Era tarde y quizá ya el sueño le ganaba. Pero haber visto la gala de los premios Óscar y apagar el televisor antes del anuncio de la ganadora a mejor película sería como ir al cine y salirse de la sala justo antes del final.
Así que probablemente usted se quedó despierto unos minutos más, apenas los necesarios para ver a la actriz Faye Dunaway anunciar a la esperada ganadora: “¡ La La Land !”.
Listo. Tal como se pronosticaba, sin ninguna sorpresa.
Quizá entonces usted tomó el control remoto, apagó el televisor y se echó a dormir, sin saber que se despertaría el lunes para enterarse de que todo lo que había visto la noche anterior en realidad no fue tal, que La La Land no ganó el Óscar y que segundos después de que usted abandonó la transmisión, ocurrió algo insólito en la historia de los premios de la Academia.
Sí, no solo pasó en Miss Universo; también los siempre glamorosos Óscar fueron víctimas de un error humano.
Fue víctima también todo el equipo de La La Land , que saboreó la victoria por unos instantes en el escenario hasta que el productor del musical, Jordan Horowitz, interrumpió el festejo para admitir, con el corazón en la mano, que había un error y que la verdadera ganadora era Moonlight, del director Barry Jenkins.
“Nuestra más sincera disculpa a Moonlight , La La Land , Warren Beatty, Faye Dunaway y la audiencia de los Óscar por la equivocación cometida durante el anuncio del premio a la mejor película. A los presentadores se les entregó el sobre incorrecto y, cuando se descubrió, se corrigió de inmediato”, difundió la noche del domingo la firma PriceWaterhouseCoopers, responsable del embrollo.
Pero, ¿cómo era esto posible? Retrocedamos a la escena preapocalíptica para entender dónde estuvo la confusión.
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Durante 83 años –de las 89 ediciones que acumulan los premios de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas–, la consultora londinense PriceWaterhouseCoopers se ha encargado de la organizar, hacer el escrutinio y mantener la confidencialidad de las votaciones de los Óscar.
Como medida de seguridad, hay dos juegos completos de sobres con los nombres de los ganadores. Es, por decirlo así, un sistema a prueba de errores. O al menos lo era hasta la noche de este domingo.
Luego de que Leonardo DiCaprio anunciara a Emma Stone como ganadora de la estatuilla a mejor actriz protagónica por su participación en La La Land , la pelirroja regresó a su butaca con el sobre original en sus manos.
No obstante, el duplicado seguía en manos de un tercero, quien por error lo entregó al actor Warren Beatty, quien junto a su colega Faye Dunaway, tendría la responsabilidad de anunciar a los ganadores del Óscar más codiciado de todos: el de la mejor película del año.
Ese pequeño, pero enorme error humano, opacó también el tributo que la Academia quería rendir a la trayectoria de Beatty y de Dunaway. Ellos estaban ahí esa noche como un homenaje al 50° aniversario del clásico de gánsteres, Bonnie y Clyde .
Su presentación, sin embargo, será recordada como uno de los momentos más infames en la historia de los Óscar.
Cuando Beatty abrió el sobre, leyó con atención, una, dos tres veces. No tenía ningún sentido que la tarjeta dijera: “Emma Stone, La La Land ”.
Revisó de nuevo el sobre en busca de la ficha correcta. Miró a Dunaway con una sonrisa nerviosa, casi como si de pronto el corbatín le quedara demasiado apretada.
Beatty se quedó mudo. No pudo hacer más que mostrarle la tarjeta a Dunaway, en medio de un probable intento de demostrarse a sí mismo que no, que no estaba senil.
En cuanto la celebrada actriz vio el título de La La Land ahí estampado y se aventuró a poner fin a aquel angustioso silencio.
Júbilo fugaz. Sin sospechar sobre la inaudita confusión, el cineasta Damien Chazelle, los actores Stone y Ryan Gosling y toda la producción subió el escenario en medio de un regocijo que muy pronto se convertiría en un luto, un trago amargo difícil de bajar.
Desde el micrófono, el equipo en el escenario comenzó a observar a miembros de la producción de la gala correr de un lado a otro, hasta que uno de ellos subió al escenario para pedir la tarjeta que Beatty había dado a Jordan Horowitz.
La ilusión en el gesto de Stone se opacó mientras ella y los demás miembros del elenco intentaban comprender lo que estaba ocurriendo.
Fred Berger, otro de los productores del musical, tomó el micrófono para dar su discurso, aun a sabiendas de que se trataba de un error.
El fiasco era ya insostenible.
“Por cierto, perdimos”, dijo Berger en un arrebato de ira, de desasosiego y frustración.
Fue entonces cuando Horowitz tomó de nuevo el micrófono, ante la mirada atónita de todos los presentes en el teatro Dolby de Los Ángeles.
“Hay un error. Moonlight , ustedes ganaron mejor película”, dijo Horowitz. “No, esto no es una broma”, insistía una y otra vez, hasta que por fin la producción de la Academia halló el sobre correcto y lo entregó a Beatty.
Horowitz se lo arrebató y sin siquiera ojear la tarjeta, la mostró ante las cámaras para despejar cualquier duda.
Lo que estaba por venir tampoco sería sencillo. Berger tendría que despojarse de la estatuilla dorada para entregarla a Barry Jenkins, el director de Moonlight.
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Pero, para ser honestos, aquella no era la manera en que un equipo desearía celebrar una victoria de esta magnitud. La alegría de unos sería el dolor de otros.
“Hemos compartido tantos momentos en el camino con ellos y no han podido ser más corteses y generosos. Todo mi amor para ellos, todo mi amor para La La Land ”, dijo Jenkins.
Tenía razón: ambas películas habían coincidido tantas veces antes en la temporada de premios, que ya se habían convertido en viejos conocidos.
En esta ocasión, en medio de la crisis por xenofobia que se vive en Estados Unidos, y un año después de las acusaciones por racismo contra los Óscar, la gloria no sería para La La Land , una de las cintas contemporáneas más blancas de Hollywood. Era para Moonlight , un drama que aborda el homosexualismo con un reparto completamente negro.