"Estoy en 1116 Ocean Drive. Un hombre recibió un disparo. Por favor, inmediatamente, por favor".
La llamada al 911 entró cerca de las 8:45 a. m., el 15 de julio de 1997. En ese momento, el teniente del Departamento de Policía de Miami Beach, Carlos Noriega, iba para su trabajo.
"Me dirigí a la escena, y... encontré un área recién inundada de agentes de policía", le dijo Noriega a CBS . "Había evidencia en los escalones del frente. Había sangre. Había ropa".
Había, también, el cuerpo de un hombre fallecido en el suelo. Gianni Versace, el icónico diseñador de modas, había sido asesinado frente a su mansión.
El próximo sábado 15 se cumplirán 20 años desde que se perpetró uno de los asesinatos más recordados de la farándula mundial. Hace dos décadas, un joven de 27 años acabó con la vida de la estrella italiana y de, al menos, cuatro personas más.
La partida del hombre que visitó a celebridades como la Princesa Diana, Liz Taylor, Elton John y Diego Armando Maradona, y que creó un imperio de la moda, dejó más preguntas que respuestas.
La más importante y que probablemente nunca llegaremos a contestar, es, ciertamente: ¿por qué?
El día que terminó en tragedia
Cinco días antes del asesinato, Gianni Versace y su pareja durante sus últimos 15 años de vida, Antonio D'Amico, llegaron a Casa Casuarina, su lujosa mansión en Miami Beach después de visitar París y Nueva York.
No había forma de que lo supieran, pero su asesino ya se encontraba también en la ciudad.
La mañana de ese martes comenzó como cualquier otra. Gianni, de 50 años, se despertó temprano y luego se dirigió a un café local en Miami para recoger algunas revistas.
De vuelta, cuando estaba introduciendo la llave en la cerradura de la puerta principal de su casa sucedió la tragedia.
Una de las balas entró por su cara, la otra detrás de su oreja izquierda, en el cuello.
"Escuché el disparo. Mi corazón paró de latir", dijo D'Amico recientemente en el especial de NBC, The Death of Gianni Versace: The Dateline Investigation. "Así que salí corriendo y vi a Gianni acostado en las escaleras con sangre".
Lázaro Quintana, amigo de la pareja, también estuvo ahí. Se encontraba en el comedor con D'Amico en el momento de los disparos.
"De repente escuchamos bang, bang... Dos disparos", recordó Quintana para la recontrucción del caso realizada por 48 Hours, de CBS. En un especial de aniversario del trágico evento, publicado en mayo, el periodista Richard Schlesinger conversó con muchas de las personas implicadas en el caso, intentando encontrar respuestas.
"Antonio se levantó y se dirigió a la ventana que da a la puerta para entrar en la mansión. Gritó: '¡No. No!' Y salí corriendo", le contó Quintana a Schlesinger en la escena del crimen. "Gianni estaba justo aquí (en las gradas). Antonio estaba llorando. Estaba destruido... Estaba destruido".
"¿Quién hizo esto? ¿Quién hizo esto?", preguntó D'Amico, mientras el joven armado huía de la escena.
"Antonio dijo: '¡Ve por él, ve por él!'", agregó el amigo de la pareja. "Así que fui tras él. Grité: 'bastardo, ¿por qué hiciste esto? ¿Por qué hiciste esto?'".
La persecusión, a la cual se unió también un oficial de policía que estaba cerca, terminó en un garaje cercano a la mansión del italiano.
En el suelo había una pila de ropa: una camiseta gris y unos pantalones cortos negros, la misma ropa que Quintana vio que el asesino estaba usando.
Al lado de la ropa había una camioneta roja robada con documentos adentro. No había rastro del joven, pero la policía ya tenía el nombre del sospechoso: Andrew Cunanan, uno de los fugitivos más buscados por el FBI.
Las huellas del homicidio
La policía comenzó a saber sobre Cunanan meses antes del asesinato de Versace.
Andrew, el hijo más joven (de cuatro) de Modesto Cunanan y Maryanne Shilacci, vivía junto a su familia en los suburbios de San Diego.
