Hace unas semanas fueron los cimientos de Hollywood los que temblaron por una seguidilla de acusaciones de abuso sexual; ahora, las bases que se agitan son las del mundo de la moda.
El mundialmente conocido fotógrafo Terry Richardson fue vetado de las célebres revistas de moda debido a varias denuncias que hicieron públicas seis modelos en el 2014, en las que aseguraron que el artista presentaba comportamiento "impropio" en sus sesiones de trabajo.
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Tres años después de aquellas revelaciones de abuso y pese a las constantes negaciones del artista, este lunes el diario The Telegraph aseguró que el vicepresidente ejecutivo de Condé Nast Internacional, James Woolhouse, prohibió a todas las revistas del grupo trabajar con Richardson.
Condé Nast Internacional edita prestigiosos títulos de moda como Vogue, GQ, Glamour y Vanity Fair en 29 mercados internacionales, publicaciones para las que ha trabajado Richardson regularmente.
Mediante un correo electrónico, Woolhouse ordenó a todos los directores mundiales de esas revistas a que se suspendan las relaciones profesionales con Richardson.
"Si hay algún trabajo de él que ya está encargado y está pendiente de publicación, deberá sustituirse por otro material", dice parte del correo que firma Woolhouse y que fue filtrado a la prensa.
La medida de la compañía llegó un día después de que The Sunday Times cuestionara por qué Terry Richardson seguía siendo celebrado y contratado por la industria de la moda, a pesar de las acusaciones de abuso sexual que lo señalan.
Es un panorama muy distinto al que enfrentó el megraproductor de Hollywood Harvey Weinstein, quien fue separado de todas sus funciones por las denuncias de acoso sexual.
En el 2014, Terry Richardson escribió una carta al Huffington Post en la que rechazaba los señalamientos de acoso sexual. "Colaboré con mujeres adultas que conocían perfectamente la naturaleza del trabajo. Nunca usé una oferta de trabajo o amenazas para obligar a alguien a hacer algo que no quería. Siempre respeto a quienes trabajan conmigo, reconociendo su libertad de elección y aceptando sus decisiones", comentó el fotógrafo en aquella ocasión.
Desde entonces, el estadounidense de 52 años trabaja bajo la sombra de aquellas denuncias realizadas por las modelos Emma Appleton, Jamie Peck, Liskula Cohen, Charlotte Waters, entre otras, quienes afirmaron que sus sesiones de trabajo con Richardson sobrepasaron la provocación.
El ocaso
La suspensión de Terry de las icónicas publicaciones significa un baño de agua fría para su carrera, que despuntó en el año 2000.
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Tan influyente como divisivo, el fotógrafo rápidamente se convirtió en un nombre familiar y una figura de culto para los aficionados a la moda, pues cambió el rostro de la fotografía de moda moderna a través de un estilo muy propio que simula fotos instantáneas, con alta carga sexual y que gusta jugar con la percepción pública de lo que se considera aceptable o no.
En sus dos décadas de carrera, para las lentes de Terry Richardson han posado algunas de las marcas más famosas del mundo, así como publicaciones de lujo y celebridades del más alto perfil, entre ellas el expresidente de Estados Unidos Barack Obama o las cantantes Lady Gaga, Beyoncé, Nicky Minaj o Miley Cyrus, entre otros.
La afición a la fotografía, Terry Richardson la heredó de su padre Bob Richardson un fotógrafo de la revista Vogue. Precisamente fue por el trabajo de su padre, que Terry vivió gran parte de su infancia en París, Francia; sin embargo, al tiempo, regresó a Nueva York con una familia destinada a separarse por un romance que su papá tuvo con Anjelica Houston, una modelo que tenía 17 años de edad.
Migró con su madre, Annie Lomax, a Woodstock, un pueblo de Georgia que servía de punto de parada de músicos como Jimi Hendrix, Keith Richards y Bob Dylan.
Al final, terminó en California y su madre en un hospital tras sufrir un accidente automovilísticos que la dejó en coma. "Fue muy fuerte. Tenía 11 años y todos los días fumaba marihuana simplemente para escapar", relató a la prensa estadounidense al hablar de sí mismo.
Ese periodo fue perturbador. "Conocí gente extraña, jodida y perversa", añadió.
A los 17 años tuvo su primera cámara. Su primer trabajo fue para la revista Vibe, en el 1994, tenía 29 años. En aquel trabajo siguió a un grupo de adolescentes durante una salida nocturna a la ciudad de Nueva York.
Fue ahí donde descubrió su estética cruda y documental que caracterizó el génesis de su carrera. "Sus fotos no se centraban en ideas convencionales de la belleza y tenían una cualidad sucia que estaban al límite de lo desagradable", reseñó Vogue España.
A finales de los 90, Terry Richardson alcanzó su primer encargo para Vogue y meses después Tom Ford lo contrató para una campaña de Gucci que causó revuelo. Sin embargo, la campaña más conocida de esa época fue la que hizo para Sisley, en donde la modelo Josie Marian, exprimió la ubre de una vaca en su rostro.
Sería el despegue de su carrera. Comenzó a trabajar más regular para Vogue, GQ y Harper's Bazaar con sesiones de fotos en las que cobraba hasta $200.000. Su clientela se expandió con Yves Saint Laurent, H&M, Mercedes Benz, Dolce & Gabbana, Mango, Levi's, Jimmy Choo y Nike.
En el 2007, volvió a trabajar con Tom Ford para For Men, el nuevo perfume de Gucci, y el resultado le dio la vuelta al mundo por su tono obsceno.
Con su efervescente popularidad, se comenzaron a escuchar los terribles rumores y alegaciones sobre los métodos que usaba en sus sesiones fotográficas.
La modelo danesa Rie Rasmussen lo acusó de usar su poder en la industria de la moda para acosar a jóvenes mujeres, Jamie Peck recordó cómo en el 2004 el fotógrafo le pidió quitarse la ropa interior, jugar con su tampón y masturbarlo. Una vivencia similar a la que tuvo Charlotte Waters de una sesión del año 2009.
Las acusaciones continuaron. La romana Gabriela Johansson demandó a Richardson por fraude a invasión a la privacidad, mientras que Sara Ziff y Alise Shoemaker, ambas de Model Alliance (asociación por los derechos de las modelos) dijeron que no volverían a trabajar con él por las inusuales sesiones.
Todas las revelaciones salieron a la luz en el 2014, el mismo año en que inició una campaña en contra del fotógrafo que llegó a las redes sociales con la etiqueta #NoMoreTery.
En ese momento Vogue y H&M dijeron que no trabajarían más con Richardson, pero sus fotografías siguieron ocupando sus páginas. En esa misma coyuntura trabajó con Harper's Bazaar, Rolling Stone, las versiones francesa e italiana de Vogue y GQ, y para marcas como Valentino y Carolina Herrera.
Con el ocaso a sus espaldas, Terry Richardson continuó activo en la industria de la moda, hasta este lunes, cuando su imperio se comenzó a derrumbar con la decisión de Condé Nast Internacional y una nueva campaña liderada por la top model y activista Cameron Russell, quien bajo la etiqueta #MyJobShouldNotIncludeAbuse (mi trabajo no debería incluir abuso), pretende destapar los casos de abuso físico y verbal a los que muchas chicas se enfrentan en sus carreras de modelos.