Los nervios de novia normalmente tienen que ver con el vestido, el buqué, el vals... Pero para la costarricense Gina González la historia tuvo un matiz fuera de serie; los nervios tenían que ver con hacer pública la noticia de que había un anillo en su mano.
Ella planeaba ser la esposa del legendario Alfredo Di Stéfano, el presidente honorario del Real Madrid, quien falleció 13 días atrás, producto del paro cardiaco que sufrió mientras celebraba su cumpleaños número 88.
Hoy se dice arrepentida de haber hecho planes de boda porque en un solo día, el 7 de mayo del año pasado, su nombre pasó del anonimato a ser la comidilla de la prensa mundial. Pero, asegura, su infierno había comenzado mucho antes.
A Di Stéfano, entonces de 86 años, se le veía pasear por las calles madrileñas siempre con saco, con una sonrisa pícara y a bordo de una silla de ruedas empujada por una mujer medio siglo menor, hija de un exasesor legal del Deportivo Saprissa, con ansias de ser entrenadora de fútbol y con una inscripción que decía “La Saeta Rubia” tatuada en el antebrazo. Ella es Gina.
Luego del anuncio del compromiso, los hijos del argentino llevaron la rencilla hasta los juzgados para pedir una declaración de incapacidad y así asegurarse el patrimonio económico de su padre. La tica y don Alfredo no pudieron superar la defensa para anotarle ese último gran gol a la vida.
Luego de cinco solicitudes de entrevista a lo largo de más de un año, González por fin se decidió a romper el silencio. Este un extracto de lo que Viva conversó con ella:
¿Cómo llegó a ser su asistente?
Yo estaba trabajando en el Real Madrid y era asistente del escritor de los libros del club. A mi jefe le asignaron hacer un libro sobre Alfredo y yo hacía la investigación. Pasé como cuatro meses entrevistándolo a diario, en su oficina.
”La verdad es que apenas entré y le vi, me quedé como asustada. Su personalidad, su clase, su elegancia, su lenguaje no verbal a mí me impactó. Claro, ya cuando abría la boca quedaba yo totalmente derretida. Me enamoré de él al instante.
"Fue muy lindo porque fue muy clandestino. A él lo que le enamoró fue que yo tenía un montón de sueños de fútbol. Como él era el rey de fútbol, había ganado y conquistado todo y era como el dios del fútbol, para mí todo era como sorprendente. Todos mis sueños le hacían mucha gracia.
"Yo estaba estudiando para entrenadora cuando lo conocí. Él nunca pensó conocer a una mujer que quisiera ser entrenadora.
”Los dos teníamos claro que no nos queríamos separar. Yo tenía claro que una vez que terminara el libro, yo me tenía que ir de ahí, que ya no podía volver a diario a su oficina. Fue cuando se me ocurrió decirle: ‘Quiero quedarme contigo, quiero ser tu jefe de prensa’.
"Yo le pedí mucho a Dios que me diera una idea para poder estar cerca de él todos los días".
¿Cuándo comenzó el romance?
Como cualquier relación, va creciendo poco a poco, hasta que llegó un punto en que estábamos enamoradísimos. Si fueron seis años, yo diría que una relación formal y seria fue hasta en los últimos tres años.
¿Cuál es el momento más duro que recuerda en esa relación?
Cuando él da la exclusiva a El Mundo y dice que se quiere casar. Yo le propuse la posibilidad de que no nos casáramos. Estábamos comiendo y el periodista de El Mundo estaba a la espera de la llamada para venir a hacer la entrevista. Le dije: ‘Mirá, no hace falta, no quiero que te sientas humillado’.
”Ya la familia lo sabía y lo tenían semiencerrado; le habían quitado su celular. Ese día salió, supongo que por descuido de los hijos. Recuerdo que era un sábado, me llamó para que fuera por él y yo lo fui a recoger.
"Él me dijo, con una seguridad, que él era el macho, él que mandaba en esa casa. Y dijo: 'Me han dicho tantas cosas tuyas mis hijos, pero no les creo nada'.
”Me pidió que no me acobardara, que él no se iba a acorbardar. Estaba tan impresionantemente decidido, que a los cinco días ya lo tenían sentado en un juzgado. La única forma de evitarlo era demandarlo por incapacidad mental, estando perfectamente sano. Tenía la cabeza de un hombre mayor, sí; pero no para incapacitarlo”.
¿Antes de ese día cuánto tenían sin verse?
Una semana.
