En 1976 a los dos el éxito les saltó en la cara. Bien pudo ser suerte de principiantes: uno mandó a la lona al campeón; el otro se inventó un cuento que terminó por ser la mejor película del año. Rocky Balboa y Sylvester Stallone subieron juntos, tomados de la mano, a la cúspide, al baño de aplausos, formando una mancuerna que, cuatro décadas después, vuelve a meterlos en la pelea.
La Academia de Ciencias Cinematográficas de Hollywood cumplió este 14 de enero con los deseos de una generación: Stallone vuelve a aspirar a un Oscar, de nuevo por interpretar al boxeador Rocky Balboa, 39 años después de aquella única candidatura previa a la estatuilla más prestigiosa del cine. Muchos golpes han recibido él y Balboa desde que la Rocky original hizo historia.
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La nominación no toma a nadie por sorpresa: Sly recién ganó el Globo de Oro como mejor actor de reparto y ha sido un favorito a lo largo de la presente temporada de premios de cine por su trabajo en Creed, filme cuyo estreno en Costa Rica está previsto para el 4 de febrero.
Es por Creed que Stallone vuelve a los Óscar como aspirante, en esta ocasión en la categoría de reparto. En 1976 concursó a los premios de mejor actor principal y mejor guión original, ambos por Rocky, convirtiéndose en la tercera persona en ser nominada a dichos premios por una misma cinta, después de los inmortales Charlie Chaplin y Orson Welles. Desde entonces, si volvió a los premios de la Academia fue solo en calidad de presentador.
Stallone ya tiene un nombre ganado no solo en la historia del cine, sino de la cultura pop de los últimos 50 años. Labró una imagen de tipo duro con buen corazón y se consagró como uno de los íconos del cine de acción de los 80, al lado y en competencia con sus amigos y colegas Arnold Schwarzenneger y Bruce Willis. Rocky Balboa se convirtió en una franquicia que ya se extiende por siete películas, mientras que otras creaciones suyas también se volvieron sinónimo de los tiempos, como las sagas del veterano de guerra John Rambo (cuatro películas, por ahora) y el Dream Team del género de acción, Los Indestructibles (tres filmes y contando).
Stalllone sabe llenar salas de cine: eso no se discute. Sin embargo, la crítica poco comparte el amor de los fanáticos por su trabajo y después de Rocky han sido pocos los cumplidos para él. Durante los últimos 30 años, el cine de Stallone ha entrado perdiendo a ojos de los especialistas, ya de por sí poco cercanos a los filmes de acción. Aún así, de esos "años perdidos" es imposible obviar, por ejemplo, el tremendo trabajo que realizó en Cop Land, drama policial de 1997 que bien podría pasar como la mejor actuación de su carrera.
Fue con su regreso al personaje de Rocky que el mundo volvió a tomar en serio al también director y productor. Si bien Stallone había segurado que la desafortunada Rocky V (1990) sería la última película del boxeador, la gana pudo más y ya en el 2006 la sexta entrega de la saga, Rocky Balboa, le valió calificaciones que hacía rato no veía. Stallone entendió que ni él ni Balboa eran ya los muchachos invencibles de antes, que el tiempo dejó marcas en ambos y el empezar a representar al excampeón ya entrado en años fue un golpe demoledor al mentón de sus detractores.
Es con ese Rocky viejo y sabio que Stallone vuelve a los Oscar. En Creed el protagonismo no es suyo, sino de Michael B. Jordan, quien hace a Adonis Creed, el hijo del excampeón Apollo Creed que Rocky venció para luego convertirse en su hermano (y verlo morir en sus brazos). Rocky ya no pelea, pero enseña, tal y como antes Mickey lo hizo con él. E igual Stallone pone todo su talento en función del trabajo del titular, de Jordan, quien bien podría estar hoy entre los nominados al Óscar a mejor actor (una lástima su ausencia en la categoría).
Stallone tiene 69 años, cinco hijos, una fortuna en el banco, y su nombre inscrito en la inmortalidad. En 1976 él y el mundo creyeron que con toda una carrera por delante, el Oscar que se le negó bien podría llegarle más adelante.
39 años pasaron y no es irresponsable afirmar que ya Stallone no estaba en los planes de la Academia, más allá de su usual y aburrido rol de presentador de premios para otros. Cercano a cumplir los 70, los papeles estelares ya no le llegan como antes y su imagen de hombre de acción es difícil de mantener.
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Afortunadamente, antes de ser un macho alfa destellante de testosterona, Stallone era ya un buen actor, como lo patentó la primera vez que se vistió de Rocky.
Sylvester y Rocky se quieren: el boxeador es el mejor amigo imaginario del actor. Y se necesitan para sacar lo mejor de cada uno.
Rocky aún no ha tirado la toalla. Ni Stallone. Óscar está otra vez frente a ellos, con la guardia baja, casi como diciéndoles: "si me van a ganar, ¡háganlo ya!".