Nueva York, EE.UU.
La película de Brad Pitt World War Z imagina un mundo invadido por una pandemia de zombis que lleva a una nueva estructura en el poder mundial.
Es un retrato peculiar de la geopolítica que ha dejado perplejos a algunos aficionados al cine.
Dos de los países que se han salvado de los zombis son Israel, que protege a israelíes y palestinos tras un muro, y Corea del Norte, que le ha extraído los dientes a su población para evitar las mordidas de zombi.
Es un retrato peculiar de la geopolítica que ha dejado perplejos a algunos aficionados al cine.
¿La pared de unidad entre judíos y musulmanes en Jerusalén es un comentario irónico sobre la barrera en Cisjordania que se está construyendo en la frontera de Israel con Palestina? ¿O sugiere que el muro, que se parece al Muro de los Lamentos, puede ser una fuerza positiva en Oriente Medio?
Hay poco tiempo para tratar de responder estas preguntas en World War Z pues las manadas de zombis acechan. Cualquier intento de reflexión sobre la política exterior es aplastado por la estampida de muertos vivientes, que estarían igual de interesados en la política que un aficionado a las películas taquilleras de verano.
Pero no falta quienes hayan cuestionado lo que World War Z dice de Israel.
“¿Las personas (en cines extranjeros) concluirán que los cineastas (están) diciendo que Kim Jong-un y Benjamin Netanyahu son los líderes más inteligentes del mundo, pero que Kim es un poco más inteligente, porque no está contaminado con sentimientos humanitarios?”, escribió Hendrik Hertzberg del semanario The New Yorker.
Steven Zeitchik de Los Angeles Times escribió: “En el contexto del conflicto entre Israel y los palestinos, una pared es un símbolo muy pesado, pero aquí se convierte en un instrumento de... ¿paz?”.
Basada en libros. El lado turbio es en parte el resultado del camino tortuoso hacia los cines que emprendió World War Z, la cual se estrenó la semana pasada en Norteamérica con una recaudación superior a la prevista de $66,4 millones en taquilla y con planes para una segunda parte.
La película está más o menos basada en la novela de Max Brook de 2006 World War Z: An Oral History of the Zombie War ; ideada a su vez a partir del libro ganador del Pulitzer de Studs Terkel The Good War: An Oral History of World War II, pero el libro de Brooks es una serie de despachos en diferentes partes del mundo años después del brote de zombis.
La compañía productora de Pitt, Plan B, pujó por los derechos y los ganó por $1 millón ante Leonardo DiCaprio. Pero a pesar de que en un principio Pitt se sintió atraído a la historia de World War Z por su provocadora hipótesis sobre la forma de lidiar de los países con una epidemia mundial, la necesidad de una narración más lineal se impuso rápidamente.
Tras muchas rescrituras a lo largo de los años gran parte del libro quedó fuera y al final se produjo una película (cuyo final tuvo que volverse a filmar) con una relación somera con el libro.
Mientras la novela circula alrededor de una alegoría geopolítica, armada desde múltiples perspectivas, la película está limitada al punto de vista de un sólo inspector de Naciones Unidas (Pitt) quien trata de entender la catástrofe.
“Se volvió demasiado denso”, dijo Pitt, quien también produce la cinta, en una entrevista la semana pasada. “Nos sentimos demasiado apabullados por ella, pasamos varios años trabajando en ella y no podíamos darle la forma de una película. Teníamos que decidir entre usar esta película como truco para lograr eso, pero estas cosas deben ser entretenidas y estábamos aburridos”.
En el libro, los judíos y palestinos que no están infectados son puestos en cuarentena detrás de una gran pared en Jerusalén, pero el paraíso entra en desgracia no por uno de los zombis sino por una guerra civil que surge cuando se rebelan los israelíes ultraortodoxos. En la película los zombis trepan a la pared como hormigas.
El uso de esa imagen tan delicada seguramente será muy debatida cuando la cinta se estrene en Israel el 11 de julio.
Pero uno de los cambios más notables en la geopolítica de World War Z se dio en otra parte del mundo.
En el libro el brote de zombis empieza en China, pero en la película se mencionan vagamente otras partes de Asia. La fidelidad con el libro en este caso seguramente fue ignorada para evitar que el estreno de Paramount no pudiera llegar al lucrativo mercado chino, que es vigilado por el gobierno.
Incluso ante una epidemia zombi los intereses comerciales están cuidadosamente protegidos.