¿Cómo recuerda el día en que él le pidió matrimonio?
Alfredo no era romántico, para nada; yo le fui enseñando. Al final era hasta muchísimo más dulce y más cariñoso que yo. Al principio era frío, concho.
"El día de eso estábamos en un restaurante y me dijo: ‘Acordate que nos tenemos que casar’ y me puso ojitos como de que se estaba jugando su hombría. Me dijo: ‘¿Por qué? ¿No querés?’. Y le dije: ‘Ay mi amor, por supuesto’. ¿Qué le iba a decir?"
Entonces, habían conversado antes la idea de casarse.
Sí, lo habíamos hablado. Cuando lo conocí, él estaba bastante enfermo. Cuando lo internaban, no lo podía ver. Para tranquilizarme, él aceptaba ser internado con la condición de que le dejaran el celular en la mano. Cada hora o cada dos horas me llamaba para informarme cómo estaba. Claro, yo lloraba cuando lo internaban; llamaba a Costa Rica a mis papás, a veces iba y me quedaba en mi carro fuera del hospital toda la noche.
”Al final, la razón por la que acepté fue porque un abogado me dijo: ‘Si te casas, quien decide quién entra al hospital eres tú’. Mala idea la de la boda. Si no nos hubiéramos intentado casar, no nos hubieran separado.
”Yo entiendo que la gente no pueda entender la diferencia de edad, que dicen que soy interesada, pero quienes me conocen saben que no es así.
”Yo lo puedo demostrar con hechos; por ejemplo, no he aceptado ni una sola entrevista pagándome. No me ha ingresado ni un solo euro o dólar por esta historia. He rechazado portadas de revistas pagándome. He rechazado montajes, que en España generan mucho dinero. Eso funciona así: yo le aviso a un paparazzi dónde voy a estar, él va, hace la foto, la vende y luego nos repartimos el dinero.
”Cuando todo esto estalla, lo único que intento es conseguir trabajo como periodista deportiva en España para poder seguir manteniéndome ahí y todo el mundo me ha dado la espalda; todo el mundo me dejó sola, todo el mundo tenía miedo a la historia, al escándalo.
"Si yo fuera una persona interesada, habría aceptado todo eso, sacarle provecho, hacer dinero con la historia. Eso yo no lo he hecho nunca ni lo voy a hacer, porque es mi dolor, es lo que yo siento por él".
¿Fue don Alfredo el de la idea de casarse o la ilusión era suya?
Cuando nos nace la idea, sí fue mía, pero fue en el 2011 y quedó ahí. Lo que me motivaba a querer casarme fue eso. Creo que a él lo que lo detenía era la hija que estaba viva y que vivía con él , la que murió de cáncer. Era como la más brava. Nunca encontró la forma como de echarla porque era muy buen padre . Cuando ella muere, como a los dos meses, me dice que nos casemos, pero fue él. Supongo que vio la oportunidad.
¿Sentía miedo de que los separaran, como, finalmente, ocurrió?
Jamás. No me imaginé que no lo dejaran ser feliz.
”Yo siempre estuve dispuesta a que se sentaran conmigo, que me pusieran a firmar lo que quisieran y yo se los firmaba. No, no, yo no tenía interés en nada, yo renuncio a lo que sea con tal de estar con él. Si yo hubiera imaginado que lo podía perder, jamás hubiera seguido adelante con la boda".
¿Cómo cree que asumió él la separación?
Prefiero pensar que no sufrió.
¿Aunque eso implique que entonces no la extrañaba?
Sí, yo no quisiera que él haya sufrido, quisiera que haya sido feliz.
¿Cuándo escribió la carta de amor que publicó El Mundo ?
Para mí, los cumpleaños de él eran fechas muy especiales. Tenía en la cabeza que iba a cumplir años. El Mundo me pidió una entrevista y yo les dije que no, pero me nació del corazón escribir esa carta como regalo de cumpleaños.
”Resulta ser que yo la mando al mail de este periodista, pero se fue de vacaciones, según me dijo, y cuando vuelve Alfredo estaba en coma. Antes de que volviera, yo le había enviado un mail diciéndole que no publicara la carta. El periodista la publicó sin mi consentimiento y dijo que el correo donde yo le pedía que no publicara no lo vio”.
¿Fue un momento de desesperación, de nostalgia, de aceptación de la realidad...?
Desesperación, no; nostalgia, sí.
