México. EFE
México, la patria adoptiva de Gabriel García Márquez , le ofreció el lunes el primer homenaje en una emotiva y solemne ceremonia a la que acudieron las autoridades de Colombia, su familia y miles de admiradores, con espacio también para la música popular que apasionaba al Nobel.
En el majestuoso Palacio de Bellas Artes, las decenas de invitados rompieron en un cerrado aplauso cuando entraron la viuda del autor, Mercedes Barcha, y sus dos hijos, portando las cenizas del novelista.
Los restos descansaban en una urna de madera café que fue colocada sobre un atril negro rodeado de flores amarillas, el amuleto del premio Nobel de Literatura contra la mala suerte, el cual estuvo en todos los rincones del palacio y en muchas solapas.
Mientras los invitados se turnaban para hacer guardias cerca de la urna, a su alrededor circularon los miles de admiradores del colombiano, que hicieron fila durante horas fuera del palacio para despedirse del genio adoptivo de México.
“Los mexicanos lo quisimos y lo habremos de querer siempre (...) Lo despedimos con la alegría de su vida y la emoción de sus libros, convencidos de que García Márquez se queda entre nosotros”, aseguró el presidente mexicano Enrique Peña Nieto, en su breve discurso.
“México y Colombia, hermanadas por tantos motivos, nos unimos otra vez en esta ceremonia de afectos, porque Gabo era ante todo una persona de afectos (...) Si algo hacía Gabo mejor que libros, era amigos", afirmó el presidente colombiano Juan Manuel Santos, quien viajó acompañado de varios ministros y del expresidente César Gaviria.
García Márquez, que nunca se nacionalizó mexicano pero llamaba a este país su “otra patria distinta”, encontró allí la estabilidad para escribir la mayor parte de su obra literaria, incluida su novela mayor Cien años de soledad (1967).
Sentada en la primera fila, vestida de negro, Barcha recibía los pésames mientras sonaban las piezas de música clásica que ella misma seleccionó para quien fue su esposo durante 56 años.
Sonaron melodías de Bartók y Beethoven, interpretados por un cuarteto de cuerdas. Sin embargo, en un momento, la solemnidad abrió paso a los ritmos de cumbia y vallenato de la costa colombiana traídos por un trío con acordeón, caja y guacharaca, y que portaban el tradicional sombrero vueltiao .
La aparición alegre del grupo contagió a los asistentes. Algunos aplaudieron de pie y otros hasta marcaron unos breves pasos. La música que siempre empujaba al baile al Nobel caribeño logró arrancar una sonrisa a su viuda e hijos: el director de cine Rodrigo García y el diseñador Gonzalo García.
La familia de Gabo ha vivido en privado el luto desde el fallecimiento del autor el Jueves Santo, recibiendo en su vivienda de Ciudad de México a contadas amistades.
Invitados. A la cabeza de los invitados de Bellas Artes estuvieron Carmen Balcells, legendaria agente literaria de Gabriel García Márquez; así como el veterano periodista mexicano y amigo personal Jacobo Zabludovsky, y el director de la fundación de periodismo de García Márquez , Jaime Abello.
Barcha también recibió el consuelo de las viudas de otros dos grandes de la literatura latinoamericana: Carmen Miracle, quien sobrevive al recientemente fallecido escritor colombiano Álvaro Mutis, y Silvia Lemus, quien vive la ausencia del mexicano Carlos Fuentes.
Los seguidores que iban ingresando al Palacio, algunos luciendo banderas y camisetas de Colombia, eran apurados para que no se mantuviesen mucho tiempo haciendo fotografías o videos.
Pese a todo, cientos de personas se quedaron en el exterior cuando el lugar cerró sus puertas y pudieron presenciar, al concluir la ceremonia, el lanzamiento de miles de mariposas amarillas de papel como las que revolotearon en un clásico pasaje de Cien años de soledad .
“Me gustaría darle las gracias por el gusto que me dio a la lectura. Así como nos dio Cien años años de soledad en una historia, que nos sobreviva cien años más en el corazón, dijo a la agencia AFP Joseline López, una venezolana de 21 años que estudia Medicina en México.
“Gabo deja a la humanidad el legado de sus obras, que es de por sí formidable (...) pero antes que nada nos deja la esperanza, la tarea, la determinación de unirnos por el bien de nuestros pueblos”, recalcó Santos en su sentido discurso.
“Gabo se lo dice a Colombia y al mundo: no estamos condenados al mal”, dijo el mandatario, quien destacó el empeño que puso el autor para lograr la paz en Colombia.
Tras la ceremonia, el presidente Santos se dispuso a regresar a Colombia, donde el gobierno también se ha esmerado en organizar sus propios homenajes a la altura de su escritor más universal.
Santos encabezará hoy una ceremonia solemne en la Catedral Primada de Bogotá, donde se despide a las grandes figuras nacionales, y el miércoles, Día Internacional del Libro, se programó la lectura masiva de El coronel no tiene quien le escriba en más de 1.000 bibliotecas públicas, parques y colegios.
García Márquez fue el “más colombiano de todos los colombianos (...) Qué privilegio llamar compatriota al hombre que imaginó a Macondo y habló sobre el poder más grande e influyente de todos, que es el del amor”, destacó Santos.
Colombia está a la expectativa de la decisión de la viuda e hijos de García Márquez sobre el destino final de sus cenizas. Los restos podrían incluso dividirse entre México y algún lugar de su país, como en su pueblo natal Aracataca.