Hace cuatro años, un borrador de la canción Like a Rolling Stone se vendió por $2 millones en una subasta.
Las cuatro hojas que la casa Sotheby’s ofreció a la puja llevan la estampa de un hotel en Washington que ya no existe. La letra de Bob Dylan, en lápiz de grafito, se enreda en comentarios garabateados, tachones de fallidos intentos de rimar el conocido estribillo de How does it feel... con palabras como real, arrodíllate ( kneel , en inglés) y lidia ( deal ).
Varios de los versos del boceto nunca salieron del papel, jamás saltaron al formato por el cual la lírica de Dylan se dio a conocer mundialmente: su interpretación musical.
En 1960, un veinteañero Robert Allen Zimmerman dejó la universidad, en su natal Minesota para convertirse en Bob Dylan en Nueva York. Tras insertarse en el círculo de músicos de folk , publicó su primer disco –homónimo para celebrar la legalidad de su cambio de nombre– en 1962.
Tras casi seis décadas de canciones, su voz está impresa en los hitos de la segunda mitad del siglo XX: el pensamiento joven que sacudió a Estados Unidos durante la guerra de Vietnam y las explosiones de violencia racial, la maduración del sonido del rock y, sobre todo, la revolución del arte popular en contra el protocolo del arte clásico.
Como intérprete de música, Dylan empuña fluidamente la guitarra y la armónica en sus conciertos. Como autor, se aferra a cualquier hoja suelta para escribir largos “vómitos” de texto con ritmo que tras garabatos y anotaciones se convierten en sus canciones, sus discos.
Al cierre de este artículo, el Premio Nobel de Literatura 2016 no ha dado declaraciones. No es de preocuparse, el hermetismo de Dylan siempre ha sido difícil de penetrar para la prensa.
En un giro inesperado, su música se puede encontrar gratuita y casi completa, en plataformas como Spotify o incluso YouTube.
El jueves, un texto del escritor y crítico español Jorge Carrión comentaba la ironía del formato de su obra: “Hay más libros suyos como artista plástico que como autor/escritor/juntapalabras”.
No obstante, el veredicto de la Academia Sueca premia el legado de su creación por “crear nuevas expresiones poéticas dentro de la gran tradición de la canción estadounidense”.
LEA: Bob Dylan gana el Premio Nobel de Literatura 2016
Es decir, el jurado entiende que la pluma de Dylan no escribe para la página impresa sino que sus versos son inseparables de la música y, por ello, su valor como poesía es incuestionable.
Ídolo pop. “¿Cuántos caminos debe caminar un hombre antes de que lo llamen hombre?” se pregunta Dylan en su sencillo Blowin’ In The Wind .
La letra se imprimió en la revista de música folk Sing Out! en junio de 1962. La canción se grabó en su disco The Freewheelin’ Bob Dylan en 1963.
Dylan no es escritor en el sentido tradicional porque su bibliografía se compone de un único libro de prosa ( Tarántula , 1971), el primer tomo de su autobiografía ( Crónicas, Volumen I , 2004), seis libros de dibujos y pintura –los cuales comenzaron a editarse en 1994– y tres compilaciones de sus letras.
“Quienes escribimos poemas, de alguna forma siempre hemos visto en Bob Dylan a un gran poeta metido a músico”, dice el poeta costarricense Alfredo Trejos. “El que el soporte de su obra sea mayoritariamente discográfico y no en papel y, aún así, sea Premio Nobel de Literatura amplía enormemente el concepto de lo literario. Bob Dylan nos habla con la inmediatez de la canción y así nos muestra un atajo a la poesía como una constante de la cotidianidad que nos encierra y nos define”, describió el poeta tico.
ARCHIVO: Bob Dylan mostró toda su grandeza en Costa Rica
En los años 60, la voz de Dylan se dispersó con las protestas políticas y culturales.
A Blowin’ In The Wind la adoptaron como himno del movimiento por los derechos civiles de las minorías raciales. Las guitarras eléctricas de Like a Rolling Stone lo elevaron de la tradición costumbrista y melancólica del folk a un héroe de la estridencia del rock.
Cinco décadas después de que ambas piezas se hicieron famosas, sus temas y composición lírica continúan un diálogo continúo con otras artes (incluyendo la literatura impresa).
No es una dinámica extraña para Dylan, a quien se le considera un miembro honorario de la generación de escritores beat : la prosa paisajista de Jack Kerouac, la lírica musical y divorciada de los valores tradicionales estadounidenses de Allen Ginsberg, por citar a un par de los amigos que afectaron la manera en la cual Dylan comenzó a escribir cuando era un adulto joven.
Aunque en los últimos años, la discografía de Dylan ha sido más espaciada y menos transgresora de lo que fue en sus primeros pasos, su presencia en la historia estadounidense ha sido más de una de vez reconocida por premios como el Príncipe de Asturias (2007) o el Pulitzer (2008).
“En términos de reconocimiento, el Nobel no legitima el valor literario de Dylan, nada más lo reconoce”, opina el escritor Gustavo Chaves.
“Hay una bibliografía enorme sobre sus letras, sus vínculos con poetas beat , y su tradición literaria. Está escrita por profesores de literatura, críticos culturales y no tienen nada que envidiarle a los libros que se han escrito sobre cualquier novelista o poeta”.
Así, como cualquier otro poeta o novelista, Bob Dylan podrá recibir en Estocolmo, el 10 de diciembre, el más prestigioso reconocimiento al oficio del lenguaje. Todavía no ha dicho si asistirá, ni ninguna otra palabra, pero a sus seguidores les basta con lo que les ha declamado en sus discos por medio siglo.
Puede encontrar más información sobre esta noticia en los artículos Análisis: ¿Se merece Bob Dylan el Premio Nobel de Literatura? ; ¿Dónde comprar la música de Bob Dylan? .