Para el grueso de fans de Nintendo, Super Mario es la insignia de la compañía de manera indiscutible. Sin embargo, hay un nicho de aficionados que sospechamos que la verdadera joya de la corona es otra.
Sabemos que no existe franquicia que muestre de mejor manera la pasión de artesanos y el amor con el que Nintendo crea videojuegos que The Legend of Zelda.
No hay franquicia más exitosa en la industria. Si alguno se escandaliza con esta idea, es completamente posible defenderla con y datos duros.
En sitios dedicados a calificar videojuegos, como Metacritic , Gamerankings o O penCritic encontraremos algún título de Zelda en la cima.
Pero limitar esta saga a números sería una grave falta de respeto.
Hay que jugar The Legend of Zelda por varias horas para entenderlo, para experimentar su significado, casi de la misma manera que ocurre con un buen libro o una película de fantasía de proporciones épicas como El Señor de los Anillos .
El aceptar el reto de una epopeya. Un viaje imborrable que te lleva a subir a la montaña más alta, a ir fondo del océano, viajar al desierto y forjar amistades. En fin, ser un héroe.
Lo anterior, gracias al desarrollador japonés o Shigeru Miyamoto, el cual solía entretenerse jugando en las afueras de su natal Sonobe por largos periodos de tiempo en busca de pequeñas hazañas.
En esos momentos entre la naturaleza, el pequeño oriental encontraba la inspiración para realizar la mayor franquicia de videojuegos de toda la historia. Un título que nos invita a abrazar lo desconocido.