Nunca escondió su homosexualismo ni su obsesión por los lujos. Estos, más bien, fueron sus herramientas para buscar ser siempre el centro de atención.
Gracias a los esfuerzos de sus padres y a su destacado nivel intelectual, Andrew pudo ingresar a la escuela preparatoria privada Bishop, en La Jolla.
Durante sus estudios, Andrew desarrolló una tendencia de mentirle a la gente y a aparentar tener una vida llena de lujos y privilegios. Los deseos de pertenecer a una familia distinguida se convirtieron en su frustrada ilusión.
No era mayor de edad cuando ya había comenzado a prostituirse. Se convirtió en Andrew DeSilva: un experto gigoló.
"Fue un oportunista que seleccionó y desembarcó a hombres ricos, un joven brillante que se modeló a sí mismo después de Richard Gere en la película American Gigolo", escribió The Washington Post. "Graduado de una escuela de élite, se apoyó moviéndose entre los hombres opulentos que se habían convencido de que no estaban pagando por sexo. Más bien, les gustaba decirse a sí mismos que estaban pasando el tiempo agradablemente con un joven encantador y guapo a quien recompensaban con regalos y dinero".
Uno de ellos fue Norman Blachford, un hombre de negocios que le regaló un auto, le estableció un pago mensual de $2.500 por mes e incluso lo llevó de vacaciones en Francia.
El joven mantenía relaciones con otros hombres, por lo que Blachford terminó su relación con él y lo echó de su casa.
Para muchos, este episodio marcó el inicio del declive de Andrew Cunanan. Mientras se acercaba a los 30 años, había comenzado a perder lo que para él era su principal atractivo: su aspecto. Había engordado unas libras y su musculoso cuerpo de alquiler ya no era el mismo.
"Deprimido, les dijo a sus amigos en una fiesta de despedida en San Diego, en abril, que se mudaría a San Francisco para 'perseguir un romance'. Pero, en primer lugar, tenía algunos negocios que atender en Minneapolis", agregó el medio. "Compró un tiquete de ida".
El fin de la cordura
Cunanan asesinó, al menos, a cuatro personas (en su mayoría hombres homosexuales) antes de ponerle fin a la vida de uno de los más prominentes diseñadores de moda.
Su primera víctima mortal fue su amigo Jeffrey Trail, un exoficial naval, el 27 de abril de 1997, en Minneapolis. Lo asesinó a martillazos y luego envolvió su cadáver en una alfombra.
Su cuerpo apareció en el apartamento de su segunda víctima: su examante, el arquitecto David Madson, en Minnesota. Su cadáver fue hallado el 29 de abril en la orilla del lago con heridas de bala en la cabeza.
Luego condujo a Chicago y asesinó a Lee Miglin, de 72 años, un destacado empresario. Fue apuñalado más de 20 veces con un destornillador. La relación que mantuvo con Cunanan aún es incierta.
Su cuarta víctima vivía en Nueva Jersey. Era un cuidador del cementerio nacional de Finn’s Point, de 45 años de edad. Robó su camioneta roja y se puso en camino hacia la mansión de su última víctima, Gianni Versace.
Resolución fatal
Nueve días después de matar a Versace, Cunanan se disparó en la cabeza, en el interior de una casa flotante en Miami. Usó el mismo arma con el que había cometido los homicidios de Madson, Reese y Versace.
Los investigadores aún no han podido establecer una relación definitiva entre todas sus víctimas ni los motivos que movieron al joven a convertirse en un despiadado asesino en serie.
En su testamento, Versace dejó el 50% de su imperio de la moda a Allegra Beck, su sobrina, hija de su hermana menor Donatella.
Beck heredó alrededor de $500 millones del imperio de moda Versace.
¿Conoció alguna vez Andrew Cunanan a Gianni? ¿Qué lo llevó a asesinarlo? 20 años después de su muerte estas preguntas continúan sin responderse.
"Los investigadores realmente no encontraron un motivo concreto (de su homicidio)", le dijo el experto en comportamiento criminal John Kelly, a la revista People. "Estaba buscando ser famoso y al matar a Versace, consiguió lo que quería".