En esa carta, usted señala: ‘Este periódico me ha vuelto a contactar para que según ellos responda algunas preguntas. Hacerlo sería señalar a mucha gente que aprecias y eso no te gustaría’. ¿Se refería a los hijos del astro o a quién más?
Yo creo que las personas que leyeron esa frase saben quienes son. Hasta ahí lo voy a dejar.
También dice que eran almas gemelas. Con 50 años de diferencia, ¿en qué podían ser tan parecidos?
Era algo de adentro, de cuando nos mirábamos, de cuando nos sentíamos, de vernos. Era como cuando tu ves a alguien con el alma.
”Cuando yo le conocí no estaba en silla de ruedas, era un hombre que todavía subía y bajaba gradas del Bernabéu, con bastón, sí , pero erguido.
”Yo tenía fotos de él de joven. Un día me quedé viendo y dije: ‘Mirá, me gusta más viejo’. Quité la foto de joven y dejé la de viejo.
”Me cuesta ponerme en el lugar de los demás y entender lo de la edad. No tengo nada más que decirles que por lo menos me den el beneficio de la duda y que no juzguen”.
Se refiere a usted como ‘boluda’ por haberlo perdido. ¿Fue su culpa?
Sí, porque pude haber sido más inteligente , haber pedido consejos a otras personas . Actualmente, solo recibo consejos de mi pastor. Cuando yo le comenté sobre la boda, él me dijo que no me casara. Pero ya era demasiado tarde, ya iba todo en camino, ya los hijos lo sabían. Si hubiera pedido consejo antes...
¿Por qué le aconsejó eso?
Para no molestar a los hijos.
¿Su familia se reunía con él?
A mi mamá la trataba como una reina, era una barbaridad. Mi mamá estaba fascinada con él.
¿Su mamá apoyaba la boda?
Me apoyaba, pero tenía miedo.
¿Miedo a qué?
Al qué dirán, supongo.
¿Qué le vino a la mente cuando murió Di Stéfano?
Se me vino todo el mundo encima, se me cayó todo, como si me estuviera tragando la tierra. Luego salí al gritar al cielo ‘¿dónde estás, dónde estás?’. Yo pensaba que cuando una persona se muere venía a despedirse de ti.
(Llora)”Pensaba que iba a verlo, que como estaba en coma a lo mejor iba a tener la oportunidad de ir.
”Después de gritar al cielo entendí que estaba conmigo... Ahora siento que está conmigo, que me puede ver y que me va a ayudar”.
Usted solo hubiera estado casada durante un año. ¿Es mejor que las cosas hayan sido así, pues hoy sería su viuda, o preferiría haber estado al lado de él como su esposa para verlo morir?
Yo no hubiera querido verlo morir. Hubiera querido casarme porque eso era lo que él quería, y haberlo hecho feliz poquito tiempo. Pero prefiero jamás haber visto nada.
¿Por qué no fue al funeral?
Yo le pregunté a don Carlos (Chavarría, el pastor) que si debía ir a Madrid y me dijo que no, que yo ya había hecho todo lo que tenía que hacer. Yo tampoco quería que se hiciera un circo con la prensa ahí, había que respetar su homenaje.
¿Piensa visitar la tumba?
Claro que quiero ir, pero cuando nadie me tome una foto o video.
En caso de haber recibido la herencia de la Saeta Rubia, ¿qué hubiera hecho con el dinero?
Yo le di a él dos ideas hace como tres años: repartir su herencia para que nos dejaran tranquilos o donarlo a ONG de chiquitos en Argentina. A las dos se negó.
”Si a mí me hubiera tocado algo –que yo no quería, pero si me hubiera tocado algo– yo cojo todo y vengo a dejárselo a los chiquitos pobres de aquí (de Buenos Aires, donde reside actualmente), pero a los hijos no se los hubiera dado”.
¿Se arrepiente de algo?
Talvez de haber aceptado casarme. Sí, porque ese fue el punto de separación. Me lo ha dicho todo el mundo, que para qué inventamos casarnos, que el error fue ese.
¿También se lo dicen su familia y sus amigos?
Me lo dijo la esposa de mi papá.
Siempre dijo que no daría entrevistas hasta que tuviera fuerzas para afrontar a los medios. ¿Ha comenzado a encontrar algo de paz?
Para nada. Yo quisiera que no me atacaran. Si hablo ahora es porque me quiero defender, porque quiero reconstruir mi vida, porque a mí nadie me quiere dar trabajo. Estoy cansada de que hablen mal de mí.