La bailarina y actriz Ofir León nació en Colombia, pero vivió en Costa Rica. Aunque en el 2013 cerró las puertas de la casa en que habitó su trabajo durante 12 años, dejó al descubierto la huella de su inagotable energía: los colegas y amigos se contagiaron del amor que tuvo por su trabajo.
Ofo, como la llamaban de cariño, llegó a nuestro país siguiendo a Humberto Canessa en el 2001. El maestro de danza contemporánea la conoció en Cali, cuando fue su alumna en unas clases que daba.
Haciendo la transición del teatro hacia la danza, León había trabajado en su proyecto de investigación escénica Signos Teatro Danza desde 1995.
Cuando viajó con Canessa a tierras ticas lo hizo para “cambiar suerte”, según cuenta él mismo. La describe como una luchadora con excepcional temple para asumir “aventuras quijotescas” en las cuales brotaba su coraje.
Ese carácter se recuerda en el proyecto más ambicioso que asumió León en el país: años de talleres artísticos en la cárcel de El Buen Pastor, en los cuales creó una obra con las reclusas, Un día menos , que logró presentar en el 2010 en el Teatro Nacional.
Canessa dice que el trabajo duro ella lo heredó de su madre, una mujer que comenzó su propia empresa vendiendo fruta en la ciudad de León, en Popayán.
Recia, nunca se quejó del casancio. Su estado de salud nunca fue tema de conversación, aunque, según ella misma publicó en Facebook, en junio contrajo el virus de chikungunya.
Desde el año pasado, León se había debilitado por una acumulación de problemas de salud.
El último contacto de Canessa con León fue hace dos semanas por mensajes, precisamente para hablar de su recuperación: “Perfectamente pudo estar enferma y no decirnos nada. Era tan generosa con los demás que no se preocupaba por contar su estado de salud”.
Legado. León llegó a Costa Rica a trabajar intensamente en el movimiento de danza. A través de Canessa, conoció a muchos cómplices y colaboradores.
Bajo su dirección impulsó a la Compañía Infantil del Teatro Giratablas a la creación experimental.
Conoció al ahora director de la Compañía Nacional de Danza, Adrián Figueroa, y juntos consolidaron el Encuentro de Solos Hecho a Mano en el 2010.
“Ofir llegó a fortalecer un gremio que comenzaba a dar grandes pasos para nuevas formas de hacer danza. Muchas de las cosas que están acá son gracias a ella”, comentó Figueroa, quien rindió un pequeño homenaje a la artista anoche, durante el Festival Nacional de Danza.
Canessa también la llevó a Valentina Marenco, bailarina que la acompañó primero codirigiendo en el 2008 Carácter: miradas de mujeres en un momento sin tiempo y, luego, presentando la obra en la cárcel de El Buen Pastor, donde continuaron trabajando con las mujeres.
“Ofir lo dio todo por ese proyecto. Lo sostuvo a toda costa, incluso sin patrocinio económico”, detalló Marenco.
Después de tanto esfuerzo, dejar Costa Rica y esos ambiciosos sueños fue un golpe duro.
Su muerte a los 45 años suena muy pronta para quienes le tuvieron cariño. Sin embargo, su legado en Costa Rica es la prueba de lo mucho que logró en poco tiempo, 12 años, ni más ni menos.