Alicia Alonso, prima ballerina assoluta de Cuba habló vía electrónica con Viva sobre los retos de su carrera, en el pasado y en el presente.
Es una leyenda viva y ha hecho escuela como bailarina y maestra. ¿Qué planes la mantienen soñando?
La permanencia y el desarrollo de un proyecto que ha sido la gran tarea de mi vida: el Ballet Nacional de Cuba. La danza ha sido mi razón de ser como bailarina, coreógrafa, transmitiendo mis experiencias a las nuevas generaciones. Siento que sigo bailando en el arte de los jóvenes.
¿Cómo fue adaptarse a bailar siendo no vidente?
Los problemas de mis ojos tuvieron distintas etapas, mejores o peores. Nunca la invidencia fue total. Fue una lucha sin descanso buscando soluciones escénicas, recursos técnicos (en mi baile y los medios escénicos), para que el resultado artístico no se afectara, y el público jamás notara las dificultades. Nunca necesité la indulgencia del público por problemas con mi vista.
Mencionan sus bailarinas Viengsay Valdés y Sadaise Arencibia que mantiene una estrecha relación con sus intérpretes, de forma profesional y también humana. ¿Cómo describe su método de dirección?
Como bailarina con larga experiencia profesional, puedo comprender con nitidez lo que se puede y no se puede, y ayudarlos a comprender (a mujeres y hombres) los estilos, los personajes. Es una bella y difícil tarea, que siempre he llevado a cabo con amor.
¿Cuál ha sido el reconocimiento que más la ha conmovido? ¿Por qué?
Sería injusto establecer diferencias. Agradezco mucho los aplausos y los honores, vengan de donde vengan. Eso sí, el sentir el cariño y el respeto de la gente humilde, que me ven como algo suyo, es algo muy especial.
Desde Cuba usted le probó a América Latina que se podía hacer buen ballet con una escuela joven. ¿Qué benefició a los artistas de su época para sacar adelante un proyecto tan ambicioso como la Compañía Nacional?
No ha sido fácil la tarea. Los factores económicos eran determinantes, pero también los prejuicios contra el ballet, las autolimitaciones que han querido poner algunos a los países de América Latina contra el ballet clásico. Fundamos la compañía en 1948, y ante todo, debimos convencer de la validez de nuestro arte, y sin ninguna o muy escasa ayuda económica. El apoyo que nos dio la Revolución Cubana a partir de 1959 fue decisivo, pues tuvimos los medios materiales para llevar adelante el desarrollo de una gran compañía de ballet , La creación de escuelas gratuitas, la dignificación de la profesión del bailarín (que permitió la captación masiva de hombres para la danza), y un gran apoyo moral a nuestro trabajo, hicieron posible.