conmocionada por la muerte de tres ecologistas ticos, en lo que fue catalogado por las autoridades como un incendio accidental.
Sin embargo, el incidente perdura fresco en la memoria de la comunidad ambientalista y en la de la cineasta costarricense Laura Astorga, quien luego de más de una década de planear el proyecto, por fin decidió romper el silencio con una cinta de ficción sobre este caso.
La directora, reconocida por su ópera prima, Princesas rojas (2013), se encuentra trabajando en el guion de la que será su segunda película, a la que define como un “ thriller político ecológico”.
A las 6:04 a. m. del 7 de diciembre de 1994, los bomberos hallaron los restos humeantes de Jaime Bustamante y de los esposos Óscar Fallas y María del Mar Cordero entre la estructura de la casa en la que estos últimos compartían en Goicoechea.
Los fallecidos eran miembros activos de la Asociación Ecologista Costarricense (AECO) y pocos meses antes habían ganado la batalla para detener la construcción de un astillero en Golfo Dulce, destinado a la exportación de las maderas teca y melina.
De acuerdo con el periodista Fernando Francia, quien entonces trabajaba para una asociación ambientalista hermana en Uruguay, nunca se halló el origen del incendio. Durante más de dos décadas, el movimiento ecologista nacional ha defendido la tesis de que se trató de un incidente premeditado.
La trama de la historia está inspirada en este caso y tendrá como locaciones distintos sitios de la ciudad de San José, la Asamblea Legislativa, el Club Unión, el Teatro Nacional, Golfo Dulce, el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) y la Morgue.
Según Astorga, por ahora se encuentra analizando opciones de financiamiento para comenzar a rodar en la temporada seca.
Al igual que su primera película, este filme tocaría una parte de la autobiografía de la cineasta, pues de niña conoció a Fallas y a Bustamante. Uno de ellos pertenecía a la organización MRP, de la que se cuenta en Princesas Rojas , y otro era compañero de trabajo de su padre en la Comisión para la Defensa de los Derechos Humanos en Centroamérica.
