Hace 18 años, incluso antes de que el fallecido líder venezolano Hugo Chávez llegara al poder en 1999, la periodista Carolina Sánchez salió de su país para establecerse con su entonces pareja en Costa Rica y también sacar su maestría en Administración de Negocios.
Aquí nació su hija Sara, hoy de 14 años, pero el grueso de su familia (padres, cinco hermanos, tíos y muchos primos) viven en Maracay, estado Aragua, de donde es la Chama de Informe 11 Las Historias .
Es por eso que la incertidumbre, la escasez de productos básicos y la inseguridad no dejan dormir tranquila a Sánchez.
“La economía allá está muy mal, mi familia solía visitarme una vez al año, pero ahora han tenido que reducir los viajes. Los tiquetes están por las nubes. Ya tengo tres años de no ver a mi papá y mis hermanos. A mi mamá sí la vi porque pude comprarle un boleto recién. La verdad, por ahora, yo no quiero volver, está muy peligroso y hace seis años sufrí un asalto con pistola en una presa, saliendo del aeropuerto”, recordó la presentadora de canal 11.
Carolina comentó que se comunica con su familia por medio de Facebook, Skype, mensajes de texto o WhatsApp, para informarse de cómo están y cuál es el verdadero escenario que los rodea.
Según Sánchez, la información que recibe por parte de los medios de comunicación en su país es muy sesgada y restringida, por la presión del Gobierno. La periodista comentó que con su mamá habla todos los días, y es ella quien la actualiza de los hechos.
“Hay mucho desabastecimiento en los productos básicos. Deben hacer colas (filas) larguísimas para intentar conseguir arroz, azúcar, leche, café, papel higiénico, ¡ya ni jabón neutro para bañar a los chiquitos hay! Me cuenta que están preparados con alimentos no perecederos por cualquier emergencia. Cuando vino a Costa Rica se llevó un montón de medicinas, porque ya no se consiguen allá. A veces ni algodón ni alcohol se consiguen. Así de grave está la cosa”, dijo.
“Lo que más me angustia y es el sentimiento de cualquier venezolano, es que te asalten por nada, por robarte un teléfono, unos zapatos. Vas al cine y cuando apagan las luces ¡te asaltan! También que luego de tal hora no podés salir, por seguridad. Yo extraño mucho a mi familia, pero ya hasta mi hija me dijo que no quiere ir, hay mucho miedo que algo te pueda pasar”.