“Desde que me bajé del avión, mi corazón se hizo un puño. Se me vinieron tantos recuerdos a la mente, que sentí una gran nostalgia, pero de la bonita”.
La coreógrafa mexicana Cora Flores, quien fue directora de la Compañía Nacional de Danza entre 1987-1990, está emocionada por regresar a Costa Rica para participar en el Festival de Coreógrafos, que termina hoy en el Teatro Nacional, en San José.
Flores tiene casi seis décadas de estar inmersa en el mundo de la danza y aseguró que nunca antes había visto que el gremio estuviera tan bien posicionado como ahora.
“Eso es maravilloso, las nuevas generaciones lo están haciendo muy bien”, dijo.
La bailarina, quien tuvo que operarse años atrás la cadera por un desgaste que tenía en las articulaciones, conversó con Viva acerca de cómo ve la danza y de los recuerdos que tiene del país.
¿Cómo siente que se ha ido desarrollando la danza?
Llegué a ver algunos festivales y ahí uno se da cuenta de que los jóvenes hacen cosas que jamás pensamos. El nivel que tienen es excelente y me encanta que sigan teniendo ese nivel de técnica y de interpretación tan maravillosa. Para mí, la danza está en su mejor momento y hay que aprovecharlo.
¿Qué provocó que se alcanzara esta buena posición?
La globalización, en definitiva fue eso. Este fenómeno hace que el planeta se dé cuenta de todo lo que se hace en los países. Ya los países no están aislados; uno se mete en Internet y ahí hay unos tutoriales increíbles. Todo está a la mano.
”Antes no existían ni las becas ni nada de lo que existe ahora. Ahora, en caso de que no te puedas ir becado a una academia, puedes buscar un video y ahí te dicen cómo hacer las cosas”.
¿Qué falta por mejorar?
Más que mejorar, creo que lo que debemos de buscar con urgencia son coreógrafos.
”Te lo explico: puedes ser una gran bailarina, pero si no tienes un coreógrafo que saque lo que tú eres y tienes, no vale la pena”.
¿Qué similitudes y diferencias hay entre la danza costarricense y la mexicana?
Los bailarines de ambos países siempre están en constante búsqueda. Lo diferente es la forma para realizar esa búsqueda. En México son como más pasivos, en Costa Rica son más de movimiento y eso me parece genial.
¿Cuál es la contribución más grande que ha hecho a la danza?
Estar en ella todavía. No hay ninguna otra contemporánea que siga trabajando como lo hago yo.
Melancolía. ¿Qué significa volver a Costa Rica?
Es un choque de emociones; llegar aquí, entrar al Teatro Nacional, ver la oficina que ocupó Graciela Moreno (exdirectora del Teatro Nacional). Me da mucha nostalgia, pero también me da alegría estar acá de nuevo y más aún cuando veo que los bailarines de Costa Rica me reconocen. Eso es muy bonito.
Después de que dejó la Compañía Nacional de Danza (CND), ¿qué hizo? Volvió a México, estuvo en Cuba…
Cuando llegué a México, me di cuenta de que un amigo, con el que tenía una cuenta de banco mancomunada, me robó todo mi dinero. Tuve que empezar desde cero, dar talleres libres en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Estuve en Cuba para ser parte del Ballet Nacional de Cuba. Todos son experiencias que te hacen crecer. Me pasaron cosas malas, pero también otras buenas.
”También pasé por lo de la operación de mi cadera, en donde la primera intervención quirúrgica me la hice en Costa Rica con un doctor ruso que me estafó. Eso fue un gran dolor de cabeza para mí, pero por dicha fui con otro doctor que me operó y puedo caminar bien”.
¿Qué recuerdos tiene de su paso por la compañía costarricense?
Recuerdo que quedé enamorada de la forma de bailar de Mimí González (exdirectora de la Compañía Nacional de Danza) y de José Masís. También me acuerdo cuando Óscar Arias (expresidente del país, 1986-1990 y 2006-2010) me pidió perdón por no haber llegado a tiempo a un espectáculo mío.
”Pero, lo que más le agradezco a Costa Rica es que me haya dado la oportunidad de conocer a la coreógrafa Cristina Gigirey”.