Jason Leopold, periodista de Vice, no la dejó ni picar y sintetizó el futuro de Playboy : “Ahora, realmente, la gente la va a leer por los artículos”.
El tuit de Leopold, simplemente, apuntó al viejo chiste según el cual, durante décadas, los caballeros descargaban la “penilla” de ser sorprendidos con las manos en la masa.
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La publicación con (bellísimas) mujeres desnudas como punta de lanza, siempre tuvo plumas privilegiadas y artículos de fondo en sus páginas.
Además de desnudez, Playboy vende sofisticación, clase, glamour y buen vivir. El medio combina la figura femenina con una masculinidad idealizada.
“Playboy es para lo que nos gustan los cócteles, un aperitivo o dos, poner un poco de música, con una amiga, para una discusión tranquila sobre Picasso, Nietzsche, el jazz , el sexo”, escribió en alguna oportunidad Hugh Hefner, el octogenario fundador de la revista, quien aún la dirige.
En la biblia del estilo de vida que transmiten sus páginas, la estética y la calidad no son negociables, incluidos las notas periodísticas, los ensayos, las investigaciones, las entrevistas y los relatos de ficción.
Así es como se responde la pregunta ¿ahora qué?, que surge con la noticia de que a partir de marzo del 2016, Playboy dejará de publicar desnudos integrales.
La decisión fue anunciada por Scott Flanders, el consejero ejecutivo de la revista al diario The New York Times. Hef estuvo de acuerdo.
La nueva política editorial incluye la portada y sus icónicas páginas centrales.
Para entender lo que significa este paso para Playboy, digamos que sería el equivalente a que McDonald’s descontinuara la venta de hamburguesas.
Tiempos modernos. En agosto del año pasado, la revista “limpió” los desnudos de todas sus plataformas digitales, sobre todo para poder tener presencia en Facebook y Twitter. Desde entonces, cuadruplicó su tráfico.
La decisión no es moral, solo son negocios. A los 89 años, el anciano garañón no va a cambiar... Lo que debe cambiar es el medio: hoy solo circulan 800.000 ejemplares, muy lejos de los 5,6 millones que llegó a vender en los 70.
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“Las revistas pornográficas o eróticas, incluso las que incluyen otros contenidos como Playboy, perdieron impacto comercial y su relevancia cultural”, aseguró Scott Flanders.
“Para una generación de hombres norteamericanos, leer Playboy era un rito cultural, una emoción ilícita. Hoy, todos los adolescentes disponen de una conexión rápida a Internet”, añadió.
A Playboy la sostiene el resto del imperio de Hef, que vende todo tipo de productos.
Desde hace una década, la empresa se aleja del negocio de las publicaciones para incursionar en otros ámbitos; por ejemplo, solo por licencias de la marca, ganó $65 millones en el 2013.
No es que se haya rendido; como dicen los ejecutivos de la firma, más bien es la madurez y el pragmatismo que dan los años.
Es el pragmatismo que hace entender que el 40% de los ingresos del emporio vienen de China, que tiene severas leyes contra la indecencia y la pornografía.
Si para mantener esos ingresos Playboy se tiene que poner la ropa, lo hará.