Para algunos, Ellen DeGeneres era la opción más segura y confiable, si lo que la organización quería hacer era rescatar la esencia de la ceremonia de los Premios Óscar.
A sus 56 años, la conductora logró cumplir con las expectativas como maestra de ceremonias, pues transitó, a su estilo, entre la delgada línea que divide el humor satírico y el ofensivo, que, para algunos, fue del que abusó el año pasado Seth MacFarlane.
El monólogo con el que DeGeneres dio la bienvenida al público no dejó lugar a dudas de que la noche estaría llena de risas, aplausos y, por supuesto, una que otra cara de asombro por sus ocurrencias.
La lluvia, la apariencia un tanto travesti de Liza Minelli y la caída de Jennifer Lawrence a su paso por la alfombra roja, sirvieron para calentar los motores de la entrega.
“Quiero darle las gracias al actor Jonah Hill, nominado como mejor actor secundario por su papel en El lobo de Wall Street , pues me permitió ver algo que tenía muchísimos años sin ver”, afirmó Ellen, de forma sarcástica, haciendo referencia al pene del joven actor.
Aunque no es considerada como una “mujer espectáculo”, en el sentido de que pueda cantar y bailar a la perfección, es un hecho de que la conductora tiene en su ADN de la dosis justa de humor políticamente correcto, que logra no dejar indiferente a nadie.
Ese hecho, en particular, es algo que agradece la audiencia. Con los años, el público ha demostrado tener más sed de ver sobre el escenario a una persona mucho más natural, que sea capaz de sacarle el jugo al lado cínico de la industria del entretenimiento.
Y es que para DeGeneres sería imposible no hacerlo, en especial cuando, a lo largo de la noche, se paseó por los asientos de los presentes para entregarles algunos premios de consolación, sino que lo diga Bradley Cooper.
“La Academia sigue la tradición de solo entregar un premio en cada categoría. Como no estoy de acuerdo con ello, daré premios de consolación a quienes no ganen. Aquí tengo billetes de lotería que se raspan para repartir entre todos”, dijo al mismo tiempo que le entregaba uno a Cooper, junto con una moneda de 25 centavos.
Esa cercanía y calidez humana fueron dos puntos que resaltaron los productores del espectáculo, Craig Zadan y Neil Meron, al momento de escoger a Ellen como conductora, por segunda ocasión, y tras siete años de ausencia.
Sin riesgos. Para los organizadores, el correr riesgos en esta ceremonia no es una opción, por lo cual la jocosidad de la presentadora resultó una fortaleza, luego de la decepción sufrida con Anne Hathaway y James Franco.
La complicidad de Ellen con sus colegas es otro de sus superpoderes, como muchos se lo reconocen. Si aún lo duda, es un hecho que el retrato que se ideó junto a Cooper, Meryl Streep, Julia Roberts, Angelina Jolie, Brad Pitt, Lupita Nyong’o y Kevin Spacey fue todo fenómeno viral en redes sociales.
En el 2007, su actuación logró pasar más con gloria que pena, pero el 2014 quedará grabada en la memoria de muchos. Logró, entre otras cosas, bajar de su pedestal a muchas estrellas... ¿Quién imaginaría a Brad Pitt sirviendo pizza?
Existió mucho en juego para la Academia este domingo. Todo se resumía a que si ella lo hacía bien, tenía una enorme posibilidad de aferrarse al Óscar, esto, al menos, unos años más.
Al igual que sucedió anoche en el Teatro Dolby, Ellen DeGeneres convidó al mundo a vivir su éxito, entre pizzas, chistes y boletos de lotería, pues, al final de la velada, ella fue la gran ganadora de la noche dorada de los prestigiosos Óscar.