No hace unos años, en esta galaxia, la Fuerza padeció una perturbación...
Como los caballeros jedis ante el ascenso del Lado Oscuro en la pantalla, los fans se quedaron sin saber qué hacer ante la segunda trilogía de Star Wars (La guerra de la galaxias), una de las sagas más famosas de la historia de la cinematografía.
Los que debió ser el relato épico del inicio de la batalla entre el bien y el mal, fue una desilusión.
El estupor de los seguidores de la franquicia fue solo comparable con el rostro de la princesa Leia cuando el malvado Lord Darth Vader le dice que destruirá Alderaan, su planeta.
De la aparición del infumable Jar Jar Binks al descafeinado tránsito de Anakin Skywalker al Lado Oscuro de la Fuerza, las “precuelas” de Star Wars fueron un derroche de mercadeo, un alarde de efectos especiales, pero un goteo de buenas historias.
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Había que volver a empezar...
La ayuda vino, entonces, de una empresa cuya piedra angular es la de un ratón de voz aflautada; que tiene cierto estilo de hacer entretenimiento y cuyo fundador lleva casi 50 años de haber dejado el reino mágico de este mundo: Walt Disney Co.
El ataque del ratón. Cuando el emporio anunció que había comprado todos los derechos de Lucas Film y, por ende, era la propietaria por completo de todo el universo de Star Wars, hubo otra perturbación en la Fuerza.
A pesar de las dudas y las chotas iniciales (Darth Vader con las orejas de Mickey, por ejemplo), también hubo una (nueva) esperanza de que la saga galáctica regresara a la pantalla grande.
Disney no tardó mucho en confirmar el anhelo: La guerra de las galaxias volvería.
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Para mayor regocijo de los fans, lo haría con los héroes originales que encantaron a millones de seguidores desde 1977, año del estreno de la película original: Star Wars (luego ordenada como la cuarta y rebautizada como Episodio IV: Una nueva esperanza ).
Las buenas vibras por tener de nuevo a Mark Hammil (Luke Skywalker), Carrie Fischer (Leia) y Harrison Ford (Han Solo) produjeron que la Fuerza volviera a ser fuerte entre los seguidores.
El paroxismo de los fanáticos de toda la galaxia llegó con el nuevo el tráiler, de abril de este año, del Episodio VII: El despertar de la Fuerza.
Impactante y visualmente con alusiones implícitas a la saga original, solo esto hubiese bastado para aplaudirlo.
Ya habíamos visto al Halcón Milenario, en un primer avance; sin embargo, este fue diferente...
Bastaron tres palabras para que estallara un júbilo solo comparable con la derrota del malvado Imperio Galáctico, en El regreso del Jedi: “Chewie, estamos en casa”.
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El gruñido de asentimiento del fiel wookie fue acallado por los gritos delirantes de los fans: sí, Star Wars estaba de vuelta, un momento esperado por 32 años. Era la recompensa de la fe.
“Todo ha cambiado pero nada ha cambiado. Así es como quieres que sea, realmente”, afirmó Mark Hamill en la ComicCon de San Diego, celebrada en julio de este 2015.
El regreso del actor. Hamill es, por cierto, una de las grandes incógnitas de esta nueva entrega: no aparece físicamente en los tráilers, tampoco en los afiches y hasta se especuló que sería Kylo Ren, el nuevo villano.
Una curiosidad: a sus 64 años, él es un año mayor que sir Alec Guinnes, cuando este le dio vida a Obi Wan (Ben) Kenobi.
Hamill se encuentra sujeto a una cláusula de confidencialidad –que le haría perder mucho dinero–, si revela el papel que le tocará desempeñar en esta esperada entrega galáctica.
Sin embargo, sí deja entrever que sus minutos no serán muchos en Episodio VII.
De acuerdo con un extenso artículo en la más reciente edición de Rolling Stone , el intérprete de Luke ya rueda Episodio VIII , a las órdenes de Rian Johnson. En este, su participación sería mucho más prolongada.
Tenemos otra pista: el actor mantiene su estricta dieta libre de bagels y papitas fritas (“solo comida vegetariana”), una exigencia de su contrato.
En ese mismo reportaje, se apunta que Harrison Ford y Carrie Fisher no confirman –tampoco desmienten– si estarán en las venideras entregas.
Quien sí está fuera por completo del universo galáctico es George Lucas.
El creador de la saga y director de la película original y de la segunda trilogía, se lamentó de cómo fue marginado, de cómo sus ideas fueron relegadas –con elegancia, todo hay que decirlo–, pese a que fue, en principio, asesor creativo.
Respetadísimo por los fans –mas no extrañado– Lucas ya entiende que la antorcha de su creación cambió de manos.
“Decidieron que iban a hacerlo a su manera y yo dije: ‘Bien, los dejaré seguir su camino y yo seguiré el mío”.
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J. J. Abrams es el encargado de esta entrega. De corazón, el es un warsie (forma de referirse a los seguidores de estas aventuras).
La amenaza Disney. “Ellos (Disney) mostraron un enorme respeto por el trabajo nuestro. Nos dejaron hacer la película que queríamos”, aseguró Abrams, a mediados del mes anterior, en declaraciones recogidas por diversos medios de comunicación.
Insistió en el punto y encontró un concepto clave: “No vamos a disneyficar a Star Wars” .
En todo caso, Disney no perdió tiempo: en setiembre del 2014, puso al aire Star Wars: Rebels, una serie animada que se ubica temporalmente entre los sucesos entre los episodios III ( La venganza de los Sith ) y IV ( Una nueva esperanza ).
Para el 2016, vendrá el primer spin-off (derivado) de la saga galáctica: Rogue One.
Esta cinta contará cómo la Alianza Rebelde robó los planos de la Estrella de la Muerte (la original).
Además, la Fuerza ya despertó en Florida: Disney World abrió un espacio relacionado con la franquicia, un centro de videojuegos, una sala de cine con versiones reducidas de las cintas y un simulador de movimiento con lugares y personajes.
Este parque y el de Disneylandia (Anaheim, California) planean abrir tiendas exclusivas dedicadas a la fantasía galáctica.
Disney pagó $4.000 millones en octubre del 2012. Confió en la Fuerza.
“Esto devuelve el sueño al lugar donde muchos de nosotros comenzamos a soñar”, escribió un aficionado, entonces.
Quedan pocos días para comprobarlo. Que la Fuerza nos acompañe.