Después de 32 jornadas y de haber participado como espectadora, bailarina, creadora, investigadora y crítica, compruebo que el Festival de Coreógrafos mantiene la esencia con la que fue fundado. Es decir, es un espacio para explorar con el movimiento donde la mayoría de las obras, por ser de estreno, no llegan pulidas, comparten las tablas jóvenes creadores y experimentados, se programan trabajos provenientes de diversas disciplinas del arte escénico con sus lenguajes respectivos, y al final, el público sale diciendo, igual que hace varias décadas atrás: “Qué barbaridad, ¡qué belleza!”, etcétera.
Lo observado en la tercera jornada de 2015 me hizo volver al pasado, pues tuvimos un poco de todo y con diferentes resultados creativos, ya que en el programa se incluyeron debutantes, avanzados y veteranas.
A la debutante Raquel Muñoz le correspondió iniciar la noche con su unipersonal En cápsulas , el cual trató sobre prejuicios y creó un mundo personal para sobrevivir a ellos. Su propuesta se quedó en buena ejecución y utilización de los recursos escenográficos, sin llegar a concluir.
Por su parte, Adrián Flores y Gabriela Alfaro ejecutaron Prosopos , y nos hicieron reír con su comentarios y críticas al sistema, pero, ¿por qué no lo lograron con sus movimientos? Probablemente, porque el coreógrafo debe expresarse con las imágenes creadas a partir del material fundamental de la danza: movimiento, energía, espacio y contenido, entre otros.
Milagro Acuña debutó con Pesadilla , un septeto que busca denunciar el comportamiento que justifica actitudes machistas del patriarcado, y que ve en la mujer un objeto más de consumo. Su enfoque humorístico puede socavar la crítica y revertirse en justificación de la denuncia. Existe una delgada línea entre el panfleto y la obra de arte.
Me resultó interesante ver el trabajo de Mariana Lizano, Sinestecia , un dúo al lado de Martha Gómez en el que exploró el movimiento desde el ballet contemporáneo. Fue una lástima que no lograron la sincronía en los unísonos para disfrutar al máximo la plenitud de la forma, objetivo principal de la propuesta.
Lizano también introdujo un pintor en escena que reinterpretó los movimientos de las bailarines con sus trazos en el papel.
Sol Carballo cerró la noche con Recuerdos encriptados , cuyo tema se deriva del título, fue ejecutado por un elenco de formación diversa y logró mejor nivel interpretativo. El trabajo se expuso a través de interesantes imágenes como la danza aérea, la cuerda floja y algunas acciones grupales; sin embargo, a la trama le faltó un cierre concluyente.
En general, en los trabajos predomina, en las bandas sonoras, la recuperación del silencio, buena iluminación a cargo de Telémaco Martínez y de vestuarios con diseños más elaborados, como los de Manuel Fernández y Grace González.
Finalmente, llama la atención que la mayoría de los autores se centran en temas o enfoques personales y parecen ignorar lo que está pasando en el mundo. ¿Será que estamos en el país más feliz del orbe? Tremenda labor tendrá el jurado internacional (Marcela Sánchez, Octavio Zeivy y Ana Bear) para asignar los premios al final del festival.
FICHA ARTÍSTICA
XXXII Festival de Coreógrafos Graciela Moreno Coreografías: Raquel Muñoz, Adrián Flores y Gabriela Alfaro, Milagro Acuña, Mariana Lizano, Sol Carballo.
Fecha y hora: sábado 21 de noviembre del 2015, 8.00 p. m
Lugar: Teatro Nacional