Al entrar a la Antigua Aduana será recibido por una instalación que resume las aspiraciones de la Feria Internacional del Libro (FIL): que nadie se vaya sin algo para leer.
De los alambres de esta estructura, creada por Paco Cervilla, cuelgan libros gratis que los visitantes pueden llevarse; eso sí, la idea es que traigan algunos y se los regalen a un futuro lector.
La FIL abrió su decimocuarta edición ayer con una creación especial para los niños. La Compañía Nacional de Teatro mostró su montaje 20.000 leguas de viaje submarino , inspirado en el libro de Julio Verne que debe estar en algún anaquel de la FIL.
Según estimaciones del presidente de la Cámara Costarricense del Libro, Luis Bernal Montes de Oca, en esta ocasión, podrían asistir hasta 40.000 personas. “El año pasado, asistieron 25.000 personas pero, al ser la entrada gratuita este año, esperamos aumentar el número hasta en 60%”, afirmó.
“Me ha parecido muy linda, muy variada. Encontré varias cosas para niños; me llevo varias porque no son fáciles de conseguir en las librerías de acá”, comentó Nandy Víquez, de 24 años.
Caminos. No es un laberinto, pero sí invita a perderse. En la Antigua Aduana, se ubican 53 puestos de editoriales, librerías y diseñadores. Los descuentos que anuncian las tiendas ya conocidas por los asiduos a la feria llamaron la atención desde temprano. Los vendedores, que aún montaban sus puestos, recibieron a niños, mexicanos y a los primeros curiosos cuando llegó la tarde y amainó la lluvia.
En paralelo a la actividad de las tiendas, se celebraron las primeras tres conferencias de la FIL. El director del Museo de Antropología de México, Antonio Saborit, y el director de la revista Nexos , Héctor de Mauleón, conversaron a las 11 a. m. sobre la historia de su capital.
A las 3 p. m., la fotógrafa Lourdes Grobet conversó acerca de su experiencia fotografiando luchadores, y una horas más tarde, el autor Mario Bellatin ofreció detalles de su experiencia con la literatura.
Alternativo. La Casa del Cuño ofrece lo que sus habitantes han llamado, en broma, “La Furia del Libro”. Allí se ubican los puestos de editoriales independientes, como Espiral, Lanzallamas y los libros de arte de Teorética.
En sus anaqueles de madera, se hallan poetas de todos los rincones de América Latina, novelistas con envidiables trayectorias y desconocidos cuyas páginas son exigentes y atrevidas. Frente a las editoriales, se ubican seis puestos con papelería y diseño relacionado: libretas, afiches, bolígrafos y bolsos.
Priscilla Aguirre, de la tienda de papelería y diseño Holalola, destacó que “es un buen incentivo” que la entrada sea gratuita. “Al venir con toda la familia y tener que pagar las entradas, perdía parte de lo que iba a comprar en libros”, dijo.
En la noche, la inauguración oficial estuvo a cargo de representantes de Costa Rica y México, como el ministro de Cultura, Manuel Obregón, y el embajador de México, Armando Álvarez, así como los organizadores de la actividad.
“La FIL tiene que ser una experiencia e incluir otros discursos artísticos como el cine, el teatro, la fotografía y la música”, declaró Karina Salguero, directora creativa de la Feria del Libro.
Al final de los discursos, Obregón tocó La yegüita y Cielito lindo en el acordéon, y, tras cortar la cinta, la Orquesta Sinfónica de Heredia ofreció el cierre musical.
Con tal mezcla de artes, la FIL se prepara para 10 días de fiesta y curiosidad.