“La literatura crea libertad, es un campo de libertad. Toda literatura buena es crítica, no se conforma con el statu quo ”, afirma Sergio Ramírez Mercado, el novelista y ensayista que impulsa el encuentro Centroamérica cuenta . En su cuarta edición, la fiesta literaria celebrada en Nicaragua, destacará ese papel de las letras en la construcción de una memoria común.
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Del 23 al 28 de mayo, Centroamérica cuenta reunirá a cerca de 70 invitados de 15 países –incluidos todos los del istmo– en Managua, en diversas sedes y mesas de trabajo, en las cuales se hablará de creación, edición, periodismo, historias y otros temas afines a la cultura.
“Nos interesa poner el asunto de la memoria en primer plano; la memoria es esencial en la identidad, y la literatura es una de las formas de construir la identidad. Tenemos un presente muy dinámico que nos está dando materiales literarios y narrativos, pero lo que se está acumulando del pasado también nos interesa”, detalla Ramírez.
De Costa Rica participarán como invitados Carlos Cortés, María Lourdes Cortés, Rafael Cuevas, Carlos Fonseca y Catalina Murillo.
Entre los participantes internacionales de esta edición estarán autores como Laura Restrepo, Alberto Salcedo y Jorge Franco, Almudena Grandes, Javier Cercas y Luis García Montero, Gonzalo Celorio, Ignacio Padilla, Santiago Roncagliolo y el reconocido fotógrafo Daniel Mordzisnki.
De cerca. Para Ramírez, la construcción de estos puentes entre los países centroamericanos se ha convertido en una misión. Con la revista literaria digital Carátula y Centroamérica cuenta , abre puntos de contacto en una región resignada a su fragmentación en otros ámbitos.
“Vivimos, como sabemos, en una región con muchas dificultades de entendimiento, pero me parece que un plano menos trabajoso es el de la cultura”, dice Ramírez, quien organiza este encuentro con apoyo europeo, mexicano y local.
“Es probar que por el lado cultural existe esa identidad que aflora al apenas tocarla. Tenemos la ventaja de que podemos vernos como una región: se puede hablar de Centroamérica y sentir desde afuera lo que Centroamérica significa”, añade el autor de Sara .
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En su cuarta edición, Ramírez considera que el encuentro se ha convertido en una “movilización cultural”, que involucra tanto a destacados autores como a jóvenes que se acercan a las letras. “Para mí, el campo más importante es convertir a los jóvenes en lectores, que entren en contacto con los escritores y cultivar la lectura (y quienes se sientan motivados, cultivar la escritura)”, dice.
“Es una etapa de consolidación porque a lo que aspiramos es que sea un festival de primera categoría. No estamos hablando de un festival subalterno, secundario; no está montado como debe ser, con invitados de primera línea tanto centroamericanos como del resto de Latinoamérica”, considera.
Naturalmente, tal ambición ha estimulado el acercamiento a distintas fuentes de financiamiento, difíciles en un medio centroamericano con precario interés por la cultura en cuanto a políticas de Estado y dispersas formas de inversión desde la parte privada. “Es una inversión cultural importante. Las empresas privadas comienzan a entender que estar en las pantallas culturales es tan importante como estar en otros espectáculos”, dice Ramírez. “(Esta consolidación) ha implicado tocar muchas puertas, manejar medianas y pequeñas fuentes de financiamiento. Esto no es fácil, pero es la única manera de tener los frutos a mano. No podemos aspirar a tener una sola fuente que lo financie todo”.
Si bien el tema de la memoria será el hilo conductor de la programación, destacan naturalmente otros enfoques a la literatura de la región, como el caso inusual del periodismo –en forma de la crónica–. “Ya nadie se informa por los medios. Uno abre un periódico y ya casi sabe todo. La única manera de ser leídos es buscar ángulos distintos de la noticia, a través de la crónica periodística que presente ángulos inéditos y distintos”, argumenta.
“#Por eso nos interesa que ese tipo de periodismo narrativo tenga calidad literaria y equipararlo a la narrativa de ficción. Tenemos muy buenos cronistas en Centroamérica que se han hecho de los fenómenos que violentan la realidad, como la inseguridad, los exilios de los migrantes, los fenómenos de pandillas, el narcotráfico y cómo quieren crear narcoestados en Centroamérica… Todos estos fenómenos son de la crónica y también de la literatura; quizás la literatura tarda más en madurar que lo que toma al periodista investigar”, agrega el escritor nicaragüense.
Asimismo, Ramírez llama la atención sobre las nuevas plataformas digitales que han permitido la apertura de nuevas voces y distintas formas de narrar. En los distintos países de la región, su pujante esfuerzo ha sumado perspectivas a las grandes discusiones nacionales. “Es un periodismo de ruptura que proclama el alejamiento del poder. Precisamente porque se aleja del poder, quienes colocan anuncios en los medios tienen temor de malquistarse con el poder. Al ser contestatarios, deben buscar formas de sobrevivir, pero pueden jugar papeles fundamentales en la Centroamérica de estos días. Se atreven a decir cosas con las que otros medios tienen más cuidado”.
En abierta ruptura con el poder, nuevos medios digitales empiezan a dar nueva luz a la región. En Centroamérica aún queda mucho por contar.
No obstante, tal sueño requerirá mayor impulso de los gobiernos centroamericanos, que ha escaseado. ¿Por qué? “Creo que se debe a políticas de estado que son erradas. Ningún gobierno de Centroamérica concibe que un libro sea de la canasta básica. Si viéramos como parte de la canasta básica un libro, entenderíamos de otra manera el asunto. Pero un libro y cualquier actividad cultural siempre e verá de forma marginal con respecto a la concepción de políticas de Estado”.