Álvaro Marenco, el omnipresente actor del cine costarricense, pierde inesperadamente el equilibrio y se cae estrepitosamente en la rampa de una pista de BMX.
En el momento del accidente Marenco, de 73 años, está actuando y como es zorro viejo en estas lides, no se queja. Él se levanta del polvazal, retoma la “peligrosa” secuencia y, en medio de ella, suelta una frase que inyectó risas a una mañana de extenso y acalorado rodaje: “Di, maeeee, vio, me caí y sin bici”.
A pesar de las lógicas preocupaciones, al grito de “¡corte!” a Marenco se le ve muy bien. De hecho se le ve risueño, así como todo el crew de Atrás hay relámpagos , la nueva película costarricense que finalizó su rodaje a principios de noviembre y que protagonizan dos caras muy conocidas: Adriana Álvarez ( Gestación ) y Natalia Arias ( Presos ).
Como se puede inferir, es el mundo de las bicicletas, el BMX y las pistas de empinadas rampas, las que abrazan una historia de rebeldía femenina, en las que Álvarez y Arias se salen de sus papeles convencionales para encarnar a Soledad y Ana.
Julio Hernández Cordón ( Gasolina y Te prometo anarquía ), uno de los cineastas de más proyección en Centroamérica, es el encargado encaminar la película y potenciar el particular empeño de las actrices por hacer de esta aventura un éxito en cines.
“Hacen cosas que saben que no están correctas. Lo hacen al propio para retar a un sistema del cual no están satisfechas”, explicó Álvarez.
Ambas, en esa línea, se cambiaron el look de sus cabelleras para impregnar a sus personajes de clara sublevación social, una con un tinte blanco y la otra con un rapado lateral y tonos rojizos.
“Esto ha sido un cambio fuerte para nosotras. Ha sido duro, pero era lo que buscábamos, salirnos del molde”, dijeron ambas intérpretes, otrora dueñas de una cabellera larga, que casi les llegaba a la cintura.
Todo eso lo cuentan a las cinco de la mañana, mientras esperan su llamado a escena. Están cansadas y magulladas, una mostrando los moretes de su primera caída en la ‘bici’ y la otra la mordida de un perro salchicha ocurrida mientras pedaleaba.
Todo el equipo de la película está ubicado en el Walmart de Alajuela. Está amaneciendo.
Arias y Álvarez se levantaron a la 1 a. m. para estar en el supermercado a las 3 a. m., hora de llamada para grabar la escena inicial de la película.
La secuencia, que se filmó dentro del supermercado, marca el encontronazo de las jóvenes con un guarda de seguridad. Ellas huyen, como era de esperarse, en su caballito metálico.
“Digamos que ya el guarda las tiene ‘vigiadas’. Siempre llegan a hacer desastre”, comentó someramente Álvarez.
La siguientes tomas de la mañana transcurren en el parqueo del Walmart. Allí, mientras las chicas protagonistas huyen en dos ruedas, Marenco hace su primera aparición en la cinta. El actor monta una bici, se quiere saltar un carrito de compras y hace misteriosos disparates.
“Soy un abuelo de alguien de la cinta, pero todavía no puedo decir nada”, explicó Marenco, luego de que Julio Hernández le da el visto bueno a la escena.
En otra secuencia, grabada en la misma locación, aparece el artista costarricense Habacuc (Guillermo Vargas), como una muestra de la clase de personajes que matizarán la película. Una Pepsi “malportada” (con mucho gas) marca su debut en la pantalla grande.
En todas las escenas Julio Hernández observa y dirige sereno, sin prisas, con las palabras justas y con una sonrisa. Los que lo conocen dan fe de la calidad de persona que es él cineasta y todos coinciden en una cosa: “le encanta improvisar en el momento, crear en el calor del set ”.
Así, tal cual, se le vio ese día.
Fase dos. A las 8:30 a. m.,Walmart es historia. El crew se traslada a Santiaguito de San Ramón para continuar la tarea.
Allí está ubicada la pista de BMX que por los accidentados hechos siempre recordará Marenco. El circuito fue elaborado con las propias manos de un joven de 26 años, Francisco Matamoros.
Para rodar la cinta, Frank no solo prestó su casa y su pista –que tardó cinco años construyendo–, sino que tiene un papel en la historia. En la ficción del filme, Frank es parte del grupo de amigos de Soledad y Ana y ese mismo día participó en una secuencia junto a Álvaro Marenco.
“A Julio le encantó grabar aquí porque la historia de este muchacho, de Frank, va mucho con el horizonte del filme. Un chico que no quiere depender de nadie y hacer las cosas con sus propias manos, ¡a su manera!”, narró Arias.
La pista es, además, donde Ana y Soledad se toparán con sus novios, Francisco Ortiz y Lou Uba, quienes en la vida real son dos exponentes ticos del BMX.
Además, la tarde de rodaje sirvió para grabar a estos acróbatas haciendo de las suyas en las rampas, mientras Ana y Soledad irrumpen en el show con un representativo automóvil rojo: un BMW modelo 72.
El elegante automotor, transformado internamente por el departamento de arte, funcionará como taxi en la trama del filme y es clave en los intentos de las chicas por lograr su independencia.
“En un momento determinado las chicas analizan qué podrían hacer para valerse por sí mismas. Se inventan entonces que pueden ‘taxiar’ y por ahí va la cosa con este carro”, comentó Álvarez, luciendo una camiseta con botellas de cerveza estampadas.
La jornada, que a eso de las 2:30 p. m. amenazaba con lluvia, obliga al crew a grabar con rapidez la escena del carro. De todas maneras, según el plan de rodaje, ya a esa hora casi todo estaba consumado y poco a poco el día de grabación entraba en su agonía.
A esta altura ya el rodaje de la película es historia y en este momento el complicado proceso de postproducción es la tarea. Lo que sí se sabe es que locaciones de San José y playa Jacó sirvieron para darle punto a final a la trama de Atrás hay relámpagos , que hasta el 2017 será un misterio.
Ya veremos qué tal estará la peli. Por ahora, esto es todo lo que se puede